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Reino Unido ante la organización territorial 'made in Spain': ¿modelo a seguir o a evitar?
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Reino Unido ante la organización territorial 'made in Spain': ¿modelo a seguir o a evitar?

El eslogan para la actual legislatura de Boris Johnson es 'levelling up', pero ante la falta de claridad de Downing Street los analistas buscan respuestas en el modelo autonómico español

Foto: Frontera entre Inglaterra y Escocia. (Reuters/Lee Smith)
Frontera entre Inglaterra y Escocia. (Reuters/Lee Smith)
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Boris Johnson es un político que se mueve por eslóganes. El de 'Get Brexit Done' (ejecutar el Brexit) le funcionó a la perfección en las últimas generales de 2019. Resultó tan sumamente eficaz que hasta los distritos del conocido Muro Rojo del norte industrial de Inglaterra —que llevaban votando por laboristas desde la II Guerra Mundial— le confiaron su apoyo.

Pero, una vez consolidado el divorcio, el eslogan clave para la actual legislatura es ahora el de 'levelling up'. Y el gran problema es que ni los ciudadanos ni el propio Gobierno saben muy bien en qué consiste. Las respuestas que ofrecen los ministros cuando se les pregunta al respecto son de lo más diversas. En teoría, se trata de reducir la desigualdad entre las diferentes regiones para garantizar así la unidad del país, donde el nacionalismo escocés vuelve a reclamar un nuevo referéndum de independencia.

Sin embargo, como tampoco hay nada claro y Downing Street sigue sin especificar su hoja de ruta, los analistas británicos han comenzado a investigar distintos modelos y España (y sus comunidades autónomas) se ha convertido en todo un referente, un ejemplo para algunos de lo que hay que hacer y para otros de lo que hay que evitar.

Martin Wolf ha ensalzado recientemente en 'Financial Times' el 'milagro económico' del País Vasco de los últimos 40 años, presentándolo como gran lección sobre cómo las regiones que en su día fueron bastiones industriales pueden reinventarse. “Bilbao, en particular, ha pasado de ser una ciudad industrial sucia, aunque con impresionantes edificios de finales del siglo XIX, a un modelo de renovación arquitectónica y cultural. El mundialmente famoso Museo Guggenheim de Frank Gehry está en el corazón de este cambio. Pero no es único, como descubrí durante una visita reciente. La regeneración arquitectónica es tan asombrosa como la comida”, indica.

El columnista elogia la “estrecha cooperación” que ha existido en los últimos tiempos “entre todos los niveles de gobierno y entre los sectores público y privado” para conseguir un “desarrollo económico y social equilibrado”. Y, en este sentido, aboga por la autonomía, asegurando que, en el Reino Unido, “durante demasiado tiempo se ha dependido de decisiones tomadas en Londres”.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson, ante el árbol de Navidad de Downing Street (EFE/Andy Rain) Opinión

“Probablemente, la lección más importante es que quienes viven y son responsables de la región deben tener tanto los recursos como la libertad para tomar decisiones. Esto no se debe solo a que es probable que lo hagan mejor, sino también a que es una forma de fomentar la audacia necesaria. Además, debe hacerse un gran esfuerzo para fomentar la cooperación entre los distintos actores, con el fin de crear y aprovechar las sinergias. Finalmente, debe haber un esfuerzo interminable para desarrollar los recursos de la región. El cambio nunca termina”, concluye.

El gran pero, sin embargo, es el que columnista del reputado diario salmón no hace ninguna mención a los privilegios forales de los que disfrutan exclusivamente tanto País Vasco como Navarra, que tienen un concierto económico muy específico que, por una parte, les permite recaudar todos los impuestos y, por la otra, les ofrece autonomía a la hora de configurar su sistema fiscal, con la salvedad del IVA. Parte del dinero recaudado por las haciendas forales se transfiere a la Administración central para sufragar las competencias no asumidas como el gasto en defensa o exteriores, entre otras. Por otra parte, también hay una aportación, mínima, al fondo de compensación interterritorial, que en caso del País Vasco recibe el nombre de cupo y, en el navarro, aportación.

Wolf no es el único comentarista interesado en la organización territorial de España, uno de los países más descentralizados de Europa y que llama poderosamente la atención en Reino Unido, donde muchos analistas consideran que el modelo federal es la única solución para mantener ahora su unidad.

