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Quién está detrás del chiringuito de los políticos y la 'jet' en Marbella
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es el dueño de los Trocadero beach club

Quién está detrás del chiringuito de los políticos y la 'jet' en Marbella

No le verán en entrevistas. No le verán en photocalls. No se hará fotos ni con José María Aznar ni con José Luis Zapatero. Así es la historia de éxito de Dionisio Hernández-Gil

Foto: Dionisio Hernández-Gil, el dueño del los chiringuitos Trocadero de Marbella y Sotogrande (dansanphotos.com)
Dionisio Hernández-Gil, el dueño del los chiringuitos Trocadero de Marbella y Sotogrande (dansanphotos.com)

No le verán en entrevistas. Ni posará sonriente en photocalls. No se hará fotos ni con José María Aznar en esas extrañas cenas con su esposa, Ana Botella, y la modelo Valeria Mazza, ni con José Luis Zapatero, ni con Sergio Ramos, ni con la familia real saudí por mucho que estos personajes frecuenten sus cuatro chiringuitos a pie de playa, situados en Marbella y Sotogrande. La última celebridad que frecuentó el marbellí Trocadero Arena, donde hoy hacemos esta entrevista, fue el jugador Pau Gasol, antes de partir a los JJOO de Río. "Vino con un fisioterapeuta, que conozco. Le gusta estar aquí precisamente porque en este club nadie le va a sacar la fotos", explica Dionisio Hernández-Gil, el dueño de esos chiringuitos con aire inglés colonial y apellido Trocadero. Una factoría que le funciona y planea ampliar a Tarifa, en Cádiz.

Y repetimos, no le gusta ni hacer entrevistas ni salir en las fotos. "Mi trabajo es otro", argumenta este hombre al que no le gusta tampoco dar los nombres de quien se pasea por sus instalaciones a pie de mar. "Todo el mundo viene aquí. El que está en Marbella o en Sotogrande recala en el Trocadero. Les gusta la comida, la decoración, el servicio. Es un negocio que funciona con el boca a boca, el buen servicio y con la discreción. No me gustan las etiquetas, somos apolíticos, aquí vienen todos", dice mientras asegura que da 3.000 comidas al día en temporada a una media que roza los 50 euros. Echen sus cuentas.

A Dioni le conoce todo el mundo. Y él conoce a todo el mundo. Franco, cercano y con un historial de amigos con apellidos ilustres que da escalofríos y que acuden cada temporada a dejarse seducir por sus carnes, arroces, mariscos y pescados. Tiene 51 años, una mujer sudafricana y un hijo de 9. De origen extremeño por parte de padre. Es el mayor de los ocho hijos del reconocido arquitecto con el que comparte nombre, al que se le deben intervenciones en monumentos históricos como el Museo del Ejército en el Alcázar de Toledo y el haber sido director general de Bellas artes. Su tío es un prestigioso jurista del Consejo General del Poder Judicial. Otro tío, Antonio Hernández- Mancha, fue el fundador de Alianza Popular. Él mismo es tío de la modelo Eugenia Silva, hermano de la 'it girl' y diseñadora de sombreros Fátima de Burnay, pareja del escritor Ray Loriga. Por parte de madre tiene familia noble. Pero él prefiere ignorar esos privilegios y velar a diario porque su club cumpla las expectativas que los clientes depositan a diario en él.

De juerguista a dar 3.000 comidas al día

Llegó a Marbella en 1996 y no le importa reconocer que era un juerguista antes de poner los pies en la Costa del Sol, donde llegó para "oxigenarse, cambiar de vida y dejar los negocios de noche". Aprendí el negocio porque estuve muchos años al otro lado de la barra". Dionisio se para una y otra vez. No le gusta aparecer en medios y menos conceder entrevistas. Explica que a los 21 años, cuando cursaba segundo de Derecho, montó su primer bar en Madrid, un chiringuito. "En el mundo de la hosteleria yo no pintaba nada. Lo hice por divertirme. Pedí dinero a mi madre y monté varios bares con un grupo de amigos como Juan Pemán o Cristóbal Thomas de Carranza y Méndez de Vigo, que es primo hermano del ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo. Tuvimos el Trocadero en la calle Caballero de Gracia y otro Trocadero con Vicente Sartorius, en Velázquez. El único que no terminó la carrera y se dedicó a esto fui yo, me quedó un curso de derecho. El disgusto para mis padres aún dura. Les cuesta entender esta forma de vida pero la respetan, porque ahora me lo tomo en serio. Todo lo que estuve haciendo mal toda la vida me sirvió para aprender. Así hice mi modelo de negocio: deshaciendo el anterior".

