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¿Estarías dispuesto a vivir peor para vivir seguro? Todos los sacrificios que haremos los europeos
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ARMAS O MANTEQUILLA

¿Estarías dispuesto a vivir peor para vivir seguro? Todos los sacrificios que haremos los europeos

El objetivo de aumentar en un 1,5% el presupuesto de Defensa de cada país hasta movilizar 800.000 millones de euros tiene que salir de algún sitio: ¿se viene una nueva austeridad?

Foto: Comprando mantequilla en el supermercado. (EFE/EPA/Tolga Akmen)
Comprando mantequilla en el supermercado. (EFE/EPA/Tolga Akmen)

El pasado 12 de diciembre, Mark Rutte, secretario general de la OTAN y ex primer ministro de Países Bajos, lo dijo con claridad. “Para proteger nuestra libertad, nuestra prosperidad y nuestro modo de vida, los políticos deben escuchar sus voces”, explicó en un acto organizado por el think tank Carnegie Europe. “Díganles que deben aceptar hacer sacrificios hoy para que podamos estar seguros mañana”, propuso en referencia al aumento en la inversión en defensa “muy por encima” de un 2% del PIB.

Rutte apuntó directamente a dónde podría salir ese dinero. “En Europa somos el 10% de la población mundial y dedicamos el 50% de todo el gasto mundial a la seguridad social, así que creo que tenemos cierto margen de maniobra”, recordó. En ocasiones posteriores, el secretario ha seguido detallando su hoja de ruta. “Los países europeos gastan de media hasta una cuarta parte de sus ingresos en pensiones, salud y sistemas de seguridad social, y solo necesitamos una pequeña fracción de ese dinero para fortalecer nuestra defensa”, añadió en enero ante el Parlamento Europeo.

El plan de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, pasa por movilizar 800.000 millones en defensa con un aumento del gasto por país en un 1,5% del PIB, 50.000 de los cuales pueden provenir de la reordenación de recursos. Un runrún recorre la Europa del rearme y es de dónde va a salir ese dinero. Con el fantasma de la austeridad aún presente en el inconsciente colectivo, los primeros movimientos son sintomáticos. Países Bajos, por ejemplo, ya ha reducido en un 50% las contribuciones a Unicef y el PNUD y eliminado fondos para programas de derechos de la mujer, educación, deporte y cultura.

Las reacciones se pueden dividir en, al menos, dos grupos. Por un lado, aquellos que lo consideran un falso dilema, pues no se trata de una elección libre (y, entre ellos, los que añaden que la inversión en defensa no deja de ser una forma imprescindible de garantizar la seguridad de las sociedades europeas). Por otro, aquellos que sospechan que los recortes afectarán directamente a las pensiones, ayudas sociales, lucha contra el cambio climático y otros pilares del Estado de Bienestar, la seña de identidad europea. No es un escenario hipotético: Dinamarca ya ha sacrificado un día festivo para aumentar su gasto en defensa hasta el 2%.

"O recortas o no se invierte: las pensiones no bajarán, pero quizá no se actualicen"

Tica Font, experta en Economía Bélica y presidenta del centro Delàs de Estudios por la Paz, saca la calculadora para hacer cuentas teniendo en cuenta el elevado nivel de endeudamiento de la Unión Europea. “Solo hay dos o tres formas: o que la deuda pública se emita en forma de Eurobonos, que la emitan los Estados a partir de sus Letras del Tesoro, o que se asuma por bancos privados que concedan esa deuda”, explica. Como no se llegó a un acuerdo en cuanto a los Eurobonos y la alternativa de la financiación privada no cayó bien, parece ser que los Estados tendrán que asumir esa deuda.

“Para saldarla, vas a tener que realizar recortes presupuestario, eso es indiscutible”, recuerda Font. Por ejemplo, desviando a la inversión en Defensa parte de los fondos New Generation o de cohesión social que iban a ser destinados a otras cuestiones. El objetivo, aumentar en alrededor de un 1,5% del PIB el gasto de Defensa, lo que haría a España llegar a casi un 3% desde el 1,28% actual. “La otra cuestión son los ajustes: puedes aprobar leyes de dependencia, o de construcción de vivienda, pero no habrá dinero”, prosigue Font. “O se recortará o no se invertirá más: las pensiones no bajarán, pero se puede modificar la ley para que no se incrementen de forma acorde al IPC”.

