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'Sede vacante', el camarlengo y el decano al timón de la Iglesia
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Un período temporal limitado pero crítico

'Sede vacante', el camarlengo y el decano al timón de la Iglesia

Nadie sustituye al Papa, pero dos cardenales, el decano y el camarlengo, asumen las funciones de dirección provisional de la Iglesia y de la organización del cónclave, hasta la elección del nuevo Pontífice

Foto: El cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo del papa Francisco. (EFE)
El cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo del papa Francisco. (EFE)
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La muerte del Papa establece un período temporal limitado pero crítico. Se denomina ‘sede vacante’ y está perfectamente regulada por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis (pinchar aquí para su lectura íntegra en castellano) dictada en 1996 por Juan Pablo II y reformada muy parcialmente por Benedicto XVI. Por eso, aunque el Papa es insustituible, tanto el Vaticano, como entidad soberana, y la Santa Sede, como cúspide eclesial, están reguladas hasta la elección de sucesor de Francisco.

Desde su fallecimiento, todos los cargos de la Curia cesan automáticamente. Lo han hecho los 15 prefectos (hay una prefecta) de los otros tantos dicasterios (una especie de departamentos ministeriales) que pasan a ser gestionados en aspectos ordinarios por sus secretarios. Ha cesado también el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin. Se mantiene en su cargo, el sustituto de la Secretaría de Estado, monseñor Edgar Peña Parra, venezolano, que asume lo que se estima como el ‘ministerio del Interior’ del Vaticano.

El camarlengo, un jefe vaticano temporal

Desde que se produjo la muerte de Jorge Mario Bergoglio, han comenzado a desempeñar sus funciones dos figuras cardenalicias sobre las que recaen las principales responsabilidades en este interregno. El cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell, nombrado por el Papa en febrero de 2019, asume, de acuerdo con la Constitución Apostólica de 1996, la función de comprobar oficialmente la muerte del Pontífice; debe, además, sellar su estudio y su habitación, disponiendo que el personal que vive habitualmente en el apartamento privado pueda seguir en él hasta después de la sepultura del Papa, momento en que todo el apartamento pontificio será sellado.

Farrell se encargará también de comunicar la muerte al Cardenal Vicario de Roma y tomará posesión del Palacio Apostólico Vaticano y, “personalmente o por medio de un delegado suyo, de los Palacios de Letrán y de Castel Gandolfo, ejerciendo su custodia y gobierno; establecerá, oídos los cardenales todo lo que concierne a la sepultura del Papa y cuidará, en nombre y con el consentimiento del Colegio de los Cardenales, “todo lo que las circunstancias aconsejen para la defensa de los derechos de la Sede Apostólica y para una recta administración de la misma”.

Foto: Kevin Joseph Farrell, en 2016. (Reuters/Stefano Rellandini)

El cardenal camarlengo estará asistido por otros tres cardenales, entre ellos el encargado de los asuntos económicos del Vaticano, y será el punto de referencia fundamental en el gobierno de la ciudad, aunque debe reportar al colegio de cardenales determinadas decisiones. En todo caso, Farrell no podrá tomar decisiones que solo corresponden al Papa.

El decano y el cónclave en el que no participará

El otro cardenal que forma dupla con el camarlengo es el cardenal decano del colegio cardenalicio, elegido por los cardenales-obispos (los de más alta categoría, seguidos por los cardenales presbíteros y los cardenales diáconos que no participan en esa elección). En 2020, fue elegido, y aprobada la elección por el Papa Francisco, el cardenal Giovanni Battista Re, nacido en 1934. El Papa, poco antes de ingresar en el Hospital Gemelli, previendo su fallecimiento, decidió prorrogar el mandato del cardenal Re de manera que tal que no se produjera un vacío cuando él muriese. También prorrogó el mandato del cardenal vicedecano, Leonardo Sandri, nacido en 1947. A ambos, especialmente al decano, les corresponde todo lo relativo a la organización del cónclave.

Foto: El papa Francisco en su encuentro con JD Vance el 20 de abril. (Reuters/Vatican Media)

Se da la circunstancia de que el cardenal Re no es ya elector porque supera la edad de 80 años. El papa Pablo VI estableció en 1970, mediante un motu proprio que solo pudieran elegir al Pontífice los cardenales que no hayan cumplido a la convocatoria del cónclave esa edad. No obstante, sí pueden participar de las conversaciones previas y asistir a los actos funerarios.

Precisamente al cardenal Re le corresponde oficiar la misa Pro eligendo pontifice y pronunciar la homilía que se considera una pieza esencial de orientación sobre la elección del nuevo Papa. Cuando falleció Benedicto XVI la homilía correspondió al cardenal Angelo Sodano, decano del colegio cardenalicio, que tampoco pudo participar en el Cónclave por haber superado los 80 años. El mismo caso, ahora, del cardenal Re, que será sustituido por el vicedecano, monseñor Sandri, en aquellos aspectos que él no pueda atender. Deberá ser el que tome juramento a los cardenales electores y el que pregunte al que haya obtenido 2/3 de ellos para el papado si acepta la elección. Se da la circunstancia de que cuando falleció Juan Pablo II, en 2005, el decano era Joseph Ratzinger cuya homilía, calificada de ‘histórica’, impresionó enormemente a los cardenales que le eligieron sucesor del Papa polaco.

140 cardenales electores

El cardenal decano convocará a los cardenales electores al cónclave que son 140 de un total de 253, la cifra más alta de la reciente historia. El Papa Francisco creó durante su pontificado a 162 cardenal de los que 117 participarán en la elección de su sucesor. Los electores se reunirán tras el entierro de Francisco -entre los cuatro y seis días próximos-, pernoctarán en la Residencia Casa Santa Marta, acondicionada por Juan Pablo II para alojar a los cardenales, aunque las votaciones y el escrutinio se celebrarán en la Capilla Sixtina, manteniéndose el ritual de las fumatas (blanca y negra) para anunciar la elección de nuevo Papa que deberá recabar los dos tercios de los cardenales electores, con normas adicionales para que, si encalla el debate, no se dilate demasiado, previstas en un motu proprio de Benedicto XVI en 2013, poco antes de su renuncia al pontificado.

Todos los Papas, también Francisco (que ha ordenado ser enterrado en Santa María la Mayor y no en San Pedro) han introducido indicaciones que han actualizado las normas para este período transitorio de Sede Vacante. Se desconoce si el Papa ha dictado testamento sobre disposición de bienes u otros extremos, cuestión que corresponde gestionar al cardenal Camarlengo.

La muerte del Papa establece un período temporal limitado pero crítico. Se denomina ‘sede vacante’ y está perfectamente regulada por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis (pinchar aquí para su lectura íntegra en castellano) dictada en 1996 por Juan Pablo II y reformada muy parcialmente por Benedicto XVI. Por eso, aunque el Papa es insustituible, tanto el Vaticano, como entidad soberana, y la Santa Sede, como cúspide eclesial, están reguladas hasta la elección de sucesor de Francisco.

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