Sarkozy vuelve a los tribunales por su caso más turbio: la presunta financiación por parte del régimen de Gadafi
Empieza en el Tribunal de París el juicio por el presunto financiamiento de la campaña electoral de 2007 del expresidente de Francia por parte de la dictadura de Libia
Nicolas Sarkozy se convirtió el 18 de diciembre en el primer expresidente de Francia en tener que llevar un brazalete electrónico. El equivalente galo del Tribunal Supremo desestimó los recursos de sus abogados y lo condenó de manera definitiva por el caso de las escuchas judiciales. A pesar de ello, el dirigente conservador, al que aún no pusieron ese dispositivo, ha pasado sus vacaciones de Navidad en las Seychelles. Una vez concluida su estancia en esas islas paradisíacas con su esposa Carla Bruni, ahora se enfrenta a una realidad más cruda: su retorno al banquillo de los acusados por la considerada como la trama "quizás la más loca y grave de la Quinta República".
Este lunes empieza en el Tribunal de París el juicio a Sarkozy por el presunto financiamiento ilegal de su campaña presidencial de 2007 por parte de la dictadura libia de Muamar el Gadafi. Además del exjefe del Estado, otros once hombres (entre ellos, tres exministros) son juzgados. Los magistrados instructores han investigado esta compleja trama desde 2013. Durante esta larga década, han recopilado varios testimonios y documentos que apuntan a que la candidatura del entonces líder de la derecha posgaullista recibió más de cinco millones de euros por parte del régimen norafricano.
Sarkozy, de 69 años, quien ha sido condenado en otros dos affaires (el de las escuchas judiciales y por la financiación ilegal de su campaña de 2012 a través de falsas facturas), niega los hechos. Considera que se trata de una "fábula". La máxima autoridad de Francia entre 2007 y 2012 "espera con determinación los cuatro meses de audiencias. Combatirá la construcción artificial imaginada por la acusación. No hubo ningún financiamiento libio de la campaña", ha defendido Christophe Ingrain, uno de sus abogados.
Posible pena de diez años de prisión
El antaño líder de la derecha tradicional de Los Republicanos —ahora mismo el socio menor en el Gobierno de coalición con los partidos afines al presidente Emmanuel Macron— se enfrenta a una posible pena elevada. Podrían condenarlo a diez años de prisión, cinco de inhabilitación y una multa de 375.000 euros. En concreto, lo juzgan por los delitos de corrupción, financiación ilegal, asociación delictiva y malversación de fondos públicos.
Además de Sarkozy, se sentarán en el banquillo de los acusados tres exministros: Claude Guéant, Brice Hortefeux y Eric Woerth. En el momento de los hechos, el primero de ellos ejercía como director de campaña y alquiló una caja fuerte —era tan grande que en su interior cabía una persona de pie— en una entidad bancaria al lado de la Ópera de París. Dijo a la policía judicial que lo hizo para guardar los discursos del dirigente conservador. Además, los magistrados encontraron una sospechosa transferencia de 500.000 euros, supuestamente procedentes de Libia, en beneficio de Guéant en febrero de 2008.
En el caso de Woerth, que es en la actualidad un diputado destacado del partido de Macron, era el tesorero de la campaña sarkozista. Justificó la gran cantidad de dinero en metálico que utilizaban por las donaciones que recibían por parte de particulares. La corte parisina también juzgará en su ausencia —ambos están fugados— a los sulfurosos intermediarios y traficantes de armas Ziad Takieddine y Alexandre Djouhri, quienes construyeron su fama haciendo negocios turbios y orbitando en los círculos de la derecha francesa. Tampoco comparecerá ante el Tribunal el acusado Bechir Saleh, el exdirector de gabinete de Gadafi. Es el autor de un documento, según el cual, el régimen se comprometía a dar 65 millones de euros al equipo de Sarkozy.
Ayuda económica a cambio de normalización diplomática
¿Hubo un "pacto de corrupción" entre Sarkozy y el dictador Gadafi, derrocado y asesinado en 2011? ¿Qué rol tuvo el dirigente conservador entre el dinero que presuntamente circuló entre las altas esferas libias y su entorno más cercano? ¿Esa trama influyó en el rol preponderante de Francia en la operación militar internacional que acabó con 40 años de dictadura gadafista? Son algunos de los interrogantes que se tratarán en este juicio, cuya duración está prevista hasta el 10 de abril.
Los jueces deberán determinar la verdad sobre esta trama que supuestamente se remonta a 2005. En octubre de ese año, Sarkozy, que ejercía de ministro del Interior, se reunió con Gadafi en Libia. Los magistrados instructores sospechan que ese encuentro sirvió en realidad para sellar un "pacto de corrupción". De hecho, encontraron pruebas sobre una segunda visita de Sarkozy en Libia, en ese caso secreta, en mayo de 2006, apenas un año antes de las elecciones, según explican los periodistas Fabrice Arfi y Karl Laske en el libro Avec les compliments du guide (Con los cumplidos del guía).
