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Esto es lo que los jefes de espías de los países bálticos tienen que decir sobre Rusia
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Guerra en Ucrania

Esto es lo que los jefes de espías de los países bálticos tienen que decir sobre Rusia

Varios periodistas internacionales han publicado artículos sobre sus conversaciones con figuras de alto perfil en los servicios de inteligencia de los tres países bálticos

Foto: Ejercicio militar en la base aérea de Amari (Estonia). (Reuters/Lisi Niesner)
Ejercicio militar en la base aérea de Amari (Estonia). (Reuters/Lisi Niesner)
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En sus relaciones con la prensa, los servicios de espionaje de los estados bálticos suelen ser mucho más abiertos que sus colegas de otros países. Los jefes de sus organismos de inteligencia no solo comparecen regularmente en programas de televisión y dan ruedas de prensa, sino que se prestan con relativa facilidad a ser entrevistados. Sin ir más lejos, el Servicio de Inteligencia Exterior de Estonia, el Valisluureamet, emite a principios de año un informe anual en el que sus analistas realizan una estimación sobre las principales amenazas y desafíos para el país y para Europa, que se ha convertido en lectura obligada para todos aquellos que siguen la región.

Formalmente, dicho documento podría pasar por cualquier otro emitido por un think tank e institución pública o privada, pero cuenta con la información privilegiada que maneja la comunidad de inteligencia de esta nación, que respecto a la vecina Rusia es mucha. Y sus conclusiones suelen ir bien encaminadas. El de este año, por ejemplo, abría con una sección titulada Rusia está lista para la guerra, y afirmaba: "Según nuestra estimación, las Fuerzas Armadas Rusas están listas para embarcarse en una operación militar a gran escala contra Ucrania a partir de la segunda mitad de febrero". No podían haber estado más acertados.

Foto: Escenas del frente de Jersón, Ucrania. (EFE/Stanislav Kozliuk)

En las últimas semanas, varios periodistas internacionales han publicado artículos sobre sus conversaciones con figuras de alto perfil en los servicios de inteligencia de los tres países bálticos. Y en todos ellos transpira la misma idea: os lo dijimos. Todos esos funcionarios coinciden en mostrar, por un lado, frustración por haberse pasado años advirtiendo sobre el peligro de una Rusia expansionista, y por otro alivio de que por fin sus socios en Europa y en la Alianza Atlántica hayan cobrado conciencia de la situación real.

"Intentamos informar a nuestros socios y a diferentes líderes hace muchos, muchos años. Pero, naturalmente, algunos de ellos pensaron que somos los típicos bálticos esquizofrénicos dando gritos sobre Rusia. Así que no sé si no nos creían o no querían creernos, pero ahora todas las cartas están sobre la mesa", dice Mikk Marran, el hasta ahora director general del Servicio de Inteligencia Exterior estonio —un puesto que deja este mes para pasarse al sector privado— en una entrevista con el periodista estadounidense y experto en Rusia Michael Weiss, publicada en Yahoo News.

"Cuando intentamos explicar a nuestros socios que no se podía confiar en Rusia, lo negaron. Georgia, Crimea… Nada cambió. Y aquí estamos ahora en 2022", señala otro funcionario de inteligencia entrevistado por el periodista estonio Eero Epner para la revista Eesti Ekspress. En el mismo artículo, Aleksander Toots, el jefe del KAPO —el Servicio de Seguridad Interna de Estonia, que se ocupa de tareas de contrainteligencia—, matiza: para ser justos, esto no se aplica a los servicios de espionaje occidentales. "Conocen Rusia lo suficientemente bien", dice, explicando que los operativos europeos que tienen que lidiar con cuestiones relacionadas con este país y están inmersos en la cultura son muy conscientes de cuál es la situación y los matices. Pero no sucede lo mismo con sus políticos, e incluso con los directores de sus agencias de inteligencia.

Foto: Un soldado ucraniano en el frente de Jersón. (Reuters/Viacheslav Ratynskyi)

"[Occidente] es afortunado. Somos una pantalla intermedia entre ellos y Rusia. Han olvidado muchas cosas y piensan que Rusia es simplemente como ellos", señala Toots. Marran se expresa en un sentido similar: "Todos los grandes servicios de inteligencia tienen 'casas Rusia'. Nosotros somos una Casa Rusia. El 85 o 90% de lo que monitorizamos es a nuestro vecino de al lado", dice, utilizando la expresión popularizada en la novela homónima de John Le Carré para referirse a las secciones de las agencias de espionaje especializadas en dicho país. "Nuestra gente comprende la mentalidad [rusa], todavía tienen las capacidades lingüísticas y pueden juntar las piezas del puzle, creo, mejor que nadie en el mundo", asegura.

Estonia, de hecho, es uno de los países del mundo con uno de los sistemas más sólidos de información sobre Rusia, dada no solo la proximidad física —ambos países comparten una frontera de 294 kilómetros— sino también la agresividad con la que el Kremlin trata de interferir en la vida política y social estonia. En 2007, Moscú lanzó una campaña híbrida en este país que combinó ciberataques, desinformación y disturbios que, bajo los estándares actuales, hoy sería considerada un acto de agresión contra un país de la OTAN y provocaría una respuesta colectiva en virtud del Artículo 5 de la organización. Para Tallín, dedicar recursos a espiar dentro de Rusia —y a cazar espías rusos en suelo estonio: el equipo de Aleksander Toots ha detenido a un total de 21 en los últimos 12 años— no es solo una cuestión prioritaria, sino probablemente existencial.

