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Las heroínas que se juegan la vida en Ucrania para salvar a 700 perros abandonados
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ATIENDEN A MÁS DE 700 CANES

Las heroínas que se juegan la vida en Ucrania para salvar a 700 perros abandonados

En ciudades ocupadas como Jersón, las voluntarias mantienen a flote sus refugios bajo las bombas. En Kiev, tres personas fueron asesinadas por los rusos cuando regresaban de alimentar mascotas

Foto: Alexandra, fallecida en un bombardeo, y Angelina Rybchenko cuidan de más de 700 perros. (F. B.)
Alexandra, fallecida en un bombardeo, y Angelina Rybchenko cuidan de más de 700 perros. (F. B.)

"¡Hay brutales batallas en el puente Antonovsky y uno de nuestros refugios para perros está a solo doscientos metros de la carretera!", exclamaba desesperada el 26 de febrero una de las voluntarias de la protectora 'Oportunidad' de Jersón, la primera de las grandes ciudades ucranianas en caer en manos de los rusos. Hacía algo más de un año que habíamos visitado aquel hermoso lugar situado junto al Dnipro y ya entonces nos alcanzaron por primera vez noticias del trabajo que realizan Angelina Rybchenko y el resto de las chicas que mantienen a flote aquella protectora.

A primera hora de este último jueves, y tras dos semanas de bombardeos, los animales seguían aislados, sin comida y literalmente muriéndose de hambre mientras las voluntarias trataban de encontrar un modo de conseguir alimento en Jersón y transferirlo de algún modo a la perrera. "Nuestros chicos están perdiendo mucho peso", dicen las voluntarias.

Tan pronto como comenzó la guerra, resultó inevitable recordarlas y pensar qué estaría siendo de ellas y de las setecientas criaturas que tienen al cuidado. Mucho antes del conflicto, su labor ya era algo memorable, pero tan pronto como los rusos avanzaron por la barriada industrial donde tienen uno de sus dos refugios, aquellas mujeres se convirtieron en verdaderas heroínas y en el caso de Alexandra, conocida como Shasha, en una mártir caída ante el altar de la barbarie que patrocina Putin.

placeholder La voluntaria Alexandra Polishchuk falleció en febrero durante un bombardeo. (EC)
La voluntaria Alexandra Polishchuk falleció en febrero durante un bombardeo. (EC)

Las escenas que evocaban sus relatos al comienzo de la invasión eran apocalípticas. "Por tercer día consecutivo de infierno, Angelina está junto a otro voluntario al cuidado de quinientos animales", nos alertaban las voluntarias por medio de mensajes entrecortados y llenos de interjecciones. "¡Angelina ni siquiera trata de ocultarse en ningún lado! En el transcurso de los bombardeos, los perros sufren ataques de pánico y hay peleas. Ella se arrastra por el solar, bajo todo ese horror y bajo las bombas, y sigue rescatando perros, mientras los soldados corren hacia allá. ¡Ni siquiera sé cómo describir toda esta locura! ¡Ni puedo imaginar el miedo que estarán pasando esas chicas! ¡Lloro de dolor y de impotencia!".

Como pudo, Angelina pudo hacernos llegar un vídeo del refugio donde se escucha el intercambio de disparos entre los ucranianos y los rusos y se aprecia a un puñado de perros nerviosos ladrando y aullando lastimeramente en medio del fragor de la batalla. Hay también unas imágenes que reproducimos en este reportaje donde se aprecia la proximidad de los combates. Y Rybchenko y el resto de las voluntarias no dejaron ni un segundo de atender a sus criaturas.

Dos refugios a pocos kilómetros

Las chicas disponen de dos refugios. Uno se halla propiamente en Jersón, una ciudad de 282.000 habitantes situada junto al mar Negro, en el sur del país. El otro se encuentra en una población cercana de 24.000 habitantes llamada Oleshki. La localidad está en la margen izquierda del río Dnipro, al este de Jersón y justamente en medio de la ruta de acceso por la que han llegado los rusos. Cuando comenzaron las hostilidades, era todavía posible hacer llegar comida a la perrera de Jersón. Pero Angelina y la otra voluntaria se quedaron literalmente aisladas en medio de los bombardeos junto a sus perros de Oleshki.

