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Olvídate del filete al punto: Bruselas echa la carne en el asador para una revolución verde
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Olvídate del filete al punto: Bruselas echa la carne en el asador para una revolución verde

La UE entra en años de negociación para conseguir la neutralidad climática en el año 2050. No saldrá barato. Una fuente europea lo califica como un ejercicio de “cirugía social”

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Foto: EFE.

Hace una semana el ciclo informativo nacional giraba alrededor del ministro Alberto Garzón en lo que se ha venido a bautizar como “la crisis del chuletón”. El líder de Izquierda Unida y ministro de Consumo habló de la reducción de consumo de carnes rojas no solamente por motivos sanitarios sino también climáticos.

La crisis quedó sentenciada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que zanjó el asunto explicando que un “chuletón al punto” es “imbatible”. El asunto terminó de quedar sepultado por la crisis de Gobierno en la que el líder socialista sustituyó a un buen número de miembros del Consejo de Ministros.

Foto: Imagen: L. Martín.
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Menos de una semana después de esta crisis, la Comisión Europea ha desvelado uno de sus planes estrella para la actual legislatura, el paquete “Fit for 55”, todo un bombardeo legislativo con el que pretende actualizar las normas europeas para hacer posible un recorte de las emisiones del 55% para 2030 (respecto a los niveles de 1990), de forma que se acerque al objetivo de lograr la neutralidad climática en 2050.

12 propuestas legislativas que van a cambiar la manera en la que los europeos producen, consumen, se desplazan y, en general, viven. Lo que una alta fuente comunitaria ha calificado de un auténtico ejercicio de “cirugía social”.

Aunque el debate del consumo de carne quedó zanjado en España con una opinión gastronómica de Sánchez, el asunto de la revolución ecológica va a ser una prioridad europea

Varias fuentes señalan la importancia de que el paquete que ha presentado esta semana el Ejecutivo comunitario se acompañe de las suficientes medidas compensatorias y de las suficientes explicaciones. Porque se van a tocar todos los palos de la vida normal de los ciudadanos europeos: los precios de los productos que compran, el precio de la energía, el precio de sus billetes de avión o el tipo de coche que conducen.

Por eso, también se ha anunciado un fondo social que, en cualquier caso, también generará tensión, tanto por el tamaño final que tenga como por el reparto de los fondos. Por lo pronto, la propuesta de la Comisión es de unos 72.000 millones, de los que unos 7.600 millones serían para España entre 2025 y 2032.

Foto: Ilustración: Rocío Márquez.

Nadie en Bruselas lo esconde. Este paquete es sensible, genera enfado, división y muchas complicaciones. Se discute sobre su enfoque, sobre la manera en la que se puede estructurar y sobre los contrafuertes que se armen para sujetar la nave central de este paquete. Pero no se discute sobre la necesidad de ponerlo en marcha, sobre lo urgente de llegar a un acuerdo en los próximos años y sobre la importancia de lograr alcanzar los objetivos climáticos que se han marcado para el año 2030 y 2050.

En España hay ingredientes que demuestran hasta qué punto este debate puede ser complicado. La llamada “crisis del chuletón” ha sido solamente el último ejemplo de hasta qué punto una gestión torpe de este debate puede hacerlo especialmente explosivo y problemático. Pero el aumento de los precios de la electricidad es otro ejemplo más. En todos los países preocupan las posibles reacciones que genere este paquete, también en España. La revuelta de los “chalecos amarillos” franceses está en el recuerdo de todos, y varias fuentes los mencionan, señalando que uno de los mayores temores es que estas propuestas generen una reacción similar.

placeholder Ursula von der Leyen. (EFE)
Ursula von der Leyen. (EFE)

Lo que está claro es que, por mucho que el debate del consumo de carne roja haya quedado zanjado en España a nivel político con una opinión gastronómica del presidente del Gobierno y la desautorización de Garzón, el asunto de la revolución ecológica va a ser una prioridad europea en las próximas décadas. Y en la Comisión Europea no lo esconden: va a ser muy duro. Entre otras cosas, la estrategia de Bruselas de un Pacto Verde pasa también por la reducción del consumo de carne roja. Esa es la parte fácil del plan.

Adiós al coche de combustión (en 2035)

Una de las propuestas más sensibles de las que ha puesto la Comisión Europea sobre la mesa este miércoles es la prohibición de la venta de coches de combustión para el año 2035. Una fuente ha calificado de “interminable” la discusión respecto a la decisión de los coches, explicando que se trata de una de las medidas más complicadas.

placeholder Una boina de contaminación en Madrid. (EFE)
Una boina de contaminación en Madrid. (EFE)

Citando a Joseph Schumpeter, la fuente ha explicado que las propuestas que la Comisión Europea ha puesto sobre la mesa no son “una transición”. “Esto es destrucción creativa, hay capital que va a ser destruido porque no nos podemos permitir que siga funcionando. Es perfectamente capaz de seguir funcionando, pero no queremos que lo haga, estamos destruyéndolo para sustituirlo por otro”, ha señalado la fuente, subrayando que va a haber que hacer un gran ejercicio de pedagogía para explicar a los ciudadanos que se está destruyendo parte de su patrimonio, no de forma literal, porque podrán seguir circulando muchos de estos coches, pero sí al menos en cuanto a valor.

