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El partido sorpresa de las elecciones andorranas que quiere meter en cintura a los 'youtubers'
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"La solución no es ser un nuevo Dubái"

El partido sorpresa de las elecciones andorranas que quiere meter en cintura a los 'youtubers'

El país pirenaico votará el 2 de abril su nuevo Gobierno viendo cómo su economía sigue en auge, pero el encarecimiento de la vivienda y del coste de la vida ha hecho que una nueva candidatura emerja pidiendo limitar la inversión extranjera

Foto: El candidato del partido Concòrdia a las elecciones generales del Principado de Andorra, Cerni Escalé. (F. G. M.)
El candidato del partido Concòrdia a las elecciones generales del Principado de Andorra, Cerni Escalé. (F. G. M.)
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Son las 11 de la mañana del primer miércoles de marzo y el ruido de las obras no cesa en la avenida Carlemany. Las radiales y la maquinaria pesada marcan desde hace unos años la sinfonía característica del centro neurálgico de Andorra. Y las grúas completan el paisaje. El país pirenaico vive un boom inmobiliario que se extiende por todo el territorio, pero que tiene su imagen más característica a pocos metros de su calle más famosa. Cinco torres de viviendas de lujo de unos 20 pisos de alto que muestran el tirón de un pequeño punto en el mapa europeo que no para de ganar interés y atraer fortunas de todo el planeta. ¿El problema? Que lo que debía ser el símbolo del éxito andorrano y su proyección al mundo se ha convertido para muchos vecinos en el ejemplo perfecto de que la situación se ha ido de las manos.

A 20 minutos andando del nuevo skyline nacional, en un sencillo local del angosto barrio antiguo de Andorra la Vella, se organiza el grupo que ha puesto cara a este hartazgo. Un equipo plagado de treintañeros de origen andorrano y algo de experiencia política, que el verano pasado empezó un movimiento ciudadano y ahora quiere dar el salto a la política aprovechando las elecciones generales del próximo 2 de abril. Su nombre es Concòrdia y sus miembros están lejos de la imagen de los grandes chalés y los deportivos cantosos. Preparándose para la manifestación del 8-M, su aspecto cuadra más con el de una nueva generación urbanita, formada y que ha crecido en el país. Rodeados de carritos de bebé, centran su discurso en denunciar la pérdida de calidad de vida de los residentes y explican este proceso en una especie de efecto cascada.

Un modelo económico basado en la llegada masiva de capital extranjero para aumentar el PIB ha provocado un encarecimiento de la vida para los residentes, hasta expulsarlos poco a poco. Un relato que choca con la base del sistema, habla de gentrificación y rompe tabúes, mencionando hasta subidas de impuestos, pero que ha calado en el cerrado debate político del lugar, colocándolos como la candidatura sorpresa que sueña con jugar un papel clave en el próximo Gobierno nacional. "No se sabe cuál será el resultado, pero el Gobierno actual nos tiene cierto miedo", comentan algunas voces del país.

Foto: Julio Corbacho, 'youtuber' residente en Andorra, posa con su Porsche Panamera en Les Escaldes. (Reportaje fotográfico: Fernando Galindo)
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Guillermo Cid. Andorra Fotografía: Fernando Galindo

Al frente de la candidatura está Cerni Escalé (35 años), un exempleado del Banco Mundial y de la agencia Moody's que acaba de ser padre y se cuida, mucho, de hablar negativamente de su nación o de ideologías: "somos transversales", afirma. Pero que a la vez critica la situación de forma tajante. "El movimiento nace de la inquietud que teníamos un buen grupo de ciudadanos que veíamos que en Andorra, siguiendo un modelo inercial, no parábamos de hablar de crecer cuantitativamente. Todo pasaba por mejorar el PIB como fuese, sin darnos cuenta de que lo que estaba creciendo en los últimos años era la desigualdad". El capital importante sigue llegando y su tierra cada vez es más atractiva para el extranjero, pero a cambio, aseguran, "los andorranos vamos notando que nuestro país cada vez es algo menos nuestro y perdemos calidad de vida". ¿Su propuesta principal? Frenar para repensar lo que se está haciendo.