Durante los primeros días, no era posible adquirir alimento para esos animales ni menos todavía transportarlo hasta sus instalaciones, así que sobrevivieron de las reservas que aún quedaban. "¡A partir de ahora los animales morirán de hambre!", se temían las voluntarias. "Ni siquiera nosotras sabemos qué podemos hacer para salvarnos. Nos hemos quedado sin opciones y sin elección. Por eso necesitamos toda su ayuda para salir del refugio y abastecer a nuestras criaturas. No sabemos dónde la encontraremos, cuánto costará ni cuánto alimento podremos adquirir. Tampoco sabemos cuánto durará esta guerra, pero debemos estar preparadas para todo".

"¡Ella no deseaba esta guerra! ¡Era una persona común y pacífica que vivió con humildad! ¡Y ahora le han robado su existencia!"

Y cuando las cosas parecían no poder ir a peor, llegaron las noticias de la muerte de una de las chicas. Sucedió también a finales de febrero. "Es aterrador. Duele. Es insoportable. A cada segundo, el corazón se nos llena de un dolor quejumbroso. Simplemente, una ya no sabe qué hacer por tanta desesperanza. Hemos perdido a nuestra maravillosa, increíble, amable y sincera Shasha. No solo fue una madre amorosa de dos hijos, sino un asidero para muchas colas. ¡Ella salvó muchas vidas! ¡Ella no deseaba esta guerra! ¡Era una persona común y pacífica que vivió con humildad! ¡Y ahora le han robado su existencia!".

Escuchar a sus amigas hablar del dolor de la pérdida resultaba desgarrador. Alexandra Polishchuk era una criadora de gatos sin pelo. Su casa se hallaba situada en las proximidades del puente de Jersón, que ha sido uno de los lugares donde se han desarrollado algunas de las batallas más furiosas. Una explosión destruyó por completo el edificio. Su hijo de 12 años consiguió salvarse, pero Alexandra y muchos de sus animales fallecieron sepultados bajo las bombas rusas.

placeholder Angelina está encargándose de 500 perros mientras caen las bombas. (EC)
Angelina está encargándose de 500 perros mientras caen las bombas. (EC)

Dos semanas después del inicio del conflicto, ya eran cientos, miles probablemente, los europeos que trataban de movilizarse para auxiliar a las voluntarias de todas estas protectoras que, como Angelina o la fallecida Shasha, siguen desarrollando su trabajo en medio de la guerra y bajo las bombas. Entre sus dos refugios, las chicas de Jerson cuidan de 794 criaturas. Hay 507 perros y 94 gatos en el refugio de Oleshki y 193 perros más en el de Jersón. A menudo, una sola persona tiene que hacerse cargo de todo el refugio. "Cada residente de la ciudad vive en tensión. Todo el mundo está luchando por salvar sus vidas y las vidas de la gente a la que ama y, entre tanto, nuestros voluntarios siguen peleando. Hemos logrado adquirir comida en un establecimiento de Jersón, pero el alimento se termina a una increíble velocidad", aseguraba hace cuatro días una voluntaria. El pasado lunes, el refugio de Oleshki todavía seguía aislado y con la carretera de acceso bloqueada. Angelina y su compañera aseguran que los animales se hallan completamente aterrorizados porque no entienden qué sucede.

"En nuestro refugio, ha muerto un perro como consecuencia de los combates", nos decía este miércoles Angelina. "El problema es que está junto al puente, donde están disparando continuamente. Sobre el solar de nuestras instalaciones hay fragmentos de las bombas que se están arrojando. Una nunca sabe qué va a suceder al día siguiente, ni cómo vamos a lograr conseguir más comida o cuánto nos durará el dinero del que disponemos". La situación en Oleshki es catastrófica.

