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Los ultra-ortodoxos judíos en Israel sufren el "efecto mariposa" de la crisis
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Los ultra-ortodoxos judíos en Israel sufren el "efecto mariposa" de la crisis

Antonio Pita Jerusalén, 21 mar (EFE).- Tienen de media seis hijos, dedican su vida al estudio del Judaísmo, y dependen de subvenciones y

Antonio Pita Jerusalén, 21 mar (EFE).- Tienen de media seis hijos, dedican su vida al estudio del Judaísmo, y dependen de subvenciones y centros caritativos, un cóctel que convierte a los judíos ultra-ortodoxos en uno de los colectivos israelíes más afectados por la crisis económica.

Con la recesión pegando duro, los benefactores judíos de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña a instituciones de ayuda en Israel han reducido sus donaciones justo cuando la crisis asoma la cabeza en un país donde los sectores integrados por las personas de observación religiosa figuran entre los más desfavorecidos.

Los ingresos por ayudas externas de centros caritativos y educativos ultra-ortodoxos -240 millones de dólares anuales que suponen el 40 por ciento de sus presupuestos- bajaron en 2008 un 35 por ciento por la caída de las donaciones y la debilidad del dólar, según un estudio efectuado entre 80 de ellas.

"Tenemos cada vez menos medios económicos para ayudar a cada vez más gente", explica Tamara Fine, coordinadora de voluntarios en Ezrat Avot, una organización religiosa judía que ofrece cocina económica y lleva platos preparados a ancianos a sus hogares en Mea Shearim, el barrio de Jerusalén bastión de este colectivo.

"Aunque aguantamos el tirón, no podemos ampliar nuestros servicios para ayudar a gente que se ha quedado en una situación muy complicada porque otras organizaciones han cerrado sus programas", apunta Fine.

A un centenar de metros, las peticiones de auxilio desbordan al personal de Colel Jibas, otra escuela rabínica que concede dinero para bodas o ceremonias de circuncisión.

"La demanda ha aumentado un treinta por ciento en el último año", lamenta uno de sus integrantes, Zvika, mientras señala una caja a rebosar de cartas con ruegos.

"La última subida del dólar nos está salvando un poco, pues muchos de nuestros donantes son estadounidenses", explica este fundamentalista religioso con los habituales tirabuzones, sombrero de ala ancha y vestimenta negra.

Los ultra-ortodoxos son sólo un ocho por ciento de la población de Israel, pero casi un quinto de los pobres, lo que les convierte en el colectivo más necesitado del país, junto con los árabes.

"La crisis es un problema mucho mayor para ellos que para otros grupos de población, aunque su difícil tesitura tiene motivos ideológicos", apunta el experto Rafi Melnick, ex número dos de investigación en el Banco de Israel.

En efecto, los ultra-ortodoxos son pobres principalmente porque dejan de lado la formación académica para dedicarse a la religiosa, generalmente rechazan trabajar y cuentan con familias numerosas, por lo que sus ingresos se limitan a menudo a los subsidios estatales por hijos y por estudiar la Torá (el Antiguo Testamento).

Su vecindario por excelencia, Mea Shearim, es un mundo aparte, una ciudad dentro de una ciudad con sinagogas y escuelas rabínicas en cada esquina donde la existencia gira en torno a la oración y la familia.

En un lugar donde curiosos y turistas son mal vistos, la escasa actividad comercial se centra en la venta de alimentos básicos y artículos religiosos judíos, que también está sufriendo el "efecto mariposa" de la globalización.

"Nosotros hemos tenido que bajar las tarifas un treinta por ciento", reconocen en Azamra, una imprenta especializada en invitaciones para bodas.

En la tienda de artículos religiosos Hamoifitz, las ventas han caído a la mitad. "La gente compra lo estrictamente necesario: alguna kipá, libros de oración... Ahora sufro para dar salida a cosas que antes me quitaban de las manos", lamenta su dueño, Shimshon.

Como siempre, la tragedia de unos es la alegría de otros, como es el caso de Najman Arol, propietario de una agencia de viajes.

"Nuestro público no se va de vacaciones a tumbarse a la playa.

Viaja tan solo para bodas, funerales y, sobre todo, recaudar fondos entre las comunidades judías en Nueva York, Londres y Manchester", explica.

Hasta hace medio año "se iban a ver a un donante una vez al mes y volvían con dos cheques en el bolsillo. Ahora tienen que volar cada dos o tres semanas porque necesitan ir tras una decena de personas hasta conseguir un cheque", concluye.

Las esperanza de la sociedad ultra-ortodoxa reside ahora en que sus dos partidos -Shas y Judaísmo Unido de la Biblia- obtengan un jugoso paquete de subvenciones a cambio de su entrada en el próximo Gobierno del conservador Likud de Benjamín Netanyahu.

Una posibilidad que no es segura habida cuenta de la situación financiera de un Estado que no escapa a la crisis mundial; tras cinco años de crecimiento en torno al 5 por ciento, la economía local se contraerá un 0,2 por ciento en 2009, según la última previsión del Banco de Israel. EFE ap-elb-amg/msr

Antonio Pita Jerusalén, 21 mar (EFE).- Tienen de media seis hijos, dedican su vida al estudio del Judaísmo, y dependen de subvenciones y centros caritativos, un cóctel que convierte a los judíos ultra-ortodoxos en uno de los colectivos israelíes más afectados por la crisis económica.