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Así son los espigadores: visten bien, buscan comida en la basura y traen de cabeza a los súper
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Así son los espigadores: visten bien, buscan comida en la basura y traen de cabeza a los súper

La crisis agudiza el ingenio. Primero el de los consumidores, ahora el de los supermercados. En los tres últimos años, dada la dureza de la recesión,

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Así son los espigadores: visten bien, buscan comida en la basura y traen de cabeza a los súper

La crisis agudiza el ingenio. Primero el de los consumidores, ahora el de los supermercados. En los tres últimos años, dada la dureza de la recesión, ‘los espigadores’ han ganado muchos adeptos. Recoger los alimentos que los supermercados desechan ha pasado de ser algo marginal a ser la moda de los mejores barrios. La estampa no deja indiferente a nadie: gente bien vestida buscando comida, a plena luz del día, entre la basura del supermercado. Pero muchas personas a la vez pueden llegar a convertirse en un problema. El Confidencial se ha puesto en contacto con las principales cadenas para saber cómo han adaptado sus políticas en materia de excedentes y desechos.

El pasado jueves 22 de abril, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) distribuyó una circular por la red en la que se aseguraban que varios trabajadores de Mercadona en San Sebastián de los Reyes (Madrid) habían sido despedidos por robar comida destinada a la basura. “Los trabajadores del turno de la noche son los encargados de retirar y reponer de las estanterías los productos. Muchos de estos productos van a la basura directamente y que están todavía para consumir –explican en la circular-, ya que sólo se deshacen de ellos porque tienen algún golpe o están más feos visiblemente”.

Este periódico se puso en contacto con Mercadona y la cadena asegura que el despido se produjo por varios robos realizados por parte de los empleados “demostrados, tal y como se puede leer en la sentencia”. Sea como fuere, cada vez son más las manos que quieren hacerse con la comida que no puede venderse pero que aún sirve para comer. Y el momento de sacar esos alimentos a la calle se hacía cada vez más complicado en la mayoría de los establecimientos.

Mercadona, por su parte, impide la labor de los espigadores a través de su política de “buenos vecinos”. Para evitar posibles malos olores o desórdenes provocados por el vertido de la basura en los contenedores del barrio, estos hipermercados disponen de un cuarto adyacente donde depositan sus desechos, que se llevan luego los servicios de basura. Desde Mercadona se asegura que esto no significa que se desechen grandes cantidades de productos. “Somos tiendas de proximidad, por lo que nuestros pedidos están cuantificados para el flujo habitual de adquisiciones, por lo que se genera poco desperdicio”, afirma Antonio Martínez, director de comunicación de Mercadona.

Algunos empleados de Mercadona entrevistados por El Confidencial aseguraron que hasta hace dos o tres años la basura se depositaba en los contenedores de la calle, pero los vecinos se quejaron porque después de que fuesen volcados por espigadores, la calle “quedaba hecha un asco”.

Cesión de productos y reciclaje

Algunos centros han ganado la batalla a los espigadores. El Grupo Eroski asegura tener suscrito un acuerdo con la Federación Española de Bancos de Alimentos para la cesión de productos para distribuirlos entre personas desempleadas y sus familias. El distribuidor vasco retira de la venta sus productos algunos días antes de que expire la fecha de caducidad con el fin de realizar las entregas con el suficiente margen de tiempo.

“Calculamos que en un año serán más de 3.600 toneladas de productos los que podremos entregar, y que, por tanto, miles de familias podrán beneficiarse de la iniciativa”, indican fuentes oficiales del Grupo Eroski. Un extremo confirmado por sus empleados. Los trabajadores de un hipermercado de la zona sur de Madrid, consultados por El Confidencial, aseguraron que en su centro de trabajo no se dan casos de espigadores por la política que sigue su empresa.

El Corte Inglés, por su parte, asegura que sus colaboraciones con ONGs y servicios humanitarios siguen otros caminos diferentes a los de la donación de alimentos. “Nunca se donado nada de este tipo de comida desde El Corte Inglés, principalmente porque la experiencia nos ha permitido conseguir que no sobre casi nada”, explican fuentes internas de la empresa.

En alimentación es importante distinguir entre tres tipos diferentes de productos: los frescos, los perecederos y los no perecederos. Los espigadores buscan principalmente los primeros, ya que son los más difíciles de redistribuir una vez cerca de su fecha de caducidad y porque normalmente las cadenas de supermercados tienen acuerdos con las distribuidoras para que sean éstas las encargadas de retirar los excedentes de sus propios productos, como sucede con los lácteos o el pan de molde. Los frescos nunca se donan, explican desde El Corte Inglés, porque este tipo de alimentos requieren un transporte específico y una cadena de frío que no permiten una distribución cualquiera; “por ello nunca salen de nuestros centros de reciclaje y deshechos. La materia orgánica sobrante simplemente se composta”.

La crisis agudiza el ingenio. Primero el de los consumidores, ahora el de los supermercados. En los tres últimos años, dada la dureza de la recesión, ‘los espigadores’ han ganado muchos adeptos. Recoger los alimentos que los supermercados desechan ha pasado de ser algo marginal a ser la moda de los mejores barrios. La estampa no deja indiferente a nadie: gente bien vestida buscando comida, a plena luz del día, entre la basura del supermercado. Pero muchas personas a la vez pueden llegar a convertirse en un problema. El Confidencial se ha puesto en contacto con las principales cadenas para saber cómo han adaptado sus políticas en materia de excedentes y desechos.

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