“Mirado más de cerca, estas prioridades no son más que mayores beneficios en los bolsillos de las élites”, añade Clara E. Mattei, autora de El orden del capital (Capitán Swing), profesora en la Universidad de Tulsa y directora del Centro de Economía Heterodoxa (CHE). “Disfrazada de ‘seguridad nacional’, estamos viendo volver la lógica de la austeridad en su expresión más violenta”, explica a El Confidencial. “Esta lógica nos dice que el rol de los Estados en una sociedad capitalista es detraer recursos de los trabajadores, los que no tienen otra opción que vivir a través de las rentas del trabajo, en favor de los que viven de intereses y dividendos”.

El ejemplo que utilizan tanto Font como Mattei es la eliminación a las restricciones de gasto que han puesto en marcha países como Alemania. Una decisión histórica que pone de manifiesto la voluntad por acelerar el gasto militar. “Las llamadas para abandonar cualquier regla fiscal y límite de deuda para favorecer el rearme van esta dirección: muestran de hecho cómo las decisiones económicas son decisiones políticas que dependen de los deseos de las élites”, señala Mattei.

¿Qué va a ocurrir en España?

Otros expertos son menos tajantes. Eduardo Bayón, consultor político y autor de Lucha de tribus (Esfera de los Libros), considera que “la premisa de que para invertir en seguridad y defensa hay que recortar Estado de bienestar parte del marco mental e idoleógico de la crisis de 2008 y de la estabilidad presupuestaria”. El contexto de la UE de la pandemia es muy diferente al de hace dos décadas, “porque en cierta forma aprendieron lo que supuso la austeridad durante la crisis”.

Sánchez ha prometido que la inversión no impactará en el gasto social

Bayón propone el ejemplo de España, donde el presidente Pedro Sánchez ha asegurado que el aumento en inversión militar no impactará en el gasto social, sino que servirá para dar un “salto tecnológico”. “Parece que España está en la línea de aumentar inversión sin que haya recorte de recursos públicos, algo que podría generar bastante malestar, porque han aprendido que la cohesión social es fundamental para la estabilidad de los sistemas democráticos”, valora Bayón. No obstante, como informaba El País esta semana, el gobierno se plantea reordenar el presupuesto para aumentar en 3.500 euros el gasto en defensa sin pasar por el Parlamento.

España, en presupuestos prorrogados desde 2023 y que espera las siguientes elecciones generales para 2027, no tiene mucho margen para disminuir la partida de los distintos ministerios ni parece que haya intención de hacerlo, ya que la negociación con los socios de gobierno no ha sido fácil. “Eso quiere decir que a corto plazo no habrá recortes presupuestarios: se sacará del fondo de reservas de emergencia y de créditos, y ya se apañará el siguiente gobierno”, recuerda Font. Un hipotético gobierno futuro que tendrá que enfrentarse con una deuda en aumento que sigue situándose por encima del 100%.

Y la gente, ¿qué piensa?

Uno de los elementos más llamativos es el aumento al apoyo en gasto militar por parte de la población española, como han mostrado diversas encuestas recientes. Sobre todo, teniendo en cuenta que, tradicionalmente, y por determinadas circunstancias históricas (desde el trauma de la guerra civil hasta su rol en las dos guerras mundiales) no ha sido un país donde estuviese bien visto. Según el último CIS, no obstante, un 75% de consultados se mostraba a favor de un mayor gasto en defensa.

“Creo que está bastante relacionado con el marco comunicativo que ha estado imperando en los últimos años, sobre todo desde la invasión de Ucrania por Rusia”, valora Bayón. Pero para el consultor, existe otro factor importante: el sentimiento europeísta de los españoles. “Creo que tiene que ver con que la idea de querer pertenecer a la Unión Europea es muy fuerte; el actual rearme se enmarca dentro de esa idea de pertenencia a Europa, unido a que la población ha tomado bastante conciencia de las cuestiones de seguridad gracias a su presencia mediática”.