Foto: Nicolás Sartorius (i) junto a Miquel Iceta, en una conferencia en 2019. (EFE)

Algunos, como el periodista y escritor Gavin Esler, autor de ' How Britain Ends' ('Cómo termina Gran Bretaña'), considera que “ya existe un modelo federal secreto, un federalismo zombi”. Y no le falta razón. Escocia, Gales e Irlanda del Norte tienen ya sus propios Parlamentos. No hay religión estatal. Escocia tiene la suya propia e incluso un sistema legal completamente diferente. Y las competencias de educación o sanidad ya han sido derivadas. Con la pandemia se ha visto perfectamente cómo cada una de las naciones ha gestionado la crisis de una manera imponiendo sus propias restricciones.

El Parlamento de Edimburgo fue creado en 1999, pero no fue hasta febrero de 2016 —apenas dos años después del referéndum donde los nacionalistas estuvieron muy cerca de conseguir su sueño de independencia— cuando se alcanzó un acuerdo financiero con el Gobierno central, que, entre otros, permite a Escocia controlar el impuesto sobre la renta, lo que supone la mayor transferencia de competencias en la historia del Reino Unido.

Por su parte, desde 2011, la Asamblea de Gales puede aprobar leyes relacionadas con distintas materias —entre ellas sanidad y asuntos sociales— sin consentimiento de Westminster. El caso de Irlanda del Norte siempre ha sido más complejo. La Asamblea de Belfast fue creada en 1922 cuando la isla fue dividida entre norte y sur. Sin embargo, a lo largo de la historia, sus poderes han sido suspendidos en repetidas ocasiones, principalmente por el conflicto entre católicos y protestantes.

"Westminster necesita tomar por sorpresa a los separatistas dando a Escocia un estatus nacional bastante cercano a la independencia"

En las últimas dos décadas sí ha existido, por lo tanto, una importante transformación. Pero el problema, según Esler, es que, al no existir una Constitución escrita como tal, en el Reino Unido “nadie habla de ello, nadie quiere afrontar el debate de quién es realmente responsable de hacer esto o aquello y en última instancia todo depende de Westminster”.

El columnista de 'The Times' Matthew Parris es otro de los analistas que ha hablado recientemente de un modelo federal porque considera que “algo realmente grande” se debe ofrecer a Escocia si se quiere mantener unido al Reino Unido. “Westminster necesita tomar por sorpresa a los separatistas con un cambio de juego: un terremoto constitucional menor que diera a Escocia un estatus nacional bastante cercano a la independencia, pero sin tener que crear su propia moneda, fuerzas armadas, embajadas extranjeras y similares. Además, se quedarían con los subsidios de Londres”, argumenta.

Aunque la idea federal la ve “seductora”, Parris duda de que funcionara porque Inglaterra “es demasiado grande, demasiado dominante”. “Una federación en la que uno de los cuatro socios tiene el 84 por ciento de la población del Reino Unido y una proporción aún mayor de la potencia económica sesgará grotescamente a una federación de iguales. Los tres jugadores más pequeños no se lo creerán”, señala.

Foto: Gavin Esler.

En este contexto, el analista considera que se valoraría la posibilidad de dividir a Inglaterra en “comunidades autónomas”, siguiendo un modelo similar al español. De las nueve “regiones” oficiales de Inglaterra, siete tienen una población mayor que Escocia, por lo que la división tendría que ser “en al menos esta cantidad de piezas”. Pero tiene claro que no funcionaría: “Capas completamente nuevas de gobierno, nuevas burocracias, elecciones interminables y todo el mundo quejándose de la insuficiencia de los subsidios de la región de Londres”.

Su conclusión, por tanto, es que los ingleses no deberían seguir este camino. “No funciona en España, donde se han tenido que postular identidades autónomas en gran medida fantasiosas como Extremadura y Cantabria para lograr la simetría con dos auténticas protonaciones, Cataluña y el País Vasco. Tampoco funcionará con Inglaterra. No hay apetito; sería rechazado con desdén en un referéndum”, sentencia.

Boris Johnson es un político que se mueve por eslóganes. El de 'Get Brexit Done' (ejecutar el Brexit) le funcionó a la perfección en las últimas generales de 2019. Resultó tan sumamente eficaz que hasta los distritos del conocido Muro Rojo del norte industrial de Inglaterra —que llevaban votando por laboristas desde la II Guerra Mundial— le confiaron su apoyo.

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