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La luna de miel entre la UE y Biden terminó abruptamente en Afganistán
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INAUGURADA EL 15 DE JUNIO

La luna de miel entre la UE y Biden terminó abruptamente en Afganistán

La Unión Europea había empezado una nueva relación con los Estados Unidos de Joe Biden. El desastre de Afganistán ha puesto fin a la luna de miel estrenada hace unos meses

Foto: Cumbre UE-EEUU en Bruselas el pasado 15 de junio. (EFE)
Cumbre UE-EEUU en Bruselas el pasado 15 de junio. (EFE)

El 15 de junio, Joe Biden, presidente americano, certificó que la Unión Europea y los Estados Unidos se embarcaban en una luna de miel para cerrar las heridas abiertas por cuatro años de una Casa Blanca dirigida por Donald Trump. Lo hacía con un encuentro presencial en Bruselas con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y con Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. Horas antes, había hecho lo propio con los miembros de la alianza atlántica tras los años de amenazas de Trump.

Se abría una nueva etapa tras casi un lustro de tensiones en prácticamente todos los frentes. Uno de los más problemáticos, el comercial, empezaba a cerrarse: Bruselas y Washington alcanzaron un acuerdo fundamental para sellar una tregua comercial en un asunto tan espinoso y central como el histórico pulso Airbus-Boeing, algo que lograron precisamente el 15 de junio, en el marco de la visita del presidente estadounidense a Bruselas.

Foto: Biden y Von der Leyen en Bruselas. (Reuters)

Ese nuevo romance entre Biden y los líderes europeos había llevado incluso a decantarse de forma bastante clara hacia la postura de EEUU respecto a China, después de que Pekín respondiera a sanciones europeas por la represión de los uigures en Xinjiang con sanciones a eurodiputados y 'think tanks'. La Comisión Europea se distanció de su llamada 'doctrina Sinatra', que había dominado Bruselas los últimos años: la búsqueda de una tercera vía con Pekín, hacer las cosas 'a mi manera'. En marzo, altas fuentes comunitarias explicaron que Bruselas estaba decantándose por la idea de un nuevo mundo de bloques entre las democracias y las autocracias.

Pero justo dos meses después de inaugurarla en Bruselas, esa luna de miel empezaba a terminar en una pista de despegue del aeropuerto de Kabul. Muchos aliados no compartían la salida acelerada de Estados Unidos de Afganistán, y Angela Merkel, canciller alemana, se lo había hecho saber directamente al presidente estadounidense. Biden, sin embargo, mantuvo su posición. Fuentes consultadas explican que no fueron pocas las veces que los aliados mostraron su preocupación ante la situación que se estaba generando en Afganistán semanas antes de la retirada, y también que pidieron mantener durante más tiempo el operativo de evacuación, algo a lo que Washington se negó. El malestar se ha extendido por distintas capitales europeas, que han considerado que, una vez más, Estados Unidos no los trata como aliados, sino como subalternos.

placeholder Evacuación del aeropuerto de Kabul por parte de EEUU. (Reuters)
Evacuación del aeropuerto de Kabul por parte de EEUU. (Reuters)

La rápida descomposición del Gobierno afgano frente a los talibanes llevó a una huida acelerada de los aliados que comenzó el 14 de agosto. La evacuación, así como la operación general de salida de Afganistán, ha demostrado que son muchas las diferencias entre la Unión Europea y los Estados Unidos. Tanto en el fondo de la operación como en los detalles operativos y logísticos. De hecho, surgieron tensiones entre los socios por los fuertes controles que los americanos estaban realizando en el aeropuerto de Kabul, que provocaron quejas por vías oficiales y extraoficiales por parte de las instituciones europeas y varios gobiernos europeos.

Ha vuelto a surgir en el lado europeo, en Bruselas, París y Berlín, la incómoda sensación de ser totalmente dependientes de las decisiones que se toman en Washington sin tener en cuenta cuáles son sus opiniones. De ahí que en las últimas semanas se haya retomado con fuerza la agenda de la llamada 'autonomía estratégica', en concreto la creación de una fuerza militar de rápido despliegue de unos 5.000 efectivos, una propuesta que 14 Estados miembros hicieron en mayo y que ahora vuelve a estar en el centro del debate. Josep Borrell, alto representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, espera poner a mediados de noviembre una propuesta sobre la mesa que sea aprobada en la primera mitad de 2022.