Depende mucho, claro está, de los votantes de cada partido. Mientras un 90,6% de los votantes del PP consideran que Europa debería aumentar su capacidad de defensa, solo un 52,3% de los de Sumar, socio de gobierno, vota afirmativamente. El partido menos favorable es Bildu, con un 32,2% a favor. “Desde que Rusia invadió Ucrania, creo que la UE está haciendo lo que quería hacer pero no se atrevía por la opinión pública”, añade Font, que recuerda que un rearme mucho más lento ya estaba sobre la mesa desde 2017, cuando se acordó el aumento de inversión en defensa. El contexto ha permitido acelerar un proceso que iba a ser mucho más lento, pasando de décadas a años.

¿Sacrificio para hoy, inversión para mañana?

En 1936, el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels pronunció su célebre frase: “Podemos renunciar a la mantequilla, pero a pesar de nuestro deseo de paz, no podemos renunciar a las armas”. Hermann Göring añadió que “las armas nos dan poder, la mantequilla solo nos pone gordos”. Desde entonces, la disyuntiva guns or butter, armas o mantequilla, ha servido para sintetizar esa disyuntiva entre el gasto social y el gasto militar.

En una investigación con ese mismo título publicada por la Universitat Pompeu Fabra el pasado otoño, la economista María Callejón, el médico Juan Guix i Oliver y el economista Vicente Ortún recuerdan que a corto plazo, se trata de una elección a la que hay que hacer frente. La diferencia se encuentra en el medio y largo plazo, señalan los investigadores. En un contexto de expansión y crecimiento económico, es “posible preguntarse si los recursos dedicados a lo militar contribuyen a la expansión económica, y en qué medida se estimula la producción civil por la difusión de innovaciones tecnológicas desarrolladas por los militares”.

"Si se reduce la igualdad y la universalidad, el Estado de Bienestar se revertirá"

La situación cambia en ausencia de productividad y del PIB, “cuando mayor gasto militar implica menor gasto social”. “A este escenario se enfrentan los países europeos de la OTAN al concurrir dos shocks económicos de alto impacto”, explican en alusión al contexto actual, con la desaparición del gas ruso y el desacoplamiento con la industria china. “Tanto las pensiones como la calidad de la enseñanza pública y de la atención sanitaria podrían enfrentarse a dificultades”. Lo que provocará un avance del mix público-privado: “Si el mix se tradujera en reducción de igualdad y de universalidad en la prestación de los servicios sociales, habría reversión en el Estado de bienestar”.

Font tampoco está de acuerdo en esa lógica del hambre para hoy, pan para mañana, que se corresponde con momentos históricos pasados. “Cuando escucho a un ministro decir algo así, le pediría que me diese datos de cuántas patentes pasan a la sociedad civil, porque desde la aparición de las nuevas tecnológicas, el proceso es al revés, es la civil la que se está modificando para uso militar”, valora. Respecto a la creación de puestos de trabajo de una mayor inversión armamentística, la experta está de acuerdo pero matiza: “Claro que va a generar puestos de trabajo, pero los estudios muestran que la misma inversión genera mucho más puestos en civil que en armamento”. Una investigación publicada en 2008 por Robert Pollin mostraba que mil millones de euros invertidos en partidas como educación, sanidad o transporte generaban muchos más puestos de trabajo que si se invertían en la industria armamentística.

Una Europa dividida

La actitud respecto a este rearme varía mucho según el país de Europa. Alemania es uno de los puntos clave, no solo por el papel central que ocupa en la Unión, sino también por la importancia estratégica que puede tener un aumento de la inversión para su industria en crisis. Esta semana ha aprobado una reforma constitucional que permite la exclusión del límite de endeudamiento en defensa que supere el 1% del PIB, alrededor de unos 43.000 milones de euros. Como recuerda Font, en un contexto de crisis, mientras el consumidor puede retraer su consumo ante el aumento de costes, los Estados, principales clientes de la industria armamentística, no escatiman en gastos. Una inversión segura.

placeholder Friedrich Merz, futuro canciller alemán. (Reuters/Michael Kappeler)
Friedrich Merz, futuro canciller alemán. (Reuters/Michael Kappeler)

En Austria, por ejemplo, no existe un debate entre armas o mantequilla, inversión en defensa o gasto social. Apenas hay artículos que lo aborden en esos términos, con salvedades, como el publicado por Martin Tschiderer en Der Standard. Hay bastante consenso público y mediático en que la sustanciosa cantidad de 17.000 millones de euros es necesaria, dado el estado de las fuerzas armadas austriacas, algo que han promovido los últimos gobiernos liderados por el Partido Popular Austriaco. Una ausencia de debate llamativa dado el creciente déficit del país.

