Dietas milagro: la trampa que atrapa a más de la mitad de los españoles

Los datos son tan reveladores como preocupantes. Más de la mitad de los españoles, en concreto, un 53% de la población, ha seguido en alguna ocasión una dieta milagro con el objetivo de perder peso, aunque solo el 21% del total de los encuestados reconoce que era plenamente consciente de haberlo hecho.

Estos porcentajes pertenecen al informe Estrategias Rápidas de Pérdida de Peso en la Población Española, elaborado por Fundación MAPFRE y la Academia Española de Nutrición y Dietética.

Todas estas dietas se agrupan bajo el paraguas de las “dietas milagro”, las cuales, venden algo que hoy está muy demandado: adelgazar de manera fácil, rápida y duradera. Así que, con semejante argumento de venta, no es de extrañar que sus seguidores se mantengan fieles, e incluso aumenten, año tras año.

“En general, estos estilos de alimentación se popularizan en las redes sociales, llamando mucho la atención de la gente porque prometen grandes resultados de pérdida de peso de manera fácil y rápida. Esto se une a que la población concibe que para conseguir una salud o estética concreta tiene que hacer cosas muy complicadas o extravagantes”, señala Felipe Baier, tesorero del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa).

Las monodietas

Una de estas “milagrosas” propuestas dietéticas son las monodietas, “un estilo de alimentación enfocado al consumo de un único tipo de alimento, grupo de alimentos, o alimento concreto. En algunos casos, también se puede enfocar al consumo de un solo tipo de nutriente (proteínas, grasas o hidratos de carbono)”, define el experto quien insiste en la importancia de no olvidar que “este estilo de alimentación es muy perjudicial para la salud de quienes lo siguen, ya que puede generar déficits nutricionales, pérdida de masa muscular o problemas asociados con la salud mental y la relación con la comida que deriven en trastornos de la conducta alimentaria”.

Ninguna es mejor que otra

El funcionamiento de las monodietas es bastante sencillo, consiste en limitar el consumo de alimentos a un solo tipo de alimento o nutriente, sin importar demasiado en qué alimento se va a basar. Y es que, en general, que sea uno u otro, “dependerá de la moda o la idea de quien promueve la dieta”.

Así, algunas de las monodietas más conocidas son la dieta de la patata, la dieta de la sandía o la dieta de la sopa de col. “En el caso de la sandía se promovía en base a que es un alimento saciante y sin apenas calorías, mientras que, en el caso de la dieta de la patata, se plantea que es un alimento muy nutritivo y completo, por lo que no hace falta comer otro alimento más, lo cual no es correcto”, asevera Baier.

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Ahora bien, aunque hay un amplio abanico, todas ellas tienen algo en común, el peligro que representan para la salud de las personas que las siguen. Así, “a corto plazo pueden generar pérdida de peso, sensación de fatiga e irritabilidad, sensación de hambre, malestar digestivo y alteraciones en las heces, entre otros. Y a medio y largo plazo -continúa el dietista-nutricionista- pueden provocar enfermedades por déficits nutricionales, pérdida de la masa muscular, efecto rebote (recuperar más peso que el que había al inicio) y una mala relación con la comida que puede promover el desarrollo de TCA (Trastornos de la conducta alimentaria), entre otros efectos”.

Riesgos añadidos

Queda claro, por tanto, que los efectos de las monodietas en el funcionamiento del organismo son un riesgo objetivo para la salud de todas las personas y, especialmente, para “las poblaciones más frágiles que están en una situación más vulnerable, como es el caso de personas con patologías, personas en fase de crecimiento, personas mayores, etc.”, alerta el experto.

Así, “en el caso de personas aparentemente sanas que sigue este tipo de alimentación, puede ocurrir que pierda calidad en su salud, y desarrollen patologías relacionadas con cambios metabólicos y déficits nutricionales asociados a este tipo de dietas, lo cual ya de por sí es bastante grave”, apunta.

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Por otro lado, “en el caso de una persona con un estado de salud delicado, -añade el especialista- puede ocurrir que acabe empeorando su situación, como puede ser el caso de una persona que termine de perder su masa muscular y su salud ósea con tal de perder peso, generando un estado de fragilidad muy grave, además de las consecuencias propias de la enfermedad que pueda estar padeciendo”.

Daño en la salud física, pero también en la mental

Además, a la falta de nutrientes esenciales, se añade “la promoción de una mala relación con la comida, muy relacionada con el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria”.

Por todo ello, el experto, haciéndose eco del colectivo de dietistas-nutricionistas, recomienda “que se acuda a un profesional colegiado y cualificado para recibir ayuda en el asesoramiento para mejorar la salud, aprender a comer, mejorar la composición corporal o las patologías, así como prevenirlas, sin riesgo y de manera sencilla y adecuada”.