UK 'nacionaliza' de urgencia la industria siderúrgica para "garantizar" la seguridad
Los aranceles al acero del 25% impuestos por Trump intensifican la crisis de la industria. Starmer asegura que rescatar British Steel, la última productora del Reino Unido del "acero virgen", es cuestión de seguridad nacional
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La decisión del primer ministro Clement Attlee de nacionalizar la industria siderúrgica del norte de Inglaterra a finales de la década de 1940 fue más que controvertida. Se consideraba demasiado rentable y crucial para la economía regional como para ser gestionada desde Londres. Los conservadores revocaron la decisión en 1951, devolviendo el lucrativo sector a manos privadas. Pero el actual inquilino de Downing Street, el laborista Keir Starmer, vuelve a ponerla bajo el control del Estado. Esta vez, sin embargo, recalca que no se debe a cuestiones económicas, sino a la “seguridad nacional” del país.
Esta ha sido la razón de peso para convocar este sábado a los parlamentarios en una sesión extraordinaria en Westminster para otorgar al Gobierno el control directo de British Steel, cuya planta de Scunthorpe, es la última productora del Reino Unido del llamado "acero virgen", realizado con el antiguo proceso de hornos que alcanzan los 1650 °C.
Los actuales propietarios, el conglomerado chino Jingye Group, consideran insostenible seguir manteniéndola por pérdidas "significativas" y han abierto un proceso para valorar la situación de los alrededor 3.000 empleados. Pero el Ejecutivo, de momento, ha conseguido mantener —literal y metafóricamente— viva la llama.
Es la primera vez desde la guerra de las Malvinas de 1982, que los diputados son convocados a una sesión de emergencia parlamentaria durante un receso de Semana Santa, lo que pone de manifiesto la urgencia de la situación.
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La legislación de emergencia aprobada este sábado no nacionaliza como tal a British Steel, pero sí allana el camino para ello. Más allá de los 3.000 puestos de trabajo, lo que está en juego es el propio papel del Reino en este nuevo orden mundial. Si la planta cierra, se convertiría en el único país del G7 sin capacidad de producción de acero primario, un escenario no demasiado atractivo en el tablero político de la era Trump, donde muchos dan al neoliberalismo por muerto.
Los aranceles al acero del 25% impuestos por Estados Unidos no han sido lo que ha obligado a Downing Street a intervenir, pero sí han supuesto la última gota para una industria que lleva décadas en crisis. La nacionalización, algo impensable hasta hace no mucho tiempo, se presenta ahora como la solución más sensata. “La propiedad vuelve a importar. El Partido Laborista necesita definir el lugar del Reino Unido en este nuevo orden mundial”, recalcaban fuentes gubernamentales a la BBC.
La decisión del primer ministro de anunciar una legislación de emergencia se produce tras las tensas conversaciones que mantenía desde hace semanas con Jingye. Los ministros ofrecieron comprar las materias primas necesarias para mantener los hornos en funcionamiento, pero la empresa china no aceptó la propuesta.
"La propiedad vuelve a importar. El Partido Laborista necesita definir el lugar del Reino Unido en este nuevo orden mundial"
La empresa se fundó en 2016 cuando Tata Steel vendió su división en Scunthorpe, que registraba ya pérdidas, a la firma de inversión privada Greybull Capital por el simbólico precio de 1 libra. Los nuevos propietarios rebautizaron la empresa como British Steel. Tras un período de inestabilidad financiera, fue absorbida por el gobierno en 2019 y un año más tarde fue adquirida por la empresa siderúrgica china Jingye, estando por aquel entonces Boris Johnson en Downing Street. La venta a los chinos nunca fue vista con buenos ojos en Washington.
Jingye afirma que los altos hornos ya no son sostenibles, atribuyendo la situación a las "extremadamente difíciles" condiciones del mercado, los aranceles y los costes asociados a la transición a técnicas de producción con bajas emisiones de carbono. Asegura que lleva invertidos en la planta más de 1.200 millones de libras desde su adquisición, y que las pérdidas rondaban en la actualidad los 800.000 euros diarios.