Podríamos estar ante un vividor, un 'bon vivant' emigrado, un niño mal de familia bien, pero lo cierto es que la vida de Dionisio dio un giro radical en la Costa del Sol. Y su modelo de negocio lleva dos décadas a la cabeza. Demasiado tiempo para ser un capricho. "Cuando empecé, mi padre me decía que era un tabernero. Hoy la restauración se escribe con mayúsculas. Tener un negocio así es prestigioso, porque ha habido todo un cambio de perspectiva sociológica", dice con serenidad.

'Hay que saber perder dinero'

Pero sigamos con el relato. Dioniso cuenta que dejó Madrid y llegó a Marbella con la idea de "oxigenarse" y de "dedicarme a temas más saludables. Monté el Trocadero Playa al lado del Marbella Club y empecé a trabajar por el día. Fue hace 20 años. Y al frente del negocio de día hace diez. Al principio tenía 30 sillas de plástico y 20 camareros. Diez años después, 600 empleados y seguimos creciendo. Son el segundo empleador de la provincia de Málaga, después de El Corte Inglés", relata a la vez que aclara que le sobra el 20% del personal. "Apuesto por el empleo estable y por las ciudades donde están mis negocios. Que el dinero se quede en Marbella es una de mis prioridades. En invierno perdemos dinero, pero para tener el personal bueno hay que hacer esto. Si miras la cuenta de resultados cierras en octubre y abres en mayo. Pero para hacer negocios hay que saber perder dinero", insiste.

Dice que si la gente repite es por su carta, sus mariscos, sus arroces, su cocina japonesa, su calidad precio. A lo que le suma la decoración, obra de su amigo Lorenzo Queipo del Llano, que también encandiló con su sofisticado toque africano a Carolina Herrera, y la mano de su hermano pequeño que es arquitecto. Y la ubicación: esa privilegiada primerísima línea de playa que ansían los asiduos y siempre levanta el recelo de las administraciones. Una lupa que él, amigo de no entrar en polémicas, prefiere no entrar a comentar. "Creo riqueza, genero empleo y me gusta llevarme bien con todo el mundo, sobre todo con los Ayuntamientos". Y zanja la conversación.

A Zapatero no le abuchearon aquí

Aunque son muchos los líderes del Partido Popular que visitan los Trocaderos entre los que destaca, a parte del mencionado matrimonio Aznar, Ángel Acebes; el expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González; el ministro de Economía, Luís de Guindos; María Dolores de Cospedal, aquí no se hace ascos a ninguna orientación política. Ni a ningún 'capo' del Ibex35, que estamos en Marbella. Felipe González y Mar García Vaquero, su actual esposa, son también asiduos. El origen de tantas y tantas comidas es debido a la complicidad que tiene Dioni con Begoña García Vaquero, hermana de Mar, y su marido Pedro Trapote, empresario de la noche. El matrimonio vive a las espaldas del Trocadero Playa y cuando terminan sus cenas, Felipe y Mar se quedan en su casa mientras los Trapote acuden a los saraos de la noche. Ojo, que con los rumores de crisis en la pareja aún no se han dejado ver por aquí. Los que sí se han visto a menudo en este verano que ya aborda su recta final son la familia real Saudita que no encuentra mejor sitio para comer sushi.

placeholder Trocadero, Marbella (dansanphoto.com)
Trocadero, Marbella (dansanphoto.com)

Él guarda silencio cuando se le pregunta por nombres y solo aclara un bulo que corre en la Red. El que dice que a Rodríguez Zapatero le abuchearon aquí. Lo aclara: "Ese día habían modelos famosas en el local y en la puerta aguardaban varios paparazzi, así que los guardaespaldas de Zapatero lo sacaron por la puerta de detrás para evitar a los fotógrafos, no por que nadie lo abucheara". Y zanja la conversación por este derrotero.