Sin apenas recursos

De hecho, la situación era ya terrible mucho antes de la guerra. En vísperas del conflicto, Angelina Rybchenko, de 48 años, nos decía que dormía con frecuencia dentro de la furgoneta tras pasar 20 horas diarias trabajando con los perros en los refugios o rescatando criaturas por las calles. Las fotos de sus instalaciones hablan por sí solas.

Muchos de los animales adoptados sufren enfermedades y, con o sin guerra, los refugios carecen de las medicinas necesarias, y más todavía, del dinero preciso para operar a los que necesitan una cirugía. "Tampoco hay recursos para alimentar apropiadamente a los enfermos o a los que acaban de superar una operación", dicen.

placeholder Imagen de uno de los refugios durante la pandemia. (F.B.)
Imagen de uno de los refugios durante la pandemia. (F.B.)

Los animales están infestados de ácaros y debilitados por la demodicosis y la sarna sarcóptica, que se transmiten unos a otros mientras aguardan, apretados en los corredores de los refugios, a que Ludmila o Angelina o alguna de las chicas les entreguen un plato de comida. No dan abasto. Y lo peor —el verdadero infierno de los perros— se halla en las calles de la ciudad, de todas las ciudades ucranianas donde merodean como proscritos. Antes de la guerra, se convenía que en Ucrania existían al menos 50.000 perros callejeros. Claro que esa cifra oficiosa era, a juicio de las protectoras, tres o cuatro veces inferior al número real de canes que se agrupaban en manadas dentro de los ecosistemas urbanos. No existen censos rigurosos y los cálculos se basan en meras especulaciones. Se da por hecho que ese número se ha incrementado ahora en muchos cientos más, probablemente miles, debido, entre otras cosas, a los abandonos.

Las protectoras ucranianas hacen lo que pueden, a menudo, arriesgando sus vidas como Angelina o Ludmila. El pasado día 4, tres jóvenes de Kiev fueron asesinados por las tropas rusas cuando regresaban de transportar alimentos a un refugio situado en la barriada de Bucha, hoy en día un punto crítico de los combates. Testigos presenciales de lo acaecido aseguraron que un tanque o un vehículo blindado de los invasores abrió fuego a quemarropa contra el turismo en el que viajaban Serhiy Ustymenko, de 25 años, Maxym Kuzmenko, de 28, y Anastasia Yalanska, de 26. Tres días después de lo ocurrido, el padre de Serhiy todavía no había logrado sacar los cuerpos del sótano a donde transportó los cadáveres para darles sepultura.

placeholder Pese a estar en guerra, han logrado alimentar a casi 700 animales. (F. B.)
Pese a estar en guerra, han logrado alimentar a casi 700 animales. (F. B.)

Varias organizaciones europeas están trabajando para ayudar a evacuar perros y facilitar las adopciones de animales amenazados por la guerra. Existen, sin embargo, graves problemas logísticos y administrativos para sacarlos del país que no han logrado ser resueltos. Ayer, una plataforma de asociaciones protectoras ucranianas hacía un llamamiento al resto de europeos: "Estamos al borde de una catástrofe ambiental. Muchos animales vagan ahora por las calles debido a la guerra. Están pasando hambre y sus vidas peligran. Mucha gente ha tenido que salir huyendo y ha abandonado a sus mascotas. No tenemos recursos para adoptar más. Ayúdenos a buscar familias de acogida y a organizar un corredor verde y un sistema de transporte hasta la frontera. A día de hoy, Moldavia, Rumanía y Polonia permiten sacar mascotas sin documentación".

La situación en los refugios de "Oportunidad" en Jersón es tan desesperada como fuera de ellos.

"¡Hay brutales batallas en el puente Antonovsky y uno de nuestros refugios para perros está a solo doscientos metros de la carretera!", exclamaba desesperada el 26 de febrero una de las voluntarias de la protectora 'Oportunidad' de Jersón, la primera de las grandes ciudades ucranianas en caer en manos de los rusos. Hacía algo más de un año que habíamos visitado aquel hermoso lugar situado junto al Dnipro y ya entonces nos alcanzaron por primera vez noticias del trabajo que realizan Angelina Rybchenko y el resto de las chicas que mantienen a flote aquella protectora.

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