Por un lado, el dirigente galo y su entorno se comprometieron a ayudar a ese régimen a superar su marginalización respecto a Occidente, motivada, entre otros motivos, por los atentados cometidos durante los años ochenta. Entre las partes civiles de este juicio están dos familiares de las víctimas en el avión DC-10 que estalló en pleno vuelo en 1989 entre República del Congo y Francia, provocando la muerte de 170 personas.
El dirigente galo y su entorno se comprometieron a ayudar a ese régimen a superar su marginalización respecto a Occidente
Ese atentado se debió a una maleta bomba que pusieron los servicios secretos libios, entonces dirigidos por el cuñado de Gadafi, Abdallah Senoussi, supuestamente también implicado en la trama de financiación de Sarkozy. "Nos hemos sentido traicionados", denunció Danièle Klein, hermana de una de las víctimas, sobre los presuntos vínculos entre ese terrorista y el entorno del expresidente, en unas declaraciones recientes al diario digital Mediapart.
Por el otro, la dictadura libia puso supuestamente sus petrodólares a disposición de la campaña de Sarkozy, quien se impuso en 2007 a la socialista Ségolène Royal. También existen sospechas de que hubo enriquecimiento personal. El dinero, según los jueces instructores, circuló a través de maletas y transferencias en paraísos fiscales, como las Bahamas. Una nota firmada por Moussa Koussa, exjefe de los servicios de inteligencia de Libia, mencionaba la existencia de un acuerdo para financiar esa campaña electoral. También había referencias a esas transferencias en un cuaderno de 2007 de Choukri Ghanem, el exministro del Petróleo libio al que hallaron muerto en el Danubio en 2012 en "unas condiciones sospechosas", según el FBI.
El intermediario Takieddine dijo haber dado a Sarkozy y Guéant unos cinco millones de euros que procedían de Libia, entre 2006 y 2007. No obstante, este empresario franco-libanés cambió su versión hace cuatro años en una entrevista desde Líbano para la cadena BFM TV y la revista Paris Match. Los jueces sospechan que esa modificación se debió a un intento de soborno por parte del entorno del expresidente, que presuntamente le prometió cuatro millones de euros. El mandatario ha sido imputado por ello y se trata de uno de los otros casos —junto con la concesión del Mundial de fútbol de 2022 a Catar— por el que podrían juzgarlo de nuevo en el futuro.
¿Influyó en la guerra de Libia de 2011?
De los trapos sucios del expresidente, en principio el más grave se trata de la financiación libia. Los primeros en hablar en público de ello fueron Gadafi y sus acólitos. "Sarkozy tiene un trastorno mental. Fui yo quien le hizo llegar al poder", declaró el dictador en marzo de 2011 en una entrevista para Le Figaro. Pocos meses después de esas declaraciones, sin pruebas fehacientes que las respaldaran, Mediapart publicó su primera investigación sobre los vínculos sospechosos entre la galaxia sarkozista y el régimen libio.
Desde entonces, el expresidente asegura que se trata de una invención por parte de Gadafi para vengarse del apoyo de Francia a la oposición libia durante la Primavera Árabe. París ejerció un papel clave en la ofensiva militar occidental que acabó con esa dictadura. Pero alimentó una guerra civil que ha causado decenas de miles de muertos y ha convertido Libia en un Estado fallido, así como un foco de desestabilización del Mediterráneo y la zona del Sahel (en el norte de África).
"Si fuera una serie, se diría que el guion resulta inverosímil", aseguró Sarkozy, refiriéndose a lo rocambolesco de que decidiera acabar con el régimen que había financiado su campaña. Pero a veces la realidad supera la ficción. Desde 2011, existen dudas sobre las verdaderas motivaciones de Francia para promover esa operación militar. Entre los hechos extraños que se produjeron entonces, hubo el bombardeo contra el domicilio privado del cuñado de Gadafi. Catorce años después, el juicio en París podría resucitar los fantasmas de esa guerra que dejó un mal recuerdo.
Nicolas Sarkozy se convirtió el 18 de diciembre en el primer expresidente de Francia en tener que llevar un brazalete electrónico. El equivalente galo del Tribunal Supremo desestimó los recursos de sus abogados y lo condenó de manera definitiva por el caso de las escuchas judiciales. A pesar de ello, el dirigente conservador, al que aún no pusieron ese dispositivo, ha pasado sus vacaciones de Navidad en las Seychelles. Una vez concluida su estancia en esas islas paradisíacas con su esposa Carla Bruni, ahora se enfrenta a una realidad más cruda: su retorno al banquillo de los acusados por la considerada como la trama "quizás la más loca y grave de la Quinta República".