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Borrell advierte del riesgo de una "espiral negativa" entre la UE y una Rusia impredecible
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Pilares de la política europea hacia Rusia

Borrell advierte del riesgo de una "espiral negativa" entre la UE y una Rusia impredecible

El jefe de la diplomacia europea avisa de una “espiral negativa” en las relaciones con Moscú el mismo día que Joe Biden, presidente americano, se reúne con Vladimir Putin, presidente ruso

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo estadounidense, Joe Biden (EFE)
El presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo estadounidense, Joe Biden (EFE)

Si hay un adjetivo que se utiliza de forma habitual para hablar de Rusia en la capital comunitaria ese es “impredecible”. Rusia no es solamente cada vez más agresiva a ojos de muchos Estados miembros, es también cada vez más impredecible. Y eso complica todavía más la acción de la Unión Europea con su vecino más grande y más poderoso. En el día en el que se reúnen en Ginebra Joe Biden, presidente estadounidense, y Vladímir Putin, presidente ruso, Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, ha advertido de que las relaciones con Moscú pueden entrar en una “espiral negativa”.

La Unión Europea tiene con Rusia tres problemas que se repite en casi todos los ámbitos de su política exterior: el primero es que representa una amenaza para muchos Estados miembros, el segundo es que otro grupo de países prima los lazos económicos, y un tercer problema es que las diferencias entre el primer grupo y el segundo impiden formar una acción coherente hacia Moscú. Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea tienen previsto, de hecho, debatir sobre las relaciones con Rusia en una cumbre que se celebra en Bruselas a finales de mes.

Foto: Vladimir Putin (izq.) y Joe Biden se dan la mano. (Reuters)

Para ese debate que mantendrán los líderes la Comisión Europea ha preparado una comunicación, presentada a la prensa este miércoles por Borrell. El documento refleja una serie de pilares que deberían sostener la política europea hacia Rusia. Por un lado, la plena implementación de los acuerdos de Minsk sobre la situación en Ucrania; en segundo lugar fortalecer los lazos con todos los socios que se encuentran en el círculo de influencia de Moscú; en tercer lugar “fortalecer la resiliencia de la UE”; y en cuarto el único punto en los que Bruselas cree que puede haber una futura cooperación: una colaboración “selectiva” con Rusia en “cuestiones de interés para la UE”, como por ejemplo la lucha contra el cambio climático. El quinto pilar consiste en apoyar a la sociedad civil rusa.

El escenario optimista es que se pueda contener a Rusia y su apetito expansionista, y que al mismo tiempo se pueda estrechar la cooperación en algunos asuntos concretos. Pero es un único escenario positivo entre cientos de escenarios negativos, mucho más realistas y sobre los que trabajan técnicos, diplomáticos y políticos. Esa característica, la impredecibilidad, seguirá ahí.

Frente en Bielorrusia

El nuevo frente de tensión entre la Unión Europea y Rusia es la situación que se vive en Bielorrusia. Muchos Estados miembros del este advierten de que la intención de Moscú es anexionarse el territorio bielorruso, y lo han expresado en los debates internos pero también en el marco de la OTAN, que celebró este pasado lunes una cumbre de líderes en Bruselas. El secuestro de un avión de Ryanair por parte de las autoridades bielorrusas para poder detener a un periodista disidente que viajaba de Atenas a Vilna, lo que ha provocado una nueva tanda de sanciones europeas contra Minsk.

Cada nuevo roce con el régimen bielorruso acerca a su líder, Aleksandr Lukashenko, un poco más hacia Putin. Es una batalla difícil de plantear y en la que prácticamente solamente cabe hacer un control de daños, pero que es una buena muestra de lo enormemente complejas que son las relaciones con Moscú, como demostró la visita de Borrel a la capital rusa, en la que sufrió una emboscada por parte del ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, que comparó a Alekséi Navalny, líder opositor ruso encarcelado tras haber sufrido un intento de asesinato por envenenamiento, con los líderes del ‘procés’ catalán.

Foto: La activista polaco-bielorrusa Jana Shostak muestra una pancarta de "SOS" durante una rueda de prensa sobre el arresto del periodista Román Protasevich. (EFE)

Además, Rusia se está alineando claramente con China en ese reajuste global que se está apuntalando, con dos grandes bloques, uno liderado por Washington, que intenta atraer a la Unión Europea, y el otro liderado por Pekín. La energía también tiene un papel que jugar ese movimiento. Moscú necesita que eso vaya de la mano de una cooperación más estrecha por parte china en las cuestiones energéticas. En otras palabras: necesita exportar más a China.

La energía: el talón de Aquiles ruso... y europeo

Y es que el documento de 14 páginas publicado este miércoles por la Comisión Europea también identifica puntos débiles de Moscú. Y hay uno muy claro: la energía.

“Rusia representa actualmente el 26% de las importaciones de petróleo de la UE y el 40% de las importaciones de gas de la UE. Sin embargo, Rusia depende claramente de los mercados energéticos profundos, estables y lucrativos de la UE: casi dos tercios de las exportaciones de petróleo de Rusia, dos tercios de sus exportaciones de gas y aproximadamente la mitad de sus exportaciones de carbón van a la UE, mientras que solo el 27% de sus exportaciones de petróleo y sólo el 2% de sus exportaciones de gas van a China”, señala el documento, dando en el centro de la diana: por mucho que Moscú se esfuerce en sustituir las exportaciones hacia la UE por exportaciones a China, se encuentra muy lejos de poder cubrir ese hueco. “Las exportaciones de energía también son fundamentales para el modelo empresarial de Rusia, ya que representan el 60% de su exportaciones totales, 40% de sus ingresos presupuestarios y 25% de su PIB”, continúa.

Foto: Angela Merkel y Vladímir Putin, en 2018. (Reuters)

Si Europa quiere jugar una carta amenazante con Rusia necesita tener seguridad energética. Por eso, precisamente, en muchas capitales del este de Europa, pero también en lugares como Washington, genera una enorme desconfianza el proyecto Nord Stream 2, un faraónico proyecto que conectará directamente Rusia con el norte de Alemania a través de un gasoducto que dejará todavía más expuestos a los vecinos rusos que sienten continuamente el aliento del Kremlin. A pesar de las críticas, Berlín en ningún momento ha cedido en su idea de continuar con el proyecto, aunque Los Verdes, con posibilidades de entrar en el próximo gobierno, consideran que se debería frenar de manera inmediata la construcción del gasoducto.

Y Bruselas confía en que la transición verde también tenga un papel que jugar aquí: “Sin embargo, también al avanzar decisivamente hacia la descarbonización, nuestra independencia energética seguirá creciendo y la dependencia de los suministros rusos disminuirá en general. Rusia verá cómo sus exportaciones de productos energéticos a la UE se reducirán significativamente en los próximos 10 a 20 años, lo que inevitablemente tendrá un impacto interno”.

Si hay un adjetivo que se utiliza de forma habitual para hablar de Rusia en la capital comunitaria ese es “impredecible”. Rusia no es solamente cada vez más agresiva a ojos de muchos Estados miembros, es también cada vez más impredecible. Y eso complica todavía más la acción de la Unión Europea con su vecino más grande y más poderoso. En el día en el que se reúnen en Ginebra Joe Biden, presidente estadounidense, y Vladímir Putin, presidente ruso, Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, ha advertido de que las relaciones con Moscú pueden entrar en una “espiral negativa”.

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