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La comida aumenta la temperatura del planeta
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LA ALIMENTACIÓN, EN EL DEBATE ECOLÓGICO

La comida aumenta la temperatura del planeta

El número de habitantes de la Tierra va en aumento. En 2009 se contabilizaban 6.755 millones, y aunque se diga que los niños vienen con un

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La comida aumenta la temperatura del planeta

El número de habitantes de la Tierra va en aumento. En 2009 se contabilizaban 6.755 millones, y aunque se diga que los niños vienen con un pan debajo del brazo, lo cierto es que conseguir que una persona recién llegada al mundo consiga alimentarse es todo un esfuerzo. Un problema, porque el hambre se extiende y con cada boca extra se tambalea un poco más el equilibrio ecológico del globo. Al menos ese es el temor de diversas organizaciones, entre ellas la FAO, la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas.

Según sus estimaciones, actualmente 1.020 millones de estómagos tienen dificultades para cubrir sus necesidades diarias. Un problema que puede agravarse con el aumento de la población mundial. La misma organización afirma que en 2050 el mundo tendrá 2.300 millones de habitantes más que en la actualidad. Debido a este crecimiento habría que aumentar la producción de alimentos en un 70%. Las estimaciones afirman que la tierra cultivable tendrá que extenderse en 120 millones de hectáreas en los países en vías de desarrollo.

Pero no solamente la extensión del área de cultivo es parte del rompecabezas. Los datos de gases que contribuyen al efecto invernadero aumentan con la producción de alimentos, por lo que el calentamiento global también se revela como un obstáculo a tener en cuenta. Asimismo, el peligro que corren las reservas marinas por la pesca abusiva también son razones esgrimidas por grupos ecologistas para alentar un consumo de alimentos más responsable.

Según un reciente informe elaborado por la sección escocesa de WWF y la Organización para la Investigación de Comida y Clima (FCRN, por sus siglas en inglés) “el impacto en el cambio climático de la comida que ingerimos es mayor de lo que se había pensado anteriormente”. Los datos recogidos señalan que el 19% de las emisiones de gases de efecto invernadero por consumo en Reino Unido provienen de la agricultura.

El informe, titulado ¿Cuánto podemos caer?, recomienda una reducción del 70% en la emisión de gases de efecto invernadero relacionados con los servicios y los bienes de consumo con fecha límite en 2050.

En este estudio se habla de la soja y sus derivados, que son normalmente considerados como sustitutos de la carne en una dieta más ‘ecológica’. La soja podría ser un cultivo menos ‘verde’ de lo que se podría pensar, ya que la mayor parte de lo que se consume en Europa proviene de América Latina. El ‘boom’ de este cultivo puede estar detrás de parte de la desforestación del Amazonas. Además, hay que tener en cuenta que el transporte de este producto hasta el ‘Viejo Continente’ supone una gran cantidad de emisiones de CO2.

Luis Suárez, responsable de especies de WWF España, opina que “para la conservación de la biodiversidad hay que evitar la destrucción del hábitat”. La deforestación o la sobreexplotación de recursos como el agua provocan “un empobrecimiento del terreno”, lo que conlleva, irremediablemente, una menor producción de alimentos

En ¿Cuánto podemos caer?, los autores recomiendan un descenso del consumo de carne en la dieta para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Y es que la carne es uno de los grandes quebraderos de cabeza a la hora de equilibrar estómagos y medio ambiente. Según datos de la FAO se estima que de todas las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo, un 18% proviene de este alimento.

La media mundial de consumo de carne se sitúa en 100 gramos cada día por persona. Bastaría con reducir en 10 gramos esa cantidad, según diversos científicos, para reducir la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero.

El número de habitantes de la Tierra va en aumento. En 2009 se contabilizaban 6.755 millones, y aunque se diga que los niños vienen con un pan debajo del brazo, lo cierto es que conseguir que una persona recién llegada al mundo consiga alimentarse es todo un esfuerzo. Un problema, porque el hambre se extiende y con cada boca extra se tambalea un poco más el equilibrio ecológico del globo. Al menos ese es el temor de diversas organizaciones, entre ellas la FAO, la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas.

FAO