Además, este punto no es sensible únicamente porque no cualquier familia tiene la posibilidad de comprar un coche eléctrico, sino también porque toda la industria automovilística tiene que adaptarse, y debe hacerlo de forma homogénea en todo el territorio europeo, evitando que las fábricas de algunos países queden relegadas a la producción de automóviles que van a desaparecer en unos pocos años. España, por ejemplo, se juega mucho en este campo.

Fiscalidad y mercado de emisiones

Una de las herramientas que más se utilizan para poder potenciar la lucha contra el cambio climático consiste en tocar los bolsillos de los productores, exportadores y consumidores. Así, por ejemplo, la Comisión Europea propone renovar la directiva de fiscalidad energética que data de 2003 y de esta forma acabar con muchas exenciones de las que disfrutaban los agricultores y ganaderos en algunos países a la hora de pagar impuestos sobre los combustibles. Además, el Ejecutivo comunitario subirá las tasas mínimas sobre los combustibles fósiles.

Otra de las medidas más sensibles es la ampliación del mercado de emisiones europeo, el llamado ETS, que pone precio a las emisiones, también al transporte terrestre y a las viviendas. No son pocos los miembros del colegio de comisarios que han mostrado la preocupación por este paso, que, además, también genera bastante inquietud dentro del Parlamento Europeo. “Yo tengo suficiente experiencia como para saber que los ETS son un instrumento delicado”, señala una fuente comunitaria.

Foto: EC Diseño.
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También se encarecerán por ejemplo los billetes de avión, que no solamente afectará a los españoles que quieran volar, también lo hará a una de las joyas de la corona de la economía española: los turistas. Vengan de donde vengan, si lo hacen en avión, y la mayoría llega de hecho en aeronave, les será cada vez más caro.

Se añadirá también la ya famosa tasa de carbono en frontera, que tiene por objetivo gravar las importaciones de industrias que tienen una gran huella de carbono. Esta medida afectará fundamentalmente a las importaciones de China, Rusia, Turquía y el Reino Unido, por lo que en Bruselas se le da más una lectura geopolítica que de impacto sobre el consumidor final.

Divisiones y comunicación dura

Hay una profunda división en el seno de la Comisión Europea sobre este paquete. No son pocos los comisarios que han mostrado su incomodidad con una propuesta que consideran que se ha impulsado sin el suficiente consenso. Varias fuentes señalan que Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que ya acumula varios choques con parte de su colegio de comisarios, ha querido sacar el paquete a la luz antes de reflejar muchas de las inquietudes de distintos comisarios.

“A veces el ambiente se calienta en la cocina, pero lo que interesa a los ciudadanos es la comida que se les sirve, no cómo se cocina”

Otros, dentro y fuera de la Comisión Europea, consideran que Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo a cargo del Pacto Verde, está apostando por una doctrina “radical”, algo que el propio holandés admite, explicando que la Unión Europea no tiene otra opción. “Sí, es difícil. Sí, es duro. Pero es una obligación”, admitía este miércoles Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea a cargo del Pacto Verde. “Si lo logramos, la humanidad tiene una oportunidad, porque el resto del planeta nos está observando”, ha asegurado el holandés, un político socialdemócrata que en 2019 rozó la presidencia de la Comisión.

Timmermans ha explicado este jueves que la división dentro del colegio de comisarios es un asunto de la “burbuja de Bruselas”, y ha señalado que “a veces el ambiente se calienta en la cocina, pero lo que interesa a los ciudadanos es la comida que se les sirve, no cómo se cocina”.

Lo que está claro es que el Ejecutivo comunitario ha apostado por una comunicación en la que subraya que va a haber sacrificios, que va a ser difícil. Habrá un choque frontal con un buen grupo de Estados miembros que miran con mucha preocupación el paquete. Es, quizás, la principal lección que se deba sacar a nivel nacional: se está ante un cambio fundamental, que va a afectar a todos los países y a todas las capas de la sociedad, especialmente a las más débiles, y por lo tanto no debe esconderse o maquillarse la magnitud del reto. Más bien al revés.

Hace una semana el ciclo informativo nacional giraba alrededor del ministro Alberto Garzón en lo que se ha venido a bautizar como “la crisis del chuletón”. El líder de Izquierda Unida y ministro de Consumo habló de la reducción de consumo de carnes rojas no solamente por motivos sanitarios sino también climáticos.

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