No es una medida fácil, porque lo cierto es que Andorra lleva décadas creciendo sin parar gracias a atraer personas foráneas con su atractivo sistema fiscal. Y el caso de los youtubers solo es el último ejemplo. Como explica el sociólogo del centro de estudios Andorra Investigación + Innovación, Joan Micó, el país ha visto cómo su población se ha ido multiplicando en distintas oleadas desde los cincuenta y de la mano de la inmigración ha ido creciendo su economía. Pero lo que ha cambiado en los últimos tiempos, según la opinión de Escalé, es que ese crecimiento se ha descompensado. En plena explosión de los negocios digitales y las facilidades de deslocalización, grupos como el suyo empiezan a hablar de que el beneficio conseguido por las fortunas que llegan no revierte en la sociedad andorrana, sino que o se concentra en manos de unos pocos o sale del país.

placeholder Un obrero pasa frente a un anuncio de nuevas construcciones en el centro de Andorra. (F. G. M.)
Un obrero pasa frente a un anuncio de nuevas construcciones en el centro de Andorra. (F. G. M.)

Para Concòrdia, el caso de la vivienda es el más paradigmático porque "vivimos un alud de hormigón sobre nuestro territorio", dicen. En un país de apenas 468 kilómetros cuadrados, en los que menos del 10% son edificables, el suelo es un bien preciado y escaso. Además, la buena situación económica andorrana hace que necesite de una gran parte de población flotante, temporeros que llegan de Argentina o Chile durante los meses de invierno y que necesitan alquilar, turistas y aquellos que buscan ser residentes para gozar de los beneficios tributarios andorranos. En el caso de los residentes pasivos, por ejemplo, han de hacer una importante inversión en el país (hace unos meses pasó de 400.000 euros a 600.000) para poder quedarse, y muchos dedican esa inversión al inmobiliario.

Todo eso ha hecho que el territorio se llene de grúas, pero también que cada vez haya más sensación de agotamiento y que los especuladores se multipliquen. Solo basta buscar contenidos entre algunos youtubers españoles para ver el negocio al que también ellos se han sumado. "Se habla de aumentar la oferta, pero lo que se construye es de lujo, como las torres de Les Escaldes, porque es lo que más dinero da, por lo que la mayoría de andorranos no pueden permitírselo. Además, hay miles de pisos vacíos, pero que no se está haciendo mucho por ponerlos en circulación. En una gran ciudad eso lleva a la expulsión de la gente hacia el extrarradio, pero aquí no hay esa opción y muchos acaban residiendo en La Seo de Urgel (a unos 20 kilómetros, ya en territorio español), con lo que eso supone para nuestro país, su tejido social, su movilidad y su comunidad", comentan desde el partido.

La situación ha llevado a precios disparados y medidas desesperadas como pedir a los hoteles que reconviertan sus espacios en lugares para vivir. Según calculan distintos andorranos preguntados por este periódico, el alquiler de un estudio supera los 1.000 euros mensuales y un piso de tres habitaciones llegar a los 2.500. Hablar de alquileres de 1.200 suena a chollo, sin embargo, el sueldo mínimo, que es el que tiene, entre otros, la mayoría de temporeros que llegan al país, ronda esa misma cifra. Las cuentas ya no salen como antes, según cuenta Carlos, un gallego que lleva cerca de 30 años como residente. "Hubo una época en la que sí, que era muy rentable trabajar y vivir aquí, pero ya no. Todo ha subido muchísimo, menos los sueldos", añade.

placeholder Un trabajador opera en una de las nuevas edificaciones de la capital. (F. G. M.)
Un trabajador opera en una de las nuevas edificaciones de la capital. (F. G. M.)

El Departamento de Estadística andorrano pone cifras a esta carrera alcista. El coste de comprar una casa ha aumentado en un 50% en solo cinco años. Según esta institución, el precio medio del metro cuadrado en Andorra era de 2.127 euros en 2017, la cifra se ha disparado hasta los 3.266 en enero de 2023. Hay zonas como Escaldes que han visto cómo el precio de los pisos se multiplicaba casi un 50% solo entre 2021 y 2022, y ya se mueven cerca de los 4.700.