Por ello, desde el principio de la invasión de Ucrania, Estonia ha dedicado aproximadamente un 1% de su PIB a apoyar a Kiev con armamento e inteligencia, con menos reticencias que otros servicios. "Cada pieza y elemento que recopilamos que pueda ayudar a Ucrania, simplemente se lo pasamos", indica Marr. El razonamiento detrás de este apoyo, señala, es que cada tanque ruso destruido en Ucrania es un tanque ruso menos que algún día podría invadir Estonia.

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Porque si en algo destacan estos funcionarios de inteligencia es en su posición virulentamente antirrusa: casi todos ellos insisten en que el problema no es solo Vladímir Putin, sino la mentalidad de Rusia como nación. Por eso, "cuando empezó la guerra, nos preocupaba la gente que decía que esto solo era la guerra de Putin", afirma Normunds Mezviets, director general del Servicio de Seguridad del Estado de Letonia, en su entrevista con Epner. "Nuestras estimaciones sobre Rusia no han cambiado en los últimos 30 años", asegura, señalando que Rusia aspira a recuperar su estatus como imperio a cualquier precio.

Algo parecido opina Darius Janusiskis, director del Departamento de Seguridad del Estado de Lituania: "Creía que su mentalidad cambiaría con los años y habría un reconocimiento [de los crímenes cometidos por la URSS] tras la guerra. Eso habría sido lo normal. Pero me equivoqué". El problema, sostienen estos espías, es que a Rusia nunca se le ha exigido responsabilidades por las atrocidades cometidas durante la ocupación, por ejemplo, de los países bálticos. "Nunca han tenido que rendir cuentas. Y eso ha hecho que se sientan invencibles", sentencia Arnold Sisnisalu, director general del KAPO de Estonia. El trauma en estos países es de tal profundidad que durante sus encuentros, los jefes de los servicios de inteligencia de los tres países prefieren comunicarse en inglés antes que en ruso, a pesar de que todos lo hablan de forma fluida, explica Epner.

Por eso, la perspectiva de negociar ahora con Putin no entusiasma a estos espías veteranos. "Allí, la diplomacia es un signo de debilidad. Rusia solo reconocer la fuerza. Para Occidente es difícil entenderlo, porque los occidentales tienen valores diferentes y creen que los demás también lo hacen", insiste Mezviets. "Nuestro trabajo como servicios de inteligencia es proporcionar estimaciones de información a nuestros líderes. Y nuestra estimación es que no deberíamos empujar a Ucrania a una negociación, porque eso le enviaría a Putin el mensaje de que las cosas están saliendo conforme a él espera", coincide Marran.

Foto: European Focus.

El estonio cree que la idea de que un Putin acorralado puede ser muy peligroso no se corresponde con la realidad. "Diría que es mejor para nosotros verle contra las cuerdas que fuera de ellas, donde tendrá más opciones para lidiar con Occidente. Creo que eso es lo que él espera. Yo lo dejaría contra las cuerdas", afirma. Y pese a que en caso de que Rusia utilice un arma nuclear en Ucrania, Estonia sería uno de los países más afectados, Marran no cree que estemos ni mucho menos ante ese escenario. "En primer lugar, estoy bastante seguro de que todos los principales servicios están siguiendo la situación alrededor de los depósitos nucleares de Rusia. En segundo lugar, la postura nuclear de la OTAN está lista para lidiar con esa situación. Y, en tercer lugar, diría que incluso China e India darían una respuesta bastante dura, al menos retóricamente, en caso de que Rusia detonase un arma nuclear. Putin se arriesga a perder los únicos amigos que le quedan", analiza.

Para Marran, el tiempo juega a favor de Ucrania, que acabará por vencer, porque a diferencia de los rusos, para los ucranianos es una guerra de independencia. Pero la victoria no será sencilla. "No debemos subestimar la capacidad [de los rusos] de seguir presionando cuando otros abandonarían. Los primeros movilizados que lleguen a la zona de guerra son los objetivos más sencillos para los ucranianos, pero probablemente habrá una especia de ciclo de eventos darwinista. Los que sobrevivan en los primeros meses aprenderán cómo hacer su trabajo y se convertirán en mejores soldados", concluye. Pero mientras dure la guerra, los países bálticos y sus espías tienen claro que seguirán firmemente del lado de Ucrania, incluso si otros aliados flaquean.

En sus relaciones con la prensa, los servicios de espionaje de los estados bálticos suelen ser mucho más abiertos que sus colegas de otros países. Los jefes de sus organismos de inteligencia no solo comparecen regularmente en programas de televisión y dan ruedas de prensa, sino que se prestan con relativa facilidad a ser entrevistados. Sin ir más lejos, el Servicio de Inteligencia Exterior de Estonia, el Valisluureamet, emite a principios de año un informe anual en el que sus analistas realizan una estimación sobre las principales amenazas y desafíos para el país y para Europa, que se ha convertido en lectura obligada para todos aquellos que siguen la región.

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