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El turista gasta dos veces más agua que un ciudadano español
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El turista gasta dos veces más agua que un ciudadano español

Nos regañan por malgastar agua. Gobierno e instituciones nos machacan de continuo con campañas de publicidad insistiendo en la necesidad de preservar tan necesario y escaso

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El turista gasta dos veces más agua que un ciudadano español

Nos regañan por malgastar agua. Gobierno e instituciones nos machacan de continuo con campañas de publicidad insistiendo en la necesidad de preservar tan necesario y escaso bien. Sin embargo, las estadísticas ponen negro sobre blanco en una realidad: los ciudadanos estamos más concienciados de lo que parece con este problema… Son los turistas los que no lo están. El sector del ocio y del esparcimiento no duda en ‘dejar abierto’ el grifo para regar sus negocios, sus campos de golf y sus spas.

Es como si no cayeran en la cuenta de que nos estamos quedando sin agua. Después de Malta y Chipre, España, junto con Francia e Italia, son los países más pobres en agua de toda la UE, con unos recursos que están por debajo de los 200 metros cúbicos de capacidad anual (Malta y Chipre por debajo de 100).

Hace sólo unos días se conocían los últimos datos sobre el consumo de agua en España: en 2005 se ha consumido 2,9% menos que el año anterior, según el INE. Se trata de un paso importante… pero insuficiente. Sobre todo teniendo en cuenta la evidente escasez de recursos de la zona mediterránea.

En este contexto, la CE no ha dudado en arremeter contra el ‘turista’, del que dice que consume dos veces más agua que los locales, debido a las diferentes actividades de ocio (golf, spas…). La UE alerta sobre este problema pero admite que es muy difícil calcular cuánto se gasta exactamente en las zonas turísticas, ya que este desembolso se incluye dentro del suministro de agua pública. Para tener una idea general, se calcula que, en 2005, los españoles consumieron una media de 166 litros de agua por habitante y día (datos del INE).

Existen dos factores principales que provoca la carencia de agua. Por un lado, el cambio climático: llueve menos, las temperaturas aumentan y las cuencas de los ríos se vacían. Por otro, el despilfarro, Europa malgasta el 20% de su agua debido a la ineficacia (malas redes de regadío, pérdidas en los suministros de agua pública, etc).

Por ello, la UE se ha puesto en marcha elaborando una directiva marco para prevenir lo que será un grave problema. De hecho, según un informe de la Comisión Europea, la mayor parte del sur de Europa tendrá que hacer frente a una disminución de entre el 30% y el 50% del agua disponible de aquí a 70 años. Y no sólo será una cuestión social, una molestia para los usuarios. Va mucho más allá. Los períodos de sequía provocan grandes pérdidas económicas. Tanto es así que se calcula que en 2003 se perdieron 8.700 millones de euros debido a que hubo se paralizaron muchas actividades en la agricultura y la energía.

Aumentar el precio del agua

Dentro de las soluciones que la UE maneja, la más socorrida es la de aumentar el precio de agua e incentivar el ahorro. Se ha comprobado que el consumo doméstico, por ejemplo, disminuye si se introduce un contador en las viviendas. “En España el precio del agua lo pone cada ayuntamiento, y aunque pueda parecer raro, cuando empezamos con este programa europeo, en algunos pueblos el agua era gratis”, dicen desde el Ministerio de Medio Ambiente.

En Madrid, esta política del ahorro funciona porque el consumo medio de agua ha descendido un 7% entre 2004 y 2005. En Francia, si las familias reducen el consumo de agua, la factura también disminuye.

Pero no sólo los usuarios deben controlar el gasto. El sector agrícola es el que se lleva más cantidad utiliza, seguido de la energía, el suministro de agua pública y la industria. La Universidad de Bolonia (Italia) ha hecho varios estudios en los que ha demostrado que, por ejemplo, en el caso de los cereales, si se dobla el precio del agua, hay una caída del 70% en su uso.

Nos regañan por malgastar agua. Gobierno e instituciones nos machacan de continuo con campañas de publicidad insistiendo en la necesidad de preservar tan necesario y escaso bien. Sin embargo, las estadísticas ponen negro sobre blanco en una realidad: los ciudadanos estamos más concienciados de lo que parece con este problema… Son los turistas los que no lo están. El sector del ocio y del esparcimiento no duda en ‘dejar abierto’ el grifo para regar sus negocios, sus campos de golf y sus spas.