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Carlos III asume el legado de Isabel II para iniciar un reinado cargado de cambios
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Primer discurso del rey

Carlos III asume el legado de Isabel II para iniciar un reinado cargado de cambios

Sabe que la nación considera a su madre como la apoteosis de la monarquía constitucional, por lo que tiene la misión de imponer su impronta y reflejar el hecho de que el Reino Unido de hoy es un país diferente al de 1952

Foto: El nuevo rey de Inglaterra, Carlos III. (Reuters/Henry Nicholls)
El nuevo rey de Inglaterra, Carlos III. (Reuters/Henry Nicholls)
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Hasta convertirse en Carlos III, el papel del primogénito de Isabel II ha sido sumamente complicado. Sobre todo en los últimos años, donde tenía que estar representando a la reina, pero al mismo tiempo, no podía quitarle el protagonismo como jefa de Estado. En definitiva, debía estar, pero solo para mantenerse a un lado. Uno de los tantos episodios que quedó reflejado fue el del pasado mes de mayo, cuando tuvo que inaugurar, por primera vez en la historia, la apertura del Parlamento británico después de que la soberana se tuviera que ausentar aquejada ya de problemas de movilidad.

Un trono vacío sería un poderoso símbolo, por lo que Carlos tuvo que sentarse en el trono del consorte. Vestido con el uniforme de gala de Almirante de la Flota, leyó las propuestas legislativas del Gobierno, con la Corona del Estado Imperial colocada sobre un cojín rojo en la mesa a su lado. Acompañándolo. Pero de igual manera, recordándole que aún no había llegado su momento.

Foto: Imagen: Getty/Samir Hussein.
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Siempre estuvo a la sombra de la que ya es considerada la última monarca global. En realidad siempre estuvo a la sombra de demasiadas figuras. Entre ellas, su propio hijo Guillermo —a quien los sondeos, hasta ahora, siempre le han dado más popularidad— y su exmujer, Lady Di, considerada como la princesa del pueblo. Pero finalmente ha encontrado su sitio. Y al fin se le ve disfrutando de ello. Carlos III se dio este viernes su primer baño de masas a su llegada al Palacio de Buckingham, donde, acompañado por Camilla, quiso saludar a los ciudadanos allí congregados para ver de primera mano todas las flores y cartas que se han ido depositando para rendir tributo a Isabel II.

Para él son días cargados de sentimientos encontrados. Por una parte, la tristeza de haber perdido a su madre. Por otra, la emoción de servir a su pueblo de la manera en la que se ha preparado durante décadas. El monarca estrechó las manos con los congregados, permitiendo un contacto piel con piel. A lo largo de sus 70 años de reinado, Isabel II siempre utilizó guantes y mantuvo una postura más distante. Pero Carlos quiso hacerlo a su manera, aceptando incluso besos en las mejillas —algo impensable con su madre— protagonizando, quizá sin percatarse, el primero de los grandes cambios que están por venir.

Sally Bedell Smith, en una biografía de 2017 que no rehuyó las críticas al actual monarca, ya adelantaba una nota optimista. "Tendrá el potencial de inspirar como una fuerza unificadora más allá de la política, con un estilo y un tono diferentes a los de la reina: mostrar sus sentimientos y hablar con más naturalidad y probablemente con más frecuencia que su madre", matizó. "Al comportarse con dignidad y seriedad de propósito, pero manteniendo sus opiniones bajo control, respetando las tradiciones reales, adhiriéndose a su sentido del deber y mostrando su humanidad y su encanto, bien podría engendrar el afecto y la admiración que había buscado durante mucho tiempo", apuntó.

Foto: Carlos III se ha dirigido a la nación por primera vez como rey tras la muerte de Isabel II. (Reuters/Yui Mok/Pool)

Lo cierto es que nadie sabe exactamente cómo será ahora el reinado de Carlos III. Es plenamente consciente de que la nación considera a su madre como la apoteosis de la monarquía constitucional. Por lo que tiene ahora la compleja misión de imponer su propia impronta y saber reflejar el hecho de que el Reino Unido de hoy es un país radicalmente diferente al de 1952.

Reyes sin carrozas

Tras saludar a los ciudadanos, Carlos III y Camilla entraron andando al Palacio. Lo hicieron solos. Sin carrozas. Y sin ningún otro miembro de la familia real, protagonizando una imagen histórica, sobria y sin estridencias para marcar el inicio de una nueva era, tal y como quedó reflejado en la misa que se celebró en la catedral de St. Paul, donde, por primera vez en 70 años, se cantó el himno con un 'Dios Salve al Rey'.

A sus 21 años, Isabel II hizo la promesa más importante de todo su reinado. Se comprometió a que toda su vida "fuera larga o corta" estaría al servicio de los ciudadanos. La cumplió con creces. Y Carlos III quiso renovarla con el primer discurso que ofreció el viernes a la nación como jefe de Estado. A sus 73 años es consciente de que su reinado nace con un tiempo acotado. Pero quiso transmitir a los británicos un mensaje de tranquila continuidad con una emotiva intervención en la que la palabra "amor" fue una de las más repetidas.