Lo cierto es que este lugar era el preferido de la fallecida duquesa de Alba que era la mejor vecina del Trocadero Playa, ya que su casa Las Cañas estaba contigua al 'beach club'. Hoy lo sigue disfrutando Eugenia Martínez de Irujo y su hija Tana. Los Hohenlohe también son asiduos y es normal ver a Tita Thyssen comiendo con su hijo Borja en sus mil y una reconciliaciones o a Carme Chacón, aunque ahora no sabemos si estrenando soltería volverá por estos lares, junto con Ana Obregón, Antonio Banderas y su novia o Manolo Santana, que es un incondicional de esta casa y no deja de celebrar allí sus fiestas de cumpleaños. Juntos pero no revueltos. Cualquier combinación imposible, pero elitista, es posible en el Trocadero.

placeholder Las archicopiadas sombrillas del Trocadero, en Sotogrande, Cádiz
Las archicopiadas sombrillas del Trocadero, en Sotogrande, Cádiz

Sotogrande: de Bimba Bosé a Carlos Slim pasando por 'El Juli'

En el Trocadero de Sotogrande la fórmula es la misma, aunque algunos todavía recuerden el mítico 'Cucurucho' sobre el que se asienta este 'beach club' de Dionisio. En esta elitista urbanización el Trocadero también es un referente. La terraza se llama 'Agosto' y la desarrolla la nietísima de Sotogrande, Paola Zóbel, que se casa este próximo día 30. No es extraño ver allí pinchar a Bimba Bosé, que ha elegido Sotogrande para afrontar la etapa más complicada de su vida, en la que lucha día a día contra su cáncer. Pero no son los únicos nombres. Sus asiduos son los vips de esta urbanización como Ana Rosa Quintana y familia, María León, Caritina Goyanes con su marido y sus dos niños, el torero 'El Juli' con su mujer Rosario Domecq, Lara Dibildos, Beatriz de Orléans, Víctor Vargas, su hija Margarita y su yerno Luis Alfonso de Borbón o la huidiza Paloma Segrelles, padres y sus dos niñas. Y por qué no, al hombre más rico del mundo: Carlos Slim.​ Lo del largo etcétera aquí se queda corto. Eso sí, en Sotogrande siempre con más discreción. "Ninguno de mis locales se ha canibalizado. Todo lo contrario, se retroalimentan", dice Dionisio, mientras presenta a sus camareros marbellíes más fieles. "Este hombre lleva conmigo diez años, ella fue Miss Costa del Sol y lleva ya cinco", dice mientras enseña los espaciosos baños por dentro. Hilo musical, maderas, mil y un detalles a un paso del mar. Lo que él llama: 'chiringuito sofisticado'.

Quizás con el ruido de nombres anterior, ya les sea difícil recuperar la trayectoria de artífice de todo esto. El hombre de los 600 empleados y los 3.000 cubiertos al día en temporada alta. El hombre que coloca el cojín de piel de tigre junto al de leopardo y el de cebra que un cliente acaudalado ha dejado fuera de lugar. Y que da ese posavasos olvidado al camarero y casi se escurre a la hora de hacerle una foto. "Lo mío es el segundo plano", asegura.

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No le verán en entrevistas. Ni posará sonriente en photocalls. No se hará fotos ni con José María Aznar en esas extrañas cenas con su esposa, Ana Botella, y la modelo Valeria Mazza, ni con José Luis Zapatero, ni con Sergio Ramos, ni con la familia real saudí por mucho que estos personajes frecuenten sus cuatro chiringuitos a pie de playa, situados en Marbella y Sotogrande. La última celebridad que frecuentó el marbellí Trocadero Arena, donde hoy hacemos esta entrevista, fue el jugador Pau Gasol, antes de partir a los JJOO de Río. "Vino con un fisioterapeuta, que conozco. Le gusta estar aquí precisamente porque en este club nadie le va a sacar la fotos", explica Dionisio Hernández-Gil, el dueño de esos chiringuitos con aire inglés colonial y apellido Trocadero. Una factoría que le funciona y planea ampliar a Tarifa, en Cádiz.

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