Esa sensación de frustración ha llegado al debate de las próximas elecciones, prácticamente todos los partidos dedican algo de su tiempo a la situación y han ofrecido alguna medida de cara a las próximas elecciones. Sin embargo, pocos hablan de soluciones tan duras como la candidatura de Escalé, que toma ejemplos de otras ciudades o países con problemas con la inversión extranjera y la especulación inmobiliaria, como Lisboa o Canadá. Quieren una moratoria que impida más inversión extranjera en vivienda en los próximos 18 meses, acuerdos para poner en circulación los pisos vacíos e incluso sugieren una subida de impuestos a las segundas residencias. Pero es difícil poner sobre la mesa grandes medidas de este tipo y esperar apoyos mientras el país sigue creciendo.

¿Cómo conjugar crecimiento y crítica?

El gran reto al que se enfrenta el pequeño coprincipado pirenaico es cómo iniciar un cambio en el modelo cuando no van mal. El PIB, como la población, se ha estabilizado tras el varapalo que supuso el covid, pero sigue mejorando al ritmo de la mayoría de naciones europeas y los extranjeros no dejan de llamar a la puerta, incluso con las subidas de requisitos interpuestas por el Gobierno actual (el residente pasivo debe poner 600.000 euros en vez de 400.000 y el societario, como los creadores de contenido deben dejar una fianza de 50.000 euros en vez de 15.000). Concentra más población que todas las localidades que rodean al país, con 15 veces menos espacio, no hay un atisbo del mal que envenena el mundo rural.

Para recabar electorado, Concòrdia habla de "reandorranizar" el país y recuperar la iniciativa desde dentro para revertir las desigualdades. Ahí entran de lleno situaciones como las de los youtubers. Hablan abiertamente de que los residentes que lleguen de fuera deberían hacer exámenes de catalán para poder renovar los permisos de residencia y quieren poner medidas que fomenten la contratación de mano de obra local, dos puntos que entre los creadores de contenido españoles son polémicos. Muchos tienen sus propias plantillas formadas por personal español y tienden a hacer comunidades algo aisladas. "Nosotros no vamos a cerrar la puerta a nadie, somos un país de acogida, pero necesitamos que el que venga aporte y no solo con su dinero, sino que reinvierta los beneficios de vivir en Andorra, que son muchos, en hacer comunidad. Y que se integren en ella para cohesionar la sociedad, que es algo que se está controlando muy poco", comenta Escalé.

Junto a los youtubers también mencionan otro grupo de grandes profesionales que se ha instalado, el de los traders. Para ellos, comentan en uno de sus últimos videos promocionales, proponen nuevos tributos sobre los beneficios que sacan de comprar y vender activos si en esas operaciones no están inmiscuidas empresas andorranas. Una medida que busca seguir en la línea de un mayor apoyo a los locales frente al extranjero.

placeholder Cerni Escalé, durante una entrevista con EC. (F. G. M.)
Cerni Escalé, durante una entrevista con EC. (F. G. M.)

Lo cierto es que el miedo a perder el espíritu andorrano es uno de los grandes pilares de la nación, como señala Micó. Desde las primeras llegadas masivas de los 50, la identidad pirenaica ha marcado mucho el camino del país. "Piensa que en esos años Andorra tenía cerca de 5.000 habitantes. Durante décadas se controló muchísimo quién conseguía la ciudadanía y quién no, porque los picos provocaban problemas que un territorio como este tiene que absorber poco a poco, y hasta hace poco los andorranos no eran mayoría", comenta el experto. Conseguir la ciudadanía es difícil, se necesitan 20 años de residencia, casarte con un andorrano o haber nacido allí. En estas elecciones, de una población de cerca de 80.000 habitantes, solo tienen derecho a voto unos 27.000. "Para entender la política andorrana y el sistema hay que entender esto, una minoría de la población es la que al final toma las decisiones políticas y eso marca mucho el debate", contextualiza Micó.

La sensación para muchos de esos andorranos es que el país vive un punto de inflexión, por eso que estas elecciones estén haciendo más ruido que otras anteriores. Por un lado está el asunto del encarecimiento de la vida y la transformación del paisaje, pero también deciden estos días la forma en la que quieren entrar en Europa. Se debate el tratado con la UE y no hay una posición clara. "Nosotros somos europeos positivos, es decir, nos gusta la idea de mejorar las relaciones con la Unión Europea e importar medidas que puedan ayudar a mejorar el bienestar local, pero también queremos proteger lo que nos hace diferentes y de nuevo reclamar el espíritu andorrano", detalla Escalé.

placeholder Trabajadoras del hogar en La Torre Nova Neteja, de Andorra la Vella. (F. G. M.)
Trabajadoras del hogar en La Torre Nova Neteja, de Andorra la Vella. (F. G. M.)

Aquí también entra la idea de ser un país finito. El sistema andorrano basa su sostenibilidad en la recaudación de impuestos indirectos, a través de, por ejemplo, el precio de la gasolina, y solo desde 2012 cuentan con algo de tributación directa como el IRPF o el Impuesto de Sociedad a tipos bastante bajos. Pocos hablan de cambiar mucho ese marco tributario que tanto les ha dado, pero sí hay voces que empiezan a mencionar que este tendría un límite, como otro de los impulsores de Concòrdia, Martí Alay. Para Escalé, el sistema andorrano ya se ha igualado al resto de Europa, pero hay que ser consciente de sus límites. "No creemos que el país pueda crecer mucho más si queremos tener una buena calidad de vida y mantener un sano sistema de bienestar. Al igual que ocurre con la vivienda, pensamos que hay que poner cuotas a la llegada de residentes para evitar colapsos", comenta.

La batalla que llega a las ciudades

Ciudadanos, expertos y candidatos hablan continuamente de las particularidades de Andorra, pero no se les escapa que los problemas que se plantean tienen cierto parecido con lo que ocurre en otros grandes núcleos de población del planeta. Es más, desde Concòrdia no paran de mencionar las acciones tomadas por los Gobiernos de Canadá o Portugal de cara a limitar la inversión extranjera para intentar frenar la desigualdad y la especulación inmobiliaria. "Sabemos que es un problema que tienen todas las grandes ciudades, claro que aquí se acentúa porque no dejamos de ser un país muy pequeño y que no hay un extrarradio como tal. De ahí que hablemos de modelo nacional, con nuestras limitaciones y que sea tan necesario actuar ya", comenta Escalé.

placeholder Construcciones Ordino, Andorra. (F. G. M.)
Construcciones Ordino, Andorra. (F. G. M.)

Un paseo por el centro del principado basta para ver que el modelo actual se dirige a una economía comercial basada en el lujo. Crecen las torres, pero también los centros comerciales con todo tipo de marcas de alto standing o incluso un casino que acaba de abrir en Andorra La Vella y que es el primero que se instala en el país. Conceptos como lujo o clase alta no paran de aparecer en anuncios y promociones. "Sí, está la idea de parecerse Mónaco, pero también se habla de ser Dubái o Singapur. Nosotros no creemos que la solución para nuestra tierra pase por ser un nuevo Dubái", señala Escalé.

Esa idea del sueño de ser Singapur o Dubái y exportar sus modelos cada vez gana más adeptos entre muchas ciudades que ven en la atracción de grandes capitales y mercados de lujo el progreso de su territorio. Buena parte de esa idea pasa por incentivos fiscales que lleven a esas fortunas a interesarse por tu territorio y es un debate que ha llegado incluso a Madrid, donde el alcalde, José Luis Martínez Almeida, ha pedido estos días una reforma de la ley de capitalidad para poder gestionar esos cambios tributarios y ganar competitividad.

Pero en el coprincipado, donde ya tienen ese atractivo fiscal y han conseguido atraer a muchos inversores, viven ahora el siguiente problema. "Está muy bien ser atractivo para los inversores y que aparezcamos como un lugar seguro, tranquilo y de gran belleza donde prosperar, porque lo somos. Pero eso no puede dejar a un lado a los residentes", termina Escalé.

Son las 11 de la mañana del primer miércoles de marzo y el ruido de las obras no cesa en la avenida Carlemany. Las radiales y la maquinaria pesada marcan desde hace unos años la sinfonía característica del centro neurálgico de Andorra. Y las grúas completan el paisaje. El país pirenaico vive un boom inmobiliario que se extiende por todo el territorio, pero que tiene su imagen más característica a pocos metros de su calle más famosa. Cinco torres de viviendas de lujo de unos 20 pisos de alto que muestran el tirón de un pequeño punto en el mapa europeo que no para de ganar interés y atraer fortunas de todo el planeta. ¿El problema? Que lo que debía ser el símbolo del éxito andorrano y su proyección al mundo se ha convertido para muchos vecinos en el ejemplo perfecto de que la situación se ha ido de las manos.

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