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Marruecos cierra la frontera con España e interrumpe el éxodo migratorio a Ceuta
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Tras la entrada de más de 8.000 inmigrantes

Marruecos cierra la frontera con España e interrumpe el éxodo migratorio a Ceuta

Tras 48 horas de caos, Ceuta amaneció el miércoles en calma después de que las autoridades marroquíes reactivaran la vigilancia del paso fronterizo de Tarajal

Foto: Soldados vigilan a un grupo de inmigrantes en Ceuta. (EFE)
Soldados vigilan a un grupo de inmigrantes en Ceuta. (EFE)

Marruecos ha enterrado el hacha de guerra migratoria. Al menos, por ahora. Tras 48 horas de caos, Ceuta amaneció el miércoles en calma después de que las autoridades marroquíes reactivaran la vigilancia del paso fronterizo de Tarajal. Apenas un puñado de curiosos se acercaban ahora a los miradores de Benzú o deambulaban por la carretera nacional, donde dos días antes se vivieron escenas surrealistas con más de 8.000 migrantes indocumentados —ancianos, niños, familias enteras— cruzando hacia España.

Desde la tarde del martes no se han producido nuevas entradas y la divisoria experimentaba una “relativa tranquilidad”, según confirma Delegación de Gobierno.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (Reuters)

Desde las 17:00 de la tarde aproximadamente, las autoridades de Marruecos están utilizando material antidisturbios para hacer frente a esta situación, hasta tal punto que a última hora de la tarde el número de entradas se reducía a prácticamente cero. No obstante, unos trescientos migrantes marroquíes protagonizaron esta noche disturbios y se encararon con la policía al intentar franquear el despliegue policial en Castillejos, a casi un kilómetro de la carretera principal hacia Ceuta.

Ceuta está lejos de recuperar la normalidad, como recuerdan los carros de combate de la legión custodiando la 'tierra de nadie'

Pero Ceuta está lejos de recuperar la normalidad, como recuerdan los carros de combate de la legión custodiando la 'tierra de nadie' entre ambos países, mientras los vecinos tratan de digerir las noticias de los últimos días. Temor, impotencia y la incómoda sensación de ser, involuntariamente de nuevo, el centro de la actualidad nacional.

"No tenía idea de lo que realmente pasaba en la frontera hasta que salí a la calle a trabajar a las siete de la mañana y me los encontré [a los inmigrantes] durmiendo en el portal. Imagínate, iba en coche, sin saber lo que había pasado por la noche y desde mi casa hasta el trabajo era todo lleno, por un lado o por otro", comenta Gemma, una dependienta de 37 años, a El Confidencial. "A mí personalmente no me han hecho nada, pero no los quiero aquí. ¿Vienen buscando qué, si no tenemos ni para nosotros", agrega.

Otros eran más comprensivos con la situación de los inmigrantes. “Tengo una sensación no de inseguridad, pero sí de impotencia y a la vez de tristeza y empatía con la gente que ha llegado a Ceuta", opina por su parte Javier, un abogado de 33 años. "No creo que amenacen la seguridad territorial, pero sí es un malestar para los ceutíes que lo vivimos a diario", asegura.

Foto: Migrantes en Fnideq. (EFE)

Se da así por cerrado el episodio más tenso de la última década de la relación entre España y Marruecos, aunque nadie da por terminada la crisis, ya que los factores que la generaron siguen presentes, especialmente el desencuentro sobre el Sáhara Occidental tras el reconocimiento de soberanía marroquí en diciembre.

"Marruecos seguramente ha visto en la reacción de la Unión Europea, con la que no contaba, y tuvo que cerrar la frontera si no quería arriesgarse a empeorar las relaciones, no ya con España, sino con Bruselas. Su reputación está seriamente dañada, así que toca una tregua", asegura Ignacio Torreblanca, director de la oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR). "Ahora bien, Marruecos no va a cesar de presionar a España sobre el tema saharaui. Por lo tanto, 'to be continued' ('continuará')", agregó.

Silencio en Marruecos

Mientras tanto, el Gobierno de Marruecos continúