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¿Es que Italia lo gana todo? El pan y circo desata la euforia en "el mejor país del mundo"
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'Mamma mia', qué alegría

¿Es que Italia lo gana todo? El pan y circo desata la euforia en "el mejor país del mundo"

Los italianos celebran dos meses de éxitos consecutivos en Eurovisión, la Eurocopa y los Juegos Olímpicos, entre otros, y dejan las preocupaciones sobre la realidad del país para otro momento

Foto: Celebraciones en la Piazza Duomo tras la victoria de Italia contra Inglaterra en la Eurocopa 2020. (Reuters)
Celebraciones en la Piazza Duomo tras la victoria de Italia contra Inglaterra en la Eurocopa 2020. (Reuters)

El pan y circo del Imperio Romano sigue siendo una de las más rentables estrategias políticas en la actualidad. Entre la intelectualidad, lo del circo es siempre peyorativo. Entre el pueblo menos docto, sin embargo, parece superlativo. Italia es un último ejemplo. La euforia contagia todo. Sus gladiadores traen entretenimiento mientras su emperador aporta pan con marca Europa. Italia se está pegando un atracón de victorias en la arena, como en los viejos tiempos, y un ¿espejismo? de grandeza envuelve al país. Un oportuno sí se puede con todo, cuando parecía que no se podía con nada.

Somos el mejor país del mundo, como Italia nadie”, me decía un amigo italiano entusiasmado tras la histórica jornada de los dos oros de atletismo en los Juegos Olímpicos. Hace casi un año y medio, cuando Italia era sinónimo mundial de la tristeza y derrota por un virus, me llamó y me dijo, ante lo que consideraba como un insuficiente primer plan de ayudas del entonces primer ministro Giuseppe Conte: “Somos un país acabado”.

Foto: El primer ministro italiano, Mario Draghi. (Reuters)

¿Qué ha pasado entre medias de esas dos afirmaciones? Que el italiano más reputado del país, un banquero que parece adorar hasta la izquierda, Mario Draghi, apodado 'Súper Mario', se convertía en primer ministro de un extraño gobierno de concentración 'made in Italy' para, “whatever it takes” (a cualquier coste), salvar el país. Que se vencía en Eurovisión, lo que no es poco en un país que aún hoy se “paraliza” una semana por el Festival de la Canción de San Remo. Que el sacrosanto fútbol italiano ganaba la Eurocopa a los ingleses en Wembley, con el estilo que gusta a sus ciudadanos en el que los defensas marcan los goles y se suda a chorros colonia. Que por primera vez en la historia un tenista, Matteo Berrettini, alcanzaba la final de Wimbledon. Y, finalmente, que se llega a los Juegos Olímpicos de Tokio y quizá se acabe con la mejor participación de la historia, dejando para la historia ese oro en los 100 metros lisos del hijo de un estadounidense y una italiana que habla perfectamente italiano y chapurrea mal el inglés. El circo, que se ha desatado para jolgorio de la masa, lo contamina todo.

La rentabilidad política

La euforia ha llegado a tal punto que los community manager de los políticos están haciendo horas extras este agosto, mes en el que Italia se traslada en bloque al mar y se cierran las ciudades. Da igual la crisis, el paro, la deuda pública… Italia está bajo una sombrilla feliz celebrando victorias a 40 grados y los políticos de corte más populista se pegan por ser los más efusivos. Ahí sirve también lo de poner el pecho para parar balas: “El 'Washington Post' y el 'Times' lanzan sospechas de doping contra nuestro campeón Marcell Jacobs. Cutre. En la vida hay que saber perder. Superarlo”, escribía en Twitter el líder de la Lega Matteo Salvini sobre la victoria de su velocista. Las cuentas en redes sociales de Salvini no difieren mucho en los últimos días de las de cualquier periódico deportivo.

La otra líder política italiana que está usando sus redes como exaltación de cada triunfo es la que está al frente del partido ultraconservador Fratelli d’Italia (FdI), la romana Giorgia Meloni, cuya formación encabeza hoy las encuestas de intención de voto. “Un año de grandes conquistas deportivas y resultados históricos para Italia. Muchas gracias a todos los atletas por las grandes emociones que nos están regalando a todos. Sois nuestro orgullo”, es uno de sus mensajes.

Los líderes de las otras dos grandes formaciones políticas, el izquierdista Partido Democrático (PD) y el populista Movimiento 5 Estrellas (M5S) son más comedidos en sus efusiones. Quizá sea por el perfil de ambos hombres, Enricco Letta y Giuseppe Conte, de un corte más intelectual y también más distante de ese pueblo que celebra los triunfos a abrazos en medio de una pandemia. El líder del PD, Letta, no ha escrito ningún mensaje directo en su cuenta de Twitter, por las decenas de Salvini y Meloni, celebrando las últimas victorias deportivas, y se ha limitado a compartir mensajes de otros celebrando los triunfos.

Conte, por su parte, también tiene una actividad bastante menos activa que las de sus colegas conservadores. Por ahora, solo ha subido un mensaje felicitando a la selección de fútbol, bajo el mensaje “Italia en el techo de Europa”, y uno en los JJ.OO sobre los oros en salto de altura y los 100 metros. “Un domingo realmente extraordinario para Italia. Dos históricas medallas de oro”, dijo.

