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El cerebro hambriento: por qué no podemos dejar los ultraprocesados
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El cerebro hambriento: por qué no podemos dejar los ultraprocesados

Un nuevo estudio alerta sobre la prevalencia y los efectos cerebrales de los ultraprocesados, más adictivos que el alcohol o el tabaco en adultos mayores

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Los alimentos ultraprocesados llevan tiempo siendo parte del paisaje alimentario moderno. Sin embargo, una creciente ola de investigaciones científicas está desvelando una realidad preocupante: estos productos no solo afectan nuestra salud física, sino que también pueden desencadenar una forma de adicción comparable a la provocada por el alcohol o el tabaco, especialmente en adultos mayores.

Un reciente estudio publicado en la revista científica Addiction, y liderado por investigadores de la Universidad de Michigan, ha revelado que el 12,4% de los adultos mayores en EEUU cumplen con los criterios clínicos de adicción a alimentos ultraprocesados (UPF, por sus siglas en inglés). Esta cifra es aún más preocupante entre las mujeres de 50 a 64 años, donde la prevalencia alcanza el 21%.

“Los porcentajes que observamos en estos datos superan con creces los porcentajes de adultos mayores con un consumo problemático de otras sustancias adictivas, como el alcohol y el tabaco”, explicó Ashley Gearhardt, profesora de psicología de la Universidad de Michigan y autora principal del trabajo.

Los alimentos ultraprocesados son productos industriales compuestos por ingredientes refinados, aditivos, emulsionantes, sabores artificiales y otros compuestos diseñados para maximizar su sabor y duración. Algunos ejemplos comunes incluyen: cereales azucarados, refrescos, galletas empaquetadas, comidas congeladas listas para calentar, barritas energéticas o snacks 'dietéticos' bajos en grasa pero altos en carbohidratos refinados.

¿Adicción a los ultraprocesados?

Aunque durante años se ha debatido si la comida podía considerarse 'adictiva' de la misma forma que lo consiguen las drogas o el alcohol, este nuevo estudio fortalece esa hipótesis. Utilizando la escala modificada de adicción a los alimentos de Yale (YFAS 2.0), los investigadores evaluaron síntomas como los antojos intensos, los síntomas de abstinencia al dejar de consumir, el fracaso en los intentos por reducir su ingesta o la evitación de situaciones sociales para seguir comiendo.

Los resultados fueron realmente contundentes al mostrar incluso cambios estructurales en regiones del cerebro asociadas con el apetito y la recompensa, especialmente en quienes consumían más alimentos ultraprocesados. Esto sugiere que estos productos pueden alterar circuitos neuronales críticos, promoviendo patrones de alimentación compulsiva y dificultando el control del apetito, incluso en ausencia de hambre real.

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“Estos hallazgos plantean interrogantes urgentes sobre si existen periodos críticos del desarrollo en los que la exposición a los alimentos ultraprocesados ​​representa un riesgo especialmente alto de vulnerabilidad a la adicción”, apuntan los investigadores.

Afecta más a las mujeres

Uno de los hallazgos más llamativos es la marcada disparidad entre géneros. Mientras que el 17% de las mujeres mayores presentó signos de adicción a los ultraprocesados, solo el 7,5% de los hombres lo hizo. Una posible explicación podría ser el marketing dirigido. Muchas marcas han promovido productos 'light' dirigidos principalmente a mujeres presentados como opciones saludables, pero en esencia altamente procesados y diseñados para ser irresistibles.

El resumen más llamativo de este descubrimiento es que la adicción a alimentos ultraprocesados en adultos mayores supera en prevalencia al tabaquismo (aproximadamente un 4%) y al alcoholismo (alrededor de un 1,5%) en el mismo grupo de edad. Sin embargo, a pesar de que el consumo de alcohol y tabaco está ampliamente regulado y etiquetado como peligroso, los UPF se siguen anunciando hasta, en algunos casos, como 'productos saludables'.

“Estos productos se venden como alimentos saludables, lo cual puede ser especialmente problemático para quienes intentan reducir su consumo de calorías. Esto afecta particularmente a las mujeres, debido a la presión social en torno al peso”, concluye Gearhardt.

Los alimentos ultraprocesados llevan tiempo siendo parte del paisaje alimentario moderno. Sin embargo, una creciente ola de investigaciones científicas está desvelando una realidad preocupante: estos productos no solo afectan nuestra salud física, sino que también pueden desencadenar una forma de adicción comparable a la provocada por el alcohol o el tabaco, especialmente en adultos mayores.

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