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El enésimo papelón de la UE: por qué no puede aclararse ni con los talibanes
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¿Diálogo, reconocimiento o presión?

El enésimo papelón de la UE: por qué no puede aclararse ni con los talibanes

Tras una retirada precipitada y un cálculo erróneo de la situación en Afganistán, Occidente se enfrenta a la disyuntiva de qué estatus dar al régimen talibán

Foto: El alto representante de la UE, Josep Borrell. (EFE)
El alto representante de la UE, Josep Borrell. (EFE)

“Los talibanes han ganado la guerra, así que tenemos que hablar con ellos”. Estas declaraciones de Josep Borrell, alto representante de Exteriores de la UE, han generado gran expectación. Sin embargo, se encuentran en línea con la 'realpolitik' de pragmatismo del bloque comunitario. La UE mantiene diálogos abiertos con Nicolás Maduro en Venezuela, Xi Jinping en China, Ebrahim Raisi en Irán o con Mohamed VI en Marruecos, a pesar de sus historiales de abusos de los derechos humanos.

La situación de los talibanes es, evidentemente, distinta. Se trata de una milicia que, de momento, carece de reconocimiento internacional. En su anterior Gobierno (1996-2001), los islamistas solo contaron con el aval de Emiratos Árabes Unidos, Pakistán y Arabia Saudí. 20 años después, la comunidad internacional flirtea con la idea de evitar que Afganistán se convierta bajo el mandato talibán en un Estado paria a través de dar vía libre a su legitimidad.

Foto: Talibanes en Kandahar. (EFE)

Estados Unidos ya ha abierto esta puerta asegurando que el reconocimiento a este Estado Islámico de Afganistán estará condicionado a que el nuevo Gobierno respete los derechos humanos, especialmente los de las mujeres, y a que evite que el país se convierta de nuevo en un centro neurálgico de terroristas. Mucho de lo que haga Washington en este ámbito se dictará en Pekín o Moscú. China ya ha asegurado que está por la labor de colaborar con los talibanes para invertir en infraestructuras. Con mucha posibilidad, Rusia le seguirá en breve en un movimiento que busca canalizar los recursos del país y llenar el vacío que deja esta debacle transatlántica.

La UE habla, de momento, solo de diálogo. No de reconocimiento. En el muy corto plazo, necesita mantener canales de comunicación abiertos con los que están ahora al mando para coordinar las tareas de evacuación y repatriación. En el largo recorrido, depende de ellos para evitar el resurgimiento de células terroristas. En uno de sus últimos informes sobre el grupo, la ONU advertía de que los talibanes continúan teniendo fuertes vínculos con Al Qaeda.

“Solo he dicho que necesitamos hablar con ellos sobre todo, incluso para proteger a las mujeres y niñas. También para eso tenemos que estar en contacto con ellos. No vamos a aceptar que hagan todo lo que quieran, pondremos condiciones”, señaló el jefe de la diplomacia europea tras la primera reunión con los 27 ministros de Asuntos Exteriores para calibrar la dramática situación que atraviesa el país centroasiático.

Palo y zanahoria

Europa ha aprendido que el aislacionismo de los regímenes que no comulgan con sus ideas o su modelo de apertura liberal y democrática no es la mejor opción. Por ello, camina en la delgada y peligrosa línea de equilibrar los intereses comerciales o estratégicos con los derechos humanos. Es el palo y la zanahoria. Su brújula exterior pasa por utilizar sus medidas de presión, en forma de reducir las ayudas o a través de sanciones, para reducir las violaciones de derechos fundamentales.

Eso mismo está haciendo con los talibanes: la ayuda europea al desarrollo ha quedado congelada a la espera de cómo se desarrollen los acontecimientos en el país. Este 'modus operandi' le ha valido no pocas críticas. La UE es uno de los pocos baluartes que férreamente proclaman el multilateralismo, la diplomacia y los derechos humanos en el mundo, pero con demasiada frecuencia se encuentra impotente para alterar los desarrollos negativos dentro y fuera de sus fronteras. La política del ‘deeply concerned’ —que no solo caracteriza el proyecto comunitario, sino que se extiende a otros como la ONU— demuestra lo maniatada que está la Unión a la hora de tener una influencia real en la arena global.

Foto: Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea. (EFE)
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La situación de Afganistán es solo otro ejemplo de la falta de rumbo occidental y visión estratégica, algo que están aprovechando potencias como Rusia o China. Irak, Libia o Siria son los otros ejemplos recientes de intervenciones militares que han sacudido las conciencias de la alianza europeo-estadounidense. Según Borrell, la conquista talibana es ya el acontecimiento geopolítico más importante a nivel mundial desde la anexión ilegal de Crimea (2014) y tendrá un impacto enorme en la reconfiguración de poder global.