Foto: File photo: britain's queen elizabeth

"Como hizo la reina, con una devoción inquebrantable, yo también me comprometo solemnemente, durante el tiempo restante que Dios quiera concederme, a defender los principios constitucionales que residen en el corazón de nuestra nación", recalcó en su mensaje televisado que supuso un gran tributo a su progenitora. "A mi querida mamá, en el momento en el que empiezas tu último gran viaje para unirte de nuevo con mi querido papá, solo quiero decir esto: gracias. Gracias por tu amor y devoción a nuestra familia y a la familia de naciones a las que has servido tan diligentemente todos estos años", matizó.

El discurso apenas duró nueve minutos, pero estuvo cargado de simbolismo. Tuvo palabras para su esposa Camilla, convertida en reina consorte: "Sé que traerá a las exigencias de su nuevo papel la persistente devoción al deber en la que me he acostumbrado a confiar". Y también para su hijo Guillermo, el heredero al trono: "Sé que aportará a las exigencias de su nuevo cargo la firme devoción al deber en la que he llegado a depender tanto. Ahora asume los títulos escoceses que tanto han significado para mí. Me sucede como duque de Cornualles y asume las responsabilidades del ducado que he asumido durante más de cinco décadas".

El apunte no puede pasarse desapercibido, ya que uno de los retos más importantes del nuevo reinado es el desafío nacionalista escocés, con la promesa de la ministra principal Nicola Sturgeon de convocar un nuevo referéndum secesionista el próximo año.

Foto: Unas vecinas esperan para firmar el libro de condolencias en Gibraltar tras la muerte de la reina Isabel II. (Reuters/Marcelo del Pozo)

Para despejar cualquier duda sobre su hasta ahora tan cuestionada neutralidad, el monarca recalcó que ya no será posible que pueda dedicar gran parte de su "tiempo" y "energías" a las organizaciones benéficas y "a los asuntos por los que tan profundamente me preocupé". Como su madre, también expresó su compromiso absoluto con los valores de la Iglesia de Inglaterra, de la que ahora es la cabeza máxima, y con las "tradiciones, libertades y responsabilidades de nuestra historia única y nuestro sistema de Gobierno parlamentario".

Lo que más sorprendió quizá fue su referencia a Enrique y Meghan, a los que quiso expresar su "amor" mientras "continúan construyendo sus vidas en el extranjero", una manera de tender puentes con su hijo menor que, desde el sonado 'Megxit', no ha parado de lanzar dardos contra La Firma.

Carlos III será proclamado formalmente este sábado como nuevo rey en el Palacio de St. James de Londres por el Consejo de Ascensión, un órgano ceremonial histórico que se reúne para designar a cada uno de los nuevos monarcas del Reino Unido. A la ceremonia —que por primera vez en la historia será televisada— asistirán algunas de las principales figuras políticas y sociales del Reino Unido, incluido el nuevo príncipe de Gales, Guillermo, y la primera ministra, Liz Truss.

En la primera parte se comunicará oficialmente la muerte de Isabel II y se proclamará de manera formal a Carlos III como rey —aunque asumió el cargo automáticamente al morir su madre el pasado jueves—. En una segunda parte de la ceremonia, el monarca, de 73 años, hará una intervención, leerá y firmará un juramento. Sobre las 10.00 horas GMT, fanfarrias de trompetas acompañarán la primera lectura pública del texto de la Proclamación de Carlos III desde un balcón del Palacio de St. James. Salvas de cañón saludarán al mismo tiempo la ascensión al trono del nuevo rey desde Hyde Park y la Torre de Londres.

Foto: La reina Isabel II en la Casa de los Lores del Parlamento. (EFE) Opinión
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Por su parte, a falta de conocer los detalles definitivos, se espera que el féretro de Isabel II se traslade el domingo de Balmoral a la residencia real de Holyroodhouse en Edimburgo, de donde el lunes saldría en procesión hasta la cercana catedral de St. Giles. Allí, miembros de la familia real asistirán a una misa y los ciudadanos tendrán la oportunidad de presentar sus respetos a la soberana, mientras que el Parlamento londinense volverá a reunirse en un acto de condolencia al que podría asistir el nuevo rey.

De acuerdo con las previsiones, el ataúd se trasladaría por avión o tren real el martes al palacio de Buckingham, en Londres, donde el miércoles iría en una gran procesión hasta la sede parlamentaria del Palacio de Westminster, donde se habilitaría durante cuatro días una capilla ardiente abierta a los visitantes. Según la prensa, el día del funeral posiblemente será el lunes 19 de septiembre. Será televisado y se prevé que asistan mandatarios de todo el mundo. Isabel II recibirá finalmente sepultura en el Castillo de Windsor, en la Capilla Conmemorativa del Rey Jorge VI, junto a su padre.

Hasta convertirse en Carlos III, el papel del primogénito de Isabel II ha sido sumamente complicado. Sobre todo en los últimos años, donde tenía que estar representando a la reina, pero al mismo tiempo, no podía quitarle el protagonismo como jefa de Estado. En definitiva, debía estar, pero solo para mantenerse a un lado. Uno de los tantos episodios que quedó reflejado fue el del pasado mes de mayo, cuando tuvo que inaugurar, por primera vez en la historia, la apertura del Parlamento británico después de que la soberana se tuviera que ausentar aquejada ya de problemas de movilidad.

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