“No pienso apoyar una guerra en mi país o en Europa”, manifiesta Louis, un francés de 44 años. “Rearmar Europa a base de deuda y eliminando gasto público provocará un empobrecimiento desproporcionado de los grupos más vulnerables”. Por su parte, Katja, de 47, afirma: “Todo el mundo está hablando de un cambio de era y la posibilidad de una tercera guerra mundial con Rusia atacando Europa. Siguiendo esa lógica, ¿cómo podemos oponernos a defendernos?

Estos dos testimonios resumen la divergencia de opiniones en Francia, un país que destina ya el 2% de su PIB a seguridad y defensa. El presidente Emmanuel Macron preparó a la opinión pública ante la posibilidad de posibles recortes en gasto social durante su intervención del pasado 5 de marzo, en la que apostó por alcanzar una cifra entre el 3% y el 3,5% sin aumentar impuestos. “Tendremos que hacer nuevas elecciones presupuestarias e inversiones adicionales que ahora son indispensables”, recordó. Pero también apostó por una eliminación de los paraísos fiscales y recordó que Roosevelt había aumentado hasta un 94% el impuesto a las mayores fortunas durante la Segunda Guerra Mundial.

Algunos gobiernos afirman que aumentarán la inversión sin recortar ni subir impuestos

Cuanto más al este, mayor sensibilidad existe hacia la necesidad de una inversión mayor en defensa. En la República Checa, el gasto en defensa ya ha alcanzado el 2% del PIB y la coalición de centroderecha planea que llegue hasta el 3% en los próximos años, siempre y cuando no haya un cambio de gobierno en las elecciones de fin de año. La oposición, liderada por el movimiento populista ANO, que tiene muchas posibilidades de vencer este otoño, ha criticado la inversión en defensa, pero no rechaza el objetivo del 3%, al mismo tiempo que apuesta por un mayor gasto social. Armas y mantequilla.

En Grecia no hay un gran debate público sobre la necesidad de aumentar la inversión en defensa, aunque Syriza haya manifestado que este no puede realizarse a costa del gasto social y las políticas de cohesión. En 2021, alcanzó el 3,4% del PIB, el más elevado en los últimos once años. El plan será discutido con detalle el próximo 2 de abril. Sin embargo, la Gran Recesión dejó un profundo impacto en la economía griega: una encuesta realizada en 2023 mostraba que dos tercios de los griegos se consideraban pobres, y la tasa de ciudadanos que no pueden cubrir sus necesidades sanitarias es la más alta de Europa. "No me puedo creer que los recursos financieros vayan a armas, después de tantos años de crisis", lamenta Maria, de 30 años. "Para un país como Grecia será incluso peor, porque los fondos irán a compañías en Alemania, Francia, Reino Unido y EEUU".

Otros países como Bulgaria, sin embargo, apuestan por un mayor gasto social, partida en la que están muy atrás: según una encuesta de Alpha Research, un 57% consideran la sanidad una prioridad, por un 10% en seguridad y defensa. Sin embargo, un 60% valora que se debe apoyar la posición común europea. “No nos hemos hecho la pregunta de si nos lo podemos permitir: es como si dices que no quieres una casa de medio millón, sino que mejor, de millón y medio: ¿te has preguntado qué clase de vida vas a llevar para pegarla, si vas a poder llevar alguna vida?”, concluye Font. La clave, como añade Bayón, se encuentra en cómo un gobierno progresista y socialdemócrata como el español consigue hacer un imposible encaje de bolillos entre el gasto en defensa y el social, si es posible tener armas y mantequilla a la vez.

El pasado 12 de diciembre, Mark Rutte, secretario general de la OTAN y ex primer ministro de Países Bajos, lo dijo con claridad. “Para proteger nuestra libertad, nuestra prosperidad y nuestro modo de vida, los políticos deben escuchar sus voces”, explicó en un acto organizado por el think tank Carnegie Europe. “Díganles que deben aceptar hacer sacrificios hoy para que podamos estar seguros mañana”, propuso en referencia al aumento en la inversión en defensa “muy por encima” de un 2% del PIB.

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