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"Rusia ya ha perdido la guerra en Ucrania": cuando el pez chico se come al grande
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Putin en su laberinto

"Rusia ya ha perdido la guerra en Ucrania": cuando el pez chico se come al grande

¿Por qué desde 1950 los débiles ganan más guerras que los fuertes? Al habla con Ivan Arreguin-Toft, experto de referencia en los fracasos de las grandes potencias en los conflictos asimétricos

Foto: Tropas rusas en Ucrania. (EFE)
Tropas rusas en Ucrania. (EFE)
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A toro pasado es fácil decir que todos confiábamos en la victoria de Muhammad Ali sobre George Foreman en 1974, pero cuando aterrizaron en Kinsasa (Zaire) para disputar el combate de boxeo más icónico del siglo XX, Ali estaba en decadencia (en teoría) y Foreman era una bestia parda que tumbaba rivales con facilidad pasmosa.

Todo el mundo hablaba del puño de hierro de Foreman, pero las artimañas callejeras de Ali resultaron determinantes durante el combate. En un momento dado, Ali se refugió en las cuerdas, pareció bajar los brazos y limitarse a atacar verbalmente a Foreman. Al apoyarse en las cuerdas, Ali dio la impresión de estar fundido, pero Foreman solo fue capaz de darle golpes blandos, la energía de su puños se desvaneció en la elasticidad de las cuerdas; mientras tanto, Ali le comía la oreja con bravatas: "George, no golpeas duro, me estás decepcionando". Foreman acabó desquiciado y desfondado. Ali le tumbó en el octavo asalto.

El triunfo de Ali fue una lección importante para lo que quedaba del siglo XX: el pez chico podía comerse al grande si utilizaba la estrategia guerrillera correcta.

La historia de Ali y Foreman suele utilizarla el académico Ivan Arreguin-Toft para introducir su teoría sobre las guerras asimétricas: "Desde Tucídides, el principio fundamental de la teoría de las relaciones internacionales ha sido que el poder implica ganar guerras. Los bandos débiles casi nunca deberían ganar contra oponentes más fuertes, especialmente cuando la brecha es muy grande. Sin embargo, la historia sugiere lo contrario: los actores débiles a veces ganan. La cuestión es cómo".

Lo contó el politólogo Ivan Krastev en una entrevista reciente en 'Der Spiegel':

"Hay un estudio sobre los resultados de las guerras asimétricas. A fines del siglo XIX, casi siempre ganaba el poder militar más fuerte. En la segunda mitad del siglo XX, el bando militarmente más débil ganó el 55 % de las guerras. ¿Alguien pensó que Afganistán podría defenderse de los EEUU? No creo que los ucranianos puedan resistir a largo plazo, pero también creo que una ocupación a largo plazo de Ucrania es imposible, debido a los previsibles levantamientos y a los costos económicos de la ocupación. Esa es la terrible paradoja de esta guerra para Putin: lo único que el mundo ha aprendido en las últimas semanas es que los rusos y los ucranianos no son un solo pueblo. En cierto sentido, los ucranianos incluso están dispuestos a dejar que su propio Estado se hunda como una forma de obtener una identidad".

El autor del estudio citado por Krastev es Arreguin-Toft, director de International & Public Affairs del Watson Institute (Universidad de Brown).

Aún es pronto para saber si Ucrania será la tumba de Putin, pero es un hecho que el intento de guerra relámpago no le ha salido bien a Moscú

Arreguin-Toft, autor del ensayo 'How the weak wins wars' ('Cómo los débiles ganan las guerras'), maneja datos contundentes. Entre 1800 y 1950, las grandes potencias solían ganar las guerras a los países débiles. Pero en la segunda mitad de siglo XX, se revirtió una tendencia que, por otro lado, llevaba un siglo a la baja: las potencias ganaron el 88,2% de las guerras hasta 1850, el 79,5% hasta 1900, el 65%1 hasta 1950 y el 45% hasta el año 2000.

Hablamos de uno de los sorpasos claves para entender el final del siglo XX y el principio del XXI: con el reciente desastre de EEUU en Afganistán como punto álgido, el nuevo siglo tampoco ha traído buenas noticias bélicas a las superpotencias.

Aún es pronto para saber si Ucrania será la tumba de Putin, pero es un hecho que el intento de guerra relámpago no le ha salido bien a Moscú. La resistencia ucraniana ha resultado ser más fuerte de lo previsto. Las cifras oficiosas de soldados rusos muertos en el primer mes del conflicto (entre 2300 y 7000) plantean un escenario oscuro para el pez grande en Ucrania.

placeholder Ivan Arreguin-Toft. (Watson Institute)
Ivan Arreguin-Toft. (Watson Institute)

Hablamos con Ivan Arreguin-Toft (horas antes de que Rusia diera un volantazo y anunciara que se centrará en el Donbás tras haber cumplido sus objetivos bélicos).

PREGUNTA. ¿Por qué los bandos débiles comenzaron a ganar más guerras que los fuertes después de 1950?