Foto: Fuerzas especiales belgas durante un ejercicio militar en 2016. (Reuters)

Asimismo, la salida de Afganistán ha llevado a reabrir la idea de una especie de 'tercera vía' con China en algunas oficinas de la capital comunitaria, y varias fuentes europeas explican que Bruselas ha comunicado a Washington que será necesaria una vía de comunicación del Gobierno estadounidense con Pekín, que, como Rusia, ha visto la oportunidad de ocupar en Afganistán el espacio que deja vacío Estados Unidos. En la capital comunitaria, preocupa que el país centroasiático quede completamente en las manos de los gobiernos chino y ruso, y pretende intentar contrarrestar su influencia.

Y por mucho que en marzo, tras su choque con el Gobierno chino por el cruce de sanciones, Bruselas lanzara mensajes en que daba a entender que se decantaba claramente por la visión estadounidense de un bloque de democracias frente a China, lo cierto es que se han hecho muy pocos progresos, si es que se ha hecho alguno firme, en la creación de una visión común respecto a Pekín.

placeholder Antony Blinken, secretario de Estado de EEUU, junto con Josep Borrell en Bruselas. (Reuters)
Antony Blinken, secretario de Estado de EEUU, junto con Josep Borrell en Bruselas. (Reuters)

Algunos roces acumulados

La vuelta a una Casa Blanca amable y educada no iba a cambiar las profundas diferencias estructurales entre ambos bloques, y, además, fuentes comunitarias y diplomáticas se mostraron siempre convencidas de que no querían convertirse en una extensión de los Estados Unidos únicamente por encontrarse frente a un líder amable. Es decir, no querían ser tratados como algo accesorio al que únicamente se informaba de las decisiones. Es justo lo que molestó a algunos países respecto a la salida de Kabul.

Pero no es la primera vez que hay roces. Con la propuesta americana para la liberalización de las patentes de las vacunas contra el coronavirus, Biden también tomó una decisión sin informar a sus socios europeos, dejándolos a los pies de los caballos. Se consideró una acción de 'marketing' político que provocó un fuerte enfado en las instituciones europeas y algunas capitales de la Unión. Las diferencias entre EEUU y la Unión Europea están, en los elementos fundamentales, donde estaban hace un año. El campo donde se han logrado cerrar las heridas y hacer progresos reales y duraderos es en el ámbito del comercio.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es recibido por la ministra de Trabajo y Solidaridad de Portugal, Ana Mendes Godinho, a su llegada a la Cumbre Social Europea en Oporto (Portugal). (EFE)

Pero la manera de proceder de la Administración Biden, si bien nada tiene que ver con la era Trump, no gusta a muchos en Bruselas y en otras capitales europeas, en las que inquietan la unilateralidad, la falta de comunicación con los socios transatlánticos y la ausencia de tacto. ¿Hay una alternativa? Más allá de hablar, discutir y tratar de dar pequeños pasos en lo referente a la 'autonomía estratégica', lo cierto es que no.

En el lado europeo, no se toma con rencor. Sencillamente se asume que ha pasado la luna de miel inicial. Se vuelve a la dura realidad de dos agendas muy distintas, de un presidente cuya energía es consumida por su turbulenta agenda política interna. De este momento dulce ha salido una vuelta a la normalidad en lo que se refiere al tono y las formas de las relaciones, y una tregua comercial sólida que permite reconstruir puentes en ese sentido. Pero ha mostrado sus limitaciones en aspectos de seguridad y defensa, así como probablemente muestre importantes diferencias en lo que se refiere a la relación con China.

El 15 de junio, Joe Biden, presidente americano, certificó que la Unión Europea y los Estados Unidos se embarcaban en una luna de miel para cerrar las heridas abiertas por cuatro años de una Casa Blanca dirigida por Donald Trump. Lo hacía con un encuentro presencial en Bruselas con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y con Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. Horas antes, había hecho lo propio con los miembros de la alianza atlántica tras los años de amenazas de Trump.

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