Qué Gobierno nacerá de las negociaciones

La gran pregunta que se hace todo el mundo es qué ocurrirá ahora. La UE coordinará cualquier paso sobre las relaciones con el régimen talibán con sus dos grandes aliados, Reino Unido y Estados Unidos. Este último ya ha avanzado que estaría dispuesto a colaborar con un Gobierno de unidad nacional. Los próximos días son clave y marcarán el devenir de los próximos años. Las negociaciones entre la milicia islamista y el expresidente Hamid Karzai acaban de arrancar. El formato de la relación Bruselas-Kabul estará condicionado a qué tipo de Gobierno salga de estas conversaciones. A los europeos les gustaría que incluyese a personalidades como Abullah Abdullah, jefe ejecutivo afgano en los últimos años, pero son escépticos a la hora de que los talibanes lo permitan.

“En las discusiones intra-afganas, hay muchos puntos a resolver: la distribución de poder, las instituciones democráticas del país y la Constitución y cómo los derechos de minorías religiosas, del colectivo LGTBi o de las mujeres serán protegidos bajo la 'sharía”, recuerda Lindsay Maizland en un análisis para el 'think tank' Consejo de Asuntos Exteriores.

Foto: Talibanes en Jalalabad (Afganistán). EFE

Con el lavado de cara que está intentando vender, el grupo talibán asegura que no implantará el régimen de terror de 20 años atrás. Pero Occidente no es naíf y muestra cautela. “Son los mismos, pero hablan mejor inglés”, aseguró Borrell. A pesar de las imágenes que muestran al grupo islamista comiendo helado, asistiendo a gimnasios o hablando con periodistas, la situación sobre el terreno deja una imagen poco halagüeña para mujeres, activistas, periodistas o cualquier persona alejada de la ley de la 'sharía' que defienden a ultranza.

Además de hablar mejor inglés, los insurgentes también han aprendido otra lección durante estos 20 años: necesitan a la comunidad internacional si quieren sobrevivir. Europa es uno de sus principales donantes de ayuda humanitaria. Para mantenerse en el poder, no solo requieren reconocimiento, sino todo lo que ello implica en términos de cooperación, inversión, acuerdos comerciales o ayudas económicas. Según la ONU, los afganos que necesitarán este tipo de asistencia humanitaria se duplicarán este año en comparación con el anterior. La UE ha congelado las partidas al desarrollo, pero es consciente de que tendrá que aumentar aquellas destinadas a paliar el drama humanitario.

¿Cómo actuó Europa durante el pasado régimen talibán?

La situación geopolítica de 2021 es radicalmente diferente a la de 1996. Pero ya emanan algunas similitudes. Antaño, la UE publicó una declaración urgiendo la protección de las mujeres afganas, muy similar a la que ha visto la luz durante las últimas horas. El lustro de gobierno de esta milicia borró a las mujeres de la escena pública. Y los fundamentalistas ya están relegándolas, en el mejor de los casos, a un segundo plano.

Europa no reconoció a los talibanes en la década de los noventa. Junto a Estados Unidos, les impuso sanciones económicas, que se sumaron a las promovidas por el Consejo de Seguridad de la ONU, prolongadas tras los atentados del 11-S. En 2001, la UE redujo el embargo de armas que mantenía sobre todo el país a las zonas controladas por dominio talibán.

Cuando las tropas de la OTAN irrumpieron en el país en 2001, Afganistán ya afrontaba una de las peores crisis humanitarias del planeta, lastrado por más de 25 años de guerras internas. La presencia activa europea en Kabul se remonta a los años ochenta, cuando comenzó a desplegar ingentes cantidades de dinero para paliar el drama humano. Esta es, precisamente, una de sus principales bazas para persuadir a los talibanes. La UE es uno de los mayores donantes del país y los líderes del Estado Islámico de Afganistán que se está forjando saben que necesitan estas ayudas internacionales para subsistir en el poder. Todo parece indicar que se camina a más diálogo y menos aislamiento que en la década anterior. Pero el reconocimiento como un régimen legítimo por parte de los europeos es todavía difícil de avistar.

“Los talibanes han ganado la guerra, así que tenemos que hablar con ellos”. Estas declaraciones de Josep Borrell, alto representante de Exteriores de la UE, han generado gran expectación. Sin embargo, se encuentran en línea con la 'realpolitik' de pragmatismo del bloque comunitario. La UE mantiene diálogos abiertos con Nicolás Maduro en Venezuela, Xi Jinping en China, Ebrahim Raisi en Irán o con Mohamed VI en Marruecos, a pesar de sus historiales de abusos de los derechos humanos.

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