RESPUESTA. El declive realmente comenzó en 1947 con la resistencia no violenta de Gandhi al dominio británico en la India, y se aceleró hasta 1949 con la victoria de Mao sobre el Kuomintang en la Guerra Civil China.

Pero la respuesta breve es que los débiles comenzaron a adoptar estrategias militares que intercambiaban espacio por tiempo (se negaron a enfrentarse directamente a los poderes fuertes, escondiéndose entre los civiles). Estas estrategias de defensa indirecta obligaron a los bandos fuertes a atacarles dañando a los civiles, lo que provocó una mayor resistencia. Mientras los resistentes se mantenían fuera de su alcance, los atacantes —que esperaban victorias rápidas y fáciles— se enfrentaban a críticas domésticas, ya fuera de los votantes o, en el caso de los estados autoritarios, de los rivales por el poder. Por lo tanto, las estrategias defensivas imposibilitaron que los bandos fuertes ganaran rápidamente, e impulsaron el cambio de ciclo hacia las victorias de los bandos débiles.

El síndrome de Vietnam

En 'Cómo los débiles ganan las guerras', Arreguin-Toft analiza 197 guerras asimétricas de los siglos XIX y XX para rastrear elementos comunes, estrategias militares cruzadas y motivos de los triunfos y derrotas. De la guerra anglo-zulú, a las apaches; de la guerra hispano-marroquí, a la de Cuba; hasta llegar a conflictos recientes decisivos, como la guerra de Vietnam o la invasión rusa de Afganistán.

Las protestas contraculturales contra la guerra del Vietnam recurrieron a la estrategia de: "Llevar la guerra a casa". O cuando un conflicto a miles de kilómetros genera tal inestabilidad interna que no merece la pena seguir disputándolo. Eso explicaría, por ejemplo, el celo con el que las autoridades rusas han perseguido las protestas contra la guerra en Ucrania.

La cuerda de los bandos fuertes tiende a romperse cuando sus intereses no son tan fuertes como para que merezca la pena mantener una lucha larga y sangrienta a alto coste interno. “Los poderes fuertes pierden interés en ganar cuando su supervivencia no está en juego. Los poderes débiles, por contra, tienen altísimo interés en ganar cuando solo la victoria asegura su supervivencia". Siguiendo esa lógica, uno de los motivos de la derrota estadounidense en Vietnam fue que "se jugaba menos que Vietnam del Norte”, según los trabajos de Arreguin-Toft.

P. ¿Se ha intensificado en el siglo XXI la tendencia de los débiles a ganar a los fuertes?

R. Yo diría que continúa, en lugar de intensificarse. Ha habido intervenciones militares exitosas por parte de bandos fuertes desde el año 2000, pero los fracasos son más importantes. En 2001, EEUU y sus aliados atacaron a los talibanes en Afganistán, y 20 años después, se retiraron tras un completo fracaso. En 2003, EEUU y sus aliados invadieron Irak, y en 2011, se retiraron, nuevamente, en completo fracaso (creando las condiciones para el surgimiento de ISIS, por ejemplo, y destruyendo cualquier esperanza de un Irán moderado).

Del relámpago a la barbarie

Los bandos fuertes suelen tener prisa en ganar por la vía rápida. La guerra relámpago es la fantasía a la que todos aspiran. Por eso es tan relevante que Ucrania resistiera el primer golpe de Rusia. En los conflictos asimétricos, cuando se produce un "retraso inesperado en la consecución de intereses militares o políticos", "los bandos fuertes tienden a perder". "Cuanto más se prolongue una guerra, mayores serán las posibilidades de que el poder fuerte abandone el esfuerzo bélico", escribe el autor.

Pero la sucesión de retraso en el frente, frustración de expectativas y marejada interna, no lleva directamente a la derrota, sino a una sombría parada intermedia: el asalvajamiento del conflicto. "Aunque todos los combatientes tienen siempre expectativas innatas de victoria, los poderes fuertes son particularmente susceptibles a este problema. Si tener poder implica ganar guerras, una ventaja abrumadora de poder implicaría una victoria abrumadora y rápida. Sin embargo, cuando se va a la guerra contra un oponente liliputiense, el retraso en las exageradas expectativas de éxito obliga a escalar el uso de la fuerza para cumplir con las expectativas y no parecer cada vez más incompetente, aumentando así los costes del conflicto, y por ello, las presiones internas para poner fin al mismo", cuenta en 'Cómo los débiles ganan las guerras'.

En resumen inquietante: cuando al poder fuerte se le atasca la guerra, puede acabar perdiéndola pero, entre medias, el barbarismo bélico aumenta. Ahora vamos con Rusia y Ucrania...

"Rusia, como sabemos por la historia, no tiene tradición militar desde los zares que respete la inmunidad de los no combatientes"

P. ¿Cómo le ha ido militarmente a Rusia en el siglo XXI?

Entre 1999 y 2008, Rusia destruyó la insurgencia chechena y, en 2008, aplastó el esfuerzo georgiano para someter a Abjasia.

Vale la pena señalar aquí otras dos peleas asimétricas.

Primero, la intervención rusa en Siria, en 2015, que no demuestra mucho porque fue muy limitada; y porque es difícil decir si logró algo más que la continuación de Assad en el poder.

