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Error de cálculo y huida hacia delante: "Marruecos está teniendo un berrinche diplomático"
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Error de cálculo y huida hacia delante: "Marruecos está teniendo un berrinche diplomático"

El respaldo de Washington ha envalentonado a Marruecos por encima de sus posibilidades diplomáticas. La pregunta es, ¿hasta dónde está dispuesta a llegar Rabat?

Foto: Vista de la playa de El Tarajal en mayo tras la entrada de miles de migrantes desde Marruecos. (Reuters)
Vista de la playa de El Tarajal en mayo tras la entrada de miles de migrantes desde Marruecos. (Reuters)

Marruecos no cede. A pesar de que la Unión Europea ha dado un respaldo sin fisuras a España en su 'impasse' migratorio con el país vecino y de que la diplomacia estadounidense ha hecho mutis por el foro en esta crisis, Rabat, lejos de amilanarse, está subiendo la apuesta. Con las relaciones en mínimos y las tensiones en máximos, la idea de huir hacia adelante es tentadora. Pero viene con toda una serie de contraindicaciones que pueden acabar inestabilizando aún más la situación. ¿Está forzando demasiado el reino alauí?

Recapitulemos: en diciembre, Estados Unidos, en las últimas semanas de la era Donald Trump, reconoció la soberanía marroquí sobre la excolonia española del Sáhara Occidental. España y la UE, sumidas en la crisis del coronavirus, hicieron caso omiso a este hito diplomático y apostaron por mantener el equilibrio de los últimos 40 años. En enero, Rabat mostró sus cartas, supeditando su relación con España a un gesto sobre la llamada cuestión del Sáhara. En su lugar, en abril, el Gobierno de Pedro Sánchez acogió en secreto al veterano líder saharaui Brahim Ghali, considerado enemigo de Estado por Marruecos, en un hospital de Logroño.

Foto: Decenas de menores llegados solos a Ceuta esperan para hacerse las pruebas de covid. (EFE)

A este error de cálculo de Madrid, Rabat respondió con el suyo propio al decidir usar la espita migratoria para fortalecer su posición negociadora. Las imágenes de más de 9.000 inmigrantes cruzando la frontera de Ceuta sin ser molestados —cuando no alentados— por las autoridades marroquíes fueron recibidas con críticas unánimes por el bloque europeo, alineando incluso a tradicionales aliados como Francia. Ni viejos amigos del reino alauí, como las monarquías del Golfo, ni los más nuevos, como China, se han pronunciado. Mientras tanto, desde la Casa Blanca de Joe Biden, no saben, no contestan.

“Marruecos está teniendo un berrinche diplomático”, explica Jacob Mundy, profesor de la Colgate University en Hamilton, Nueva York, y especializado en la región. “Rabat quiere consolidar un nuevo ‘statu quo’ internacional [tras el reconocimiento de Washington a su soberanía sobre el Sáhara Occidental] y eso no está sucediendo. Cuanto más tarde Estados Unidos en aclarar su postura actual al respecto, más se repetirá este comportamiento”, agrega el académico en una entrevista con El Confidencial.

Foto: La ministra de Relaciones Exteriores española, Arancha González Laya, junto a su contraparte marroquí, Nasser Bourita, en una visita a Rabat en enero. (Reuters)

La crisis migratoria duró 48 horas —lo que tardó Rabat en mandar a los gendarmes de nuevo a las fronteras—, pero Marruecos gastó mucho crédito político en una maniobra confusa, en que nunca llegó a dejar meridianamente claro su punto de vista. Dos semanas después, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Marruecos publicaba sendos comunicados en los que, más allá del caso Ghali, reprochaba a España sus “actitudes hostiles y estrategias perjudiciales hacia la cuestión del Sáhara marroquí” y la acusó de “connivencia con los adversarios del Reino para socavar la integridad territorial de Marruecos”.

“La crisis no está limitada al asunto con un hombre [Ghali]. No comienza con su llegada ni terminará con su partida —rezaba el texto—. Marruecos nunca ha instrumentalizado el separatismo (...) y está en su derecho de no esperar menos de España”. En definitiva, Rabat exigía, negro sobre blanco, un cambio copernicano en la política española sobre su excolonia —que básicamente consiste en apegarse a las resoluciones de la ONU y su misión especializada en el conflicto, que abogan por un referéndum pactado con Marruecos en el Sáhara Occidental— y pase a valorar la solución autonómica marroquí. Ellos o nosotros, vienen a plantear.

Foto: Imagen de archivo de dos mujeres del Frente Polisario. (EFE)

“El uso del arma migratoria ha sido contraproducente para los objetivos de Marruecos. Como cálculo estratégico, no tomaron en suficiente consideración lo sensible que es la cuestión del control migratorio para todos los Estados de la UE, con la que especialmente Francia, su aliado de siempre, está particularmente obsesionada”, valora Irene Fernández-Molina, profesora de la Universidad de Exeter, en una conversación con El Confidencial. “La forma de mantener la presión sobre España, y la UE en su conjunto, es ahora pasar un poco página de la opción migratoria y revelar el elefante en la habitación: la posición de España y la UE sobre el Sáhara Occidental”, avisa la experta en el norte de África.