Foto: El equipo italiano de esgrima celebra su medalla de plata en Tokio 2020. (EFE)

La euforia y sobreactividad de Meloni y Salvini contrasta con la contención de sus contrincantes progresistas. Podría ser por lo que dicen las encuestas políticas, que encabezan casi empatados ambos. O quizá los sondeos son así también por esa simbiosis que hace que los líderes ultraconservadores tengan las pulsiones de un italiano de a pie, al que le importa más la Eurocopa y un oro en vela que la reforma de la Justicia. Según el último sondeo de la empresa Swg, FdI tiene un 20,6% de intención de voto; la Lega, un 20,3%; el PD un 19% y el M5S, un 15,5%.

Draghi vive mientras en la burbuja de su despacho, en medio de esta ola de euforia, con el apoyo según todos los sondeos de entre el 65 y el 77% de los italianos y sacando adelante la complicada reforma de la Justicia y su plan de recuperación económica con el viento a favor. Ese que le garantiza que la alegría llega desde hace dos meses a las casas italianas solo con encender la tele. El problema es todo lo que queda detrás cuando se baje el telón del circo y el dinosaurio siga allí. Algunos advierten del peligro de dejarse llevar por esta euforia.

¿Pandemia y éxitos van unidos?

“Italia corre (tanto que incluso gana los 100 metros en los Juegos Olímpicos). Italia salta los obstáculos (y se lleva la medalla de oro en la cima). Italia compite (en fútbol son los primeros en Europa después de haber hecho retroceder a los ingleses a través del Canal de la Mancha). Italia está creciendo (más del 5%, más que Francia y Alemania). Italia tiene un súper jefe de gobierno (¿y quién mejor que Super Mario?). Ok, pero Italia tiene una deuda pública enorme (2.700 billones de euros, el segundo en valor nominal después de la francesa, pero igual al 160% del PIB en comparación con el 116% de Francia), viene de años de estancamiento económico, sus bonos del Tesoro se valoran con tres B, justo por encima de los bonos basura…”, escribe Stefano Cingolani, analista de Il Foglio.

En el World Happiness Report, Italia ocupa la posición 25, justo detrás de España. No hace tanto, llegó a ocupar el puesto 50.

¿Es esta la retahíla de los agoreros intelectuales o el aviso responsable de quien ve absurdo adorar a once tipos en calzoncillos pateando una pelota cuando el país hace aguas por tantos lados? El sentir social quizá se puede resumir en un artículo del escritor y periodista Maurizio Crosetti en el periódico La Repubblica que se titula "Un verano inolvidable": “El deporte italiano ha vivido sus mejores semanas tras el peor año y medio, y es probable que un hilo fuerte lo una todo. Como si hubiéramos guardado energía dentro junto con el miedo y un deseo inaudito de felicidad. Ahora estamos más consolados, sabemos que no somos invencibles y, sin embargo, nos sentimos ganadores con Gimbo y Marcell, pero también con Gigio Donnarumma y Mancini. Poder recordar todo esto será un gran regalo”.

En marzo pasado salió el informe sobre la felicidad de todos los países (World Happiness Report). Italia ocupaba la posición 25, justo detrás de España. No hace tanto, con la crisis pegando bocados, llegó a ocupar el puesto 50. Es posible que si la encuesta se hiciera hoy, Italia subiera bastantes puestos. “Hay una nueva conciencia de los italianos, que son más solidarios entre sí en estos tiempos de dificultad frente a un comportamiento anterior claramente individualista”, explicó sobre el resultado de su país el empresario Andrea Illy, dueño de la empresa de café Illy, cuya fundación co-sufraga este amplio estudio internacional sobre la felicidad.

Eso es parte de la actual euforia y parte del aprendizaje de estos meses que han desembocado en estos triunfos deportivos. Ambas cosas no van de la mano, pero de alguna manera se unen, como si todo junto fuera la señal de un renacer. Italia, uno de los países más culturalmente individualistas, ha aprendido a superar una pandemia cantando en los balcones, con un sentido solidario amplio y un apoyo social férreo, cuando más se necesitaba, al menos, a su líder. Lo tuvo Conte y lo tiene Draghi.

En la derrota parece bueno tener confianza para levantarse. La tristeza se cura mejor con dosis de alegría. Las normas sociales dictan que los triunfos son de todos y los fracasos, solo de algunos. Los italianos, "whatever ir takes", por ahora no paran de vencer.

El pan y circo del Imperio Romano sigue siendo una de las más rentables estrategias políticas en la actualidad. Entre la intelectualidad, lo del circo es siempre peyorativo. Entre el pueblo menos docto, sin embargo, parece superlativo. Italia es un último ejemplo. La euforia contagia todo. Sus gladiadores traen entretenimiento mientras su emperador aporta pan con marca Europa. Italia se está pegando un atracón de victorias en la arena, como en los viejos tiempos, y un ¿espejismo? de grandeza envuelve al país. Un oportuno sí se puede con todo, cuando parecía que no se podía con nada.

Mario Draghi Movimiento 5 Estrellas Giuseppe Conte Juegos Olímpicos