El Gobierno de Starmer había ofrecido a la compañía una ayuda de casi 500 millones de libras para la financiación de un nuevo horno de arco eléctrico como el que utilizan ya otras acerías, pero Jingye reclamaba una cantidad muy superior.
A medida que pasaba el tiempo y, literalmente, el carbón para mantener los hornos en funcionamiento comenzaba a agotarse, la pregunta era: ¿el gobierno ofrecería aún más a los propietarios chinos o actuaría por sí mismo? Finalmente ha optado por lo segundo modificando la ley para otorgar al ministro de Comercio, Jonathan Reynolds, la facultad de dictar a British Steel qué hacer; en la práctica, comprar carbón para mantener los hornos en funcionamiento, para mantener a flote la otrora poderosa industria siderúrgica.
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Los propietarios chinos seguirán siendo, de momento, los accionistas. Pero la decisión del Ejecutivo compromete a los contribuyentes a empezar a desembolsar dinero para salvar la industria. No está claro por cuánto tiempo. Pero la exigencia de actuar se ha vuelto políticamente atractiva, ya que encaja con el guión cada vez más repetido por Starmer: que el nuevo orden mundial ha cambiado y los gobiernos deben ser más activos y ágiles a la hora de proteger sus propios intereses. En definitiva, si la globalización ha terminado, el Reino Unido debe ser capaz de fabricar por sí mismo los materiales y productos, como el acero, que realmente necesita.
Por otra parte, están también en juego los propios intereses internos de los partidos. El cierre de la acería pondría fin a 135 años de producción de acero en Scunthorpe, una zona dependiente de la industria y una de las más deprimidas económicamente del país. La circunscripción forma parte del llamado Muro Rojo del norte de Inglaterra, donde los conservadores —con la promesa de ejecutar el Brexit— arrebataron en 2019 a los laboristas varios distritos que mantenían desde la II Guerra Mundial. Muchos han sido recuperados por Starmer en las elecciones del año pasado, pero sigue siendo un terreno fértil para Reform UK, del populista de derecha radical Nigel Farage, que sigue teniendo éxito en algunas partes deprimidas de Inglaterra con su manido discurso echando a los inmigrantes la culpa de todo.
Farage posó para los fotógrafos en las instalaciones de Scunthorpe esta semana y pidió al gobierno que nacionalizara la empresa. “China no tiene ningún interés en mantener la acería abierta. Reform ha sido claro desde el principio: la única opción que tenemos para salvar este activo estratégico vital, y miles de empleos en el proceso, es nacionalizar British Steel", matizó.
"Reform ha sido claro: la única opción que tenemos para salvar este activo estratégico vital es nacionalizar British Steel"
En 2023, la industria siderúrgica del Reino Unido contribuyó con 2.300 millones de libras a la economía británica, lo que equivale al 0,1 % de la producción económica total del país y al 1,0 % de la producción manufacturera. Ese mismo año, el Reino Unido produjo 5,6 millones de toneladas de acero bruto, el 0,3 % del total mundial. En comparación, China produjo más de 1.000 millones de toneladas, el 54 % de la producción mundial.
La UE produjo 126 millones de toneladas de acero en 2023, el 7 % del total mundial. En comparación con los países de la UE, el Reino Unido se situó como el octavo mayor productor de acero, después de Alemania, Italia, España, Francia, Austria, Polonia y Bélgica.
La decisión del primer ministro Clement Attlee de nacionalizar la industria siderúrgica del norte de Inglaterra a finales de la década de 1940 fue más que controvertida. Se consideraba demasiado rentable y crucial para la economía regional como para ser gestionada desde Londres. Los conservadores revocaron la decisión en 1951, devolviendo el lucrativo sector a manos privadas. Pero el actual inquilino de Downing Street, el laborista Keir Starmer, vuelve a ponerla bajo el control del Estado. Esta vez, sin embargo, recalca que no se debe a cuestiones económicas, sino a la “seguridad nacional” del país.