Vivir por encima de tus posibilidades (diplomáticas)

El cambio de guion de crisis migratoria a conflicto geopolítico parece haber llegado tarde en Europa. Desde la Comisión Europea, han evitado mandar un mensaje abiertamente crítico contra Marruecos mientras siguen los contactos y negociaciones entre bambalinas. Pero fuentes diplomáticas europeas defienden que vacilar sobre el Sáhara Occidental ahora mandaría el mensaje equivocado a Rabat de que la presión migratoria funciona en la negociación política con Bruselas.

“Nuestra posición es clara, se mantiene sin cambios, la hemos explicado antes y la hemos reiterado”, señaló el martes una portavoz del Servicio de Acción Exterior, que encabeza el catalán Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea. “Nada va a hacer que cambie”, apuntilló.

Madrid también está tratando de restablecer un cierto equilibrio. Aunque el presidente Sánchez criticó duramente el comunicado de la diplomacia marroquí, calificando de “inaceptable” el uso de la frontera para dirimir los desacuerdos políticos, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, insistía horas después en que “España es el mejor aliado que tiene Marruecos en la UE”. "Nuestra voluntad es que acabe la tensión con nuestro vecino. Deseamos volver a la normalidad", resumía el martes María Jesús Montero, portavoz del Gobierno, tras el Consejo de Ministros.

Foto: Iván Redondo comparece para informar del desarrollo del Sistema de Seguridad Nacional. (EFE)

Pero ningún intento por reconducir la situación ha causado mella en la postura de Rabat, que sigue bloqueando la repatriación de cientos de marroquíes que ingresaron en Ceuta en la avalancha del 17-18 de mayo —aunque Mohamed VI pidió el martes que se resuelva el tema de los menores no acompañados—. Mientras en España la oposición aprovecha la crisis para atacar al Gobierno, en el país vecino, los políticos y medios oficiales, controlados por Palacio y los servicios secretos, han respondido al unísono.

La pregunta es, ¿hasta dónde están dispuestos a llegar? Los analistas coinciden en que el respaldo de Washington ha envalentonado a Marruecos por encima de sus posibilidades diplomáticas y será Washington quien ponga —o no— coto a esta actitud.

La incómoda ambigüedad de Biden

Así que todo parece depender de los próximos pasos que dé la Administración Biden. En principio, los demócratas no parecen ansiosos por revertir la decisión de Trump. Marruecos es, al fin y al cabo, un aliado fiable y sólido para sus objetivos de seguridad en una región que se ha convertido en un hervidero de grupos yihadistas. Y si bien Mohamed VI está lejos de llevar el país hacia una democracia parlamentaria, sí se ha ocupado de modernizar ciertos aspectos de la vida pública.

Foto: Mohamed VI. (Getty)

Pero Biden tampoco ha dejado clara su postura definitiva al respecto, ni se ha referido más al futuro de los llamados Acuerdos de Abraham —por los que Rabat reconoció el Estado de Israel y EEUU la soberanía marroquí del Sáhara Occidental—. Cada vez que al Departamento de Estado se le pregunta por esa cuestión —como por muchas otras—, la respuesta invariablemente es “todavía se está revisando”.

“Es posible que Estados Unidos considere que una posición ambigua puede ser efectiva. En el pasado, han intentado una estrategia de incentivos para convencer a Marruecos de que participe en las negociaciones [en el marco de la ONU], pero esta no ha funcionado. Si ahora cambian a una postura ambigua —en la cual tienen una proclamación de soberanía, pero no vuelven a mencionarla ni a hacer nada al respecto hasta que Marruecos negocie—, eso podría funcionar”, explica Mundy.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (EFE)

La incógnita se despejará en octubre, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU vuelva a tratar el tema del Sáhara Occidental y renueve el mandato de la Minurso —su agencia dedicada a tratar de resolver el conflicto político—. Si EEUU respalda definitivamente la causa marroquí, podría tratar de sumar a Francia e ir construyendo un nuevo consenso sobre el disputado territorio. Si Biden rectifica, la cuestión saharaui volvería al redil de la ONU, donde lleva casi medio siglo a la espera de resolución.

Hasta entonces, Marruecos probablemente continuará mostrando músculo geopolítico para tratar de lograr una mejor posición negociadora con la UE en temas de migración, comercio e inversión. Una estrategia, advierten los expertos, no exenta de riesgos.

“Es bastante posible que esta huida hacia adelante, este giro ofensivo de la política exterior marroquí, se les esté yendo de las manos y pueda volverse en su contra”, avisa Fernández-Molina. “Lo que parece dar a entender el comunicado de las autoridades marroquíes es que queman los puentes, dan por amortizado el actual Gobierno español y fían todo a que un futuro Gobierno, supongo que del PP, tenga mejores relaciones con ellos, lo cual creo que es muy dudoso”, concluye.

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Marruecos no cede. A pesar de que la Unión Europea ha dado un respaldo sin fisuras a España en su 'impasse' migratorio con el país vecino y de que la diplomacia estadounidense ha hecho mutis por el foro en esta crisis, Rabat, lejos de amilanarse, está subiendo la apuesta. Con las relaciones en mínimos y las tensiones en máximos, la idea de huir hacia adelante es tentadora. Pero viene con toda una serie de contraindicaciones que pueden acabar inestabilizando aún más la situación. ¿Está forzando demasiado el reino alauí?

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