Segundo, Ucrania 2022, donde Rusia ya ha perdido (incluso si Ucrania se rinde, Rusia ha perdido).

Es más probable que los poderes débiles pierdan cuando contrarrestan un ataque militar convencional con una defensa militar convencional o cuando contrarrestan un ataque contra su población civil (una población atrapada) con una estrategia de defensa indirecta. Rusia, como sabemos por la historia, no tiene tradición militar desde los zares que respete la inmunidad de los no combatientes.

P. ¿Por qué dice que Rusia ya ha perdido en Ucrania?

R. En mi opinión, actualmente están perdiendo, pero las guerras son a menudo como actuaciones con público, y si la historia cuenta la brutal guerra de Rusia en Ucrania como una victoria o una derrota dependerá del público. Fuera de Rusia, está claro que independientemente de si Rusia tuviera o no una causa justa [para invadir Ucrania), el inicio de la guerra constituye una grave violación de sus obligaciones hacia las Convenciones de Ginebra de 1948 y 1949. La Federación Rusa es culpable de crímenes de guerra, a menos que se siga el estándar introducido por el general de la Guerra Civil estadounidense William Tecumsah Sherman, quien sostuvo que si la causa de la guerra es justa, no hay límites en la cantidad de violencia que se puede aplicar para alcanzar la victoria.

También vale la pena señalar que EEUU ha matado a cientos de miles de civiles en Afganistán e Irak durante sus intervenciones de "guerra justa". Putin es consciente de esto y considera extremadamente hipócrita que EEUU critique los ataques de Rusia contra civiles. ¿Diferencias? En las operaciones estadounidenses y aliadas, las bajas civiles no fueron intencionales; mientras que en el caso de Rusia, literalmente no les importa.

"Lo más probable es que dentro de Rusia, Putin gane; pero fuera de Rusia, Putin pierda. Esto crea un riesgo increíble de escalada química"

Putin parece creer genuinamente que se vio obligado a ir la guerra después de décadas de esfuerzos diplomáticos y no violentos para evitar que la OTAN se expandiera hasta la frontera de Rusia. Hay mucho de verdad en esta afirmación. Después de 1992, Rusia esperaba ser tratada como un igual por EEUU y Europa, pero fue ignorada y faltada al respeto una y otra vez. Cuando atacó Estonia en 2007, Georgia en 2008 y Ucrania en 2014, los ataques fueron vistos por los rusos como señales de su firmeza contra la expansión de la OTAN tras dos décadas de ser ignorados.

Entonces, Putin cree ahora que su guerra está justificada (y ve a los críticos como hipócritas), pero los ataques deliberados de Rusia contra civiles son imperdonablemente criminales. Lo más probable es que dentro de Rusia, Putin gane la guerra; y fuera de Rusia, Putin pierda la guerra. Esto crea un riesgo increíble de escalada química, biológica o nuclear por parte de los rusos.

P. Ucrania ha resistido la invasión mejor de lo previsto. ¿Por qué?

R. Todos podemos convertirnos en prisioneros de nuestras convicciones no probadas. Una de las convicciones de Putin era que la noción misma de identidad nacional ucraniana solo era una invención de románticos e intelectuales. Su creencia de que los ucranianos eran realmente rusos engañados por mercachifles lo cegó ante la posibilidad de un nacionalismo ucraniano y la consiguiente resolución para resistir a los extranjeros (volviendo a mi primera respuesta sobre el siglo XX, el nacionalismo desempeñó un papel gigantesco en la derrota de las potencias fuertes, pero solo donde poner en riesgo a los civiles se tornó una estrategia de defensa aceptable).

"En términos de estrategia, la de Putin fue asustar a Ucrania para que se rindiera"

Como todos los dictadores, con el tiempo Putin se ha visto rodeado de espejos: de hombres que fingen estar de acuerdo con él porque el desacuerdo a menudo acaba en prisión o exilio. En términos de estrategia, la de Putin fue asustar a Ucrania para que se rindiera (piensa en la invasión relámpago alemana de Bélgica en agosto de 1914). El plan B de Putin era abrumar a Ucrania con ataques a lo largo de dos o tres ejes (desde Bielorrusia, el Este y la costa del Mar Negro). Pero Ucrania convirtió sus ciudades en fortalezas y obligó a los rusos a entrar en las zonas urbanas de muerte o a retroceder y bombardear a los civiles, lo que provocó un desastre de relaciones públicas (por no hablar de traumatizar a los soldados rusos obligados a matar a "sus hermanos, hermanas, madres").

La mayoría de la gente no es consciente, pero Rusia ha reservado gran parte de su ejército por temor a una contraintervención a lo largo de su frontera occidental. Así que todavía tiene mucha capacidad militar en reserva.

A toro pasado es fácil decir que todos confiábamos en la victoria de Muhammad Ali sobre George Foreman en 1974, pero cuando aterrizaron en Kinsasa (Zaire) para disputar el combate de boxeo más icónico del siglo XX, Ali estaba en decadencia (en teoría) y Foreman era una bestia parda que tumbaba rivales con facilidad pasmosa.

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