Toño Sanchís: “Belén Esteban ha estado enamorada de mí”

A falta de un mes para cumplirse el primer aniversario de la ruptura profesional y personal de Toño Sanchís y Belén Esteban, el representante ha decidido romper su silencio para valorar cómo ha vivido este proceso, eso sí, sin entrar a juzgar el proceso judicial en el que se ha visto envuelto y por el que Belén le reclama legalmente los 460.000 euros que echa en falta una vez analizadassus cuentas.

Él prefiere centrarse tan solo en la parte personal, en esa en la que la colaboradora podría salir peor parada que él con afirmaciones como “a Belén le encantaba cogerme de la manos, que fuéramos como una pareja. Se ha tomado nuestra separación como un ruptura matrimonial”, sentencia el representante, que no duda en afirmar sin miedo a equivocarse que “Belén ha estado enamorada de mí” y que cree que “sin maquillaje, estaba muy desmejorada. No la veo bien, tiene la misma maldad y desprecio de siempre”.

Cuando le preguntan qué siente ahora por Belén, Toñomuestra no tener pelos en la lengua y apunta a Miguel como el culpable de todo esto: “Muchísima decepción, me entregué a ella al mil por mil tanto profesional como personalmente. La conozco, si ahora sus sentimientos hacia mí han cambiado tan radicalmente es porque ha sido totalmente influenciada por su novio. Belén ya lo lo dijo: 'Este va a por ti, no te va a perdonar que me dijeras que estuvo con otra'. Le respondí que sería si ella lo consintiera. Hasta hoy”.

Del tema judicial, nada: “Por respeto al proceso y la seriedad que me merece, voy a seguir sin hablar de temas judiciales. Belén ya ha montado un circo de tres pistas de todo esto”, se limita a responder el representante, que también valora cómo fue su primer encuentro en los juzgados de Torrejón de Ardoz: “Lorena y yo fuimos con nuestros abogados y estábamos esperando a que nos llamaran a sala cuando apareció Belén. Llegó con Miguel y su séquito de asesores. La miré un buen rato mientras ella saludaba a sus abogados, no nos cruzamos las miradas, después se sentó de espaldas. Estábamos a unos 50 metros uno del otro, pero nos separaba un mundo”.

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