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“No pienso quitarme el burka porque forma parte de mi persona e integridad”
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ENTREVISTA CON UNA BARCELONESA QUE LLEVA VELO INTEGRAL

“No pienso quitarme el burka porque forma parte de mi persona e integridad”

Aicha tiene 31 años. Nació en Barcelona, de padre argelino y madre afgana que llegaron en los años setenta a la capital catalana huyendo de la

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“No pienso quitarme el burka porque forma parte de mi persona e integridad”

Aicha tiene 31 años. Nació en Barcelona, de padre argelino y madre afgana que llegaron en los años setenta a la capital catalana huyendo de la represión militar de sus países, en busca de trabajo y una vida mejor. Ahora vive en el barrio barcelonés del Raval, un mosaico de chinos, árabes, indios, pakistaníes y senegaleses, entre otras nacionalidades. Un enjambre de monoteístas, judíos, católicos y musulmanes en una ciudad multicultural.

 

Pero Aicha tiene una particularidad: lleva el burka, una prenda negra que le oculta todo el cuerpo de pies a cabeza y sólo una rejilla deja entrever sus ojos azules. Esta prenda se ha convertido en actualidad por la decisión oficial del Ayuntamiento de Barcelona de prohibir, en cualquier edificio municipal, que las mujeres lleven cualquier tipo de velo integral (burka y niqab, principalmente) que oculte su rostro e impida identificarlas. Los partidos políticos, salvo los ecosocialistas de ICV, pretenden con esta decisión “defender la dignidad de la mujer”. Pero Aicha no piensa lo mismo.

Recibe a El Confidencial en un bar ubicado en una calle pequeña muy próxima a la Avenida del Paralelo, en lo que antiguamente se conocía como el Barrio Chino de Barcelona, para explicar junto a su marido por qué ella se siente “perseguida y discriminada como centenares de mujeres musulmanas que llevan el velo integral en España” si prospera la intención de numerosos ayuntamientos de Cataluña, Andalucía y Madrid de prohibir el uso de esta prenda, utilizada sólo por una minoría de mujeres que practican el Islam, principalmente las que pertenecen al movimiento salafista. Aicha permanece cubierta con las tres finas capas que conforman el velo integral de seda para conversar sobre cómo le afectará en su vida diaria como ciudadana la decisión de prohibir el uso del velo en los edificios públicos a la hora de realizar trámites administrativos.

No pienso quitarme el burka porque forma parte de mi persona y de mi integridad. Si sale adelante la decisión del Ayuntamiento de Barcelona, ¿dónde queda el respeto a mi dignidad y a mi libertad de culto que recoge la Constitución Europea? No nos pueden obligar en Barcelona, o las mujeres que residen en Andalucía o las miles de mujeres que en Francia o Bélgica, por ley a quitarse una prenda que llevamos por decisión propia”, explica.

La joven insiste en que nadie le ha obligado a ponerlo y nadie le debe obligar a quitárselo. “He encontrado la felicidad en el Islam y expreso libremente mi fe musulmana. Un signo de dicha expresión para mí es el velo integral. No entiendo porqué quieren prohibir estas prendas que sólo son un símbolo de respeto religioso. Las chicas, en algunos países árabes, llevan el velo integral junto con otras que no lo llevan y eso no impide la convivencia social. ¿Por qué aquí en España sí? Hay que evitar las decisiones políticas que induzcan al miedo, al odio y al enfrentamiento entre religiones”, prosigue Aicha. Asegura que “el velo no me impide llevar a sus hijos a la puerta del colegio en el Raval, ni comprar en el mercado”. Sin embargo, teme que la prohibición de Barcelona o de otros municipios como Vic, “provoque la exclusión social de las mujeres que portan el velo integral”.

“El Corán no nos obliga, es una decisión personal”

En la calle noto que me miran con lástima. Piensan que soy una mujer sumisa a mi marido y obligada por la religión que practico, pero no es así. El Corán no impone el uso del velo integral, es una decisión personal. En mi caso, y no digo que no existan mujeres que son obligadas por sus maridos a portarlo, me he convertido al Islam por voluntad propia, sin que nadie me haya forzado a llevar primero el pañuelo en la cabeza, luego el velo y ahora el burka. He hecho una elección y quiero que se respete igual que yo respeto al resto de personas que practican otras religiones. Para mí, llevar el velo integral es un respeto hacia mi marido. Una mujer con el velo integral es una mujer que no se puede tocar, que no está en el mercado. El velo integral o burka protege mi cuerpo de miradas poco honestas y también mi libertad personal”, relata. Y añade: “Muchas mujeres que llevarán el velo integral se quedarán en casa y no saldrán a la calle por miedo a que las multen o a ser criticadas públicamente”.

Aicha asegura que si las autoridades le piden que se levante el velo en un aeropuerto o en un lugar público para que se identifique lo hará por respeto, pero “si las autoridades prohíben el uso del velo integral en la calle, como quiere el PP, o se generaliza esta prohibición muchas mujeres acabarán recluidas y encerradas en casa sin salir a la calle y esto no será bueno para ellas”.

Aicha tiene 31 años. Nació en Barcelona, de padre argelino y madre afgana que llegaron en los años setenta a la capital catalana huyendo de la represión militar de sus países, en busca de trabajo y una vida mejor. Ahora vive en el barrio barcelonés del Raval, un mosaico de chinos, árabes, indios, pakistaníes y senegaleses, entre otras nacionalidades. Un enjambre de monoteístas, judíos, católicos y musulmanes en una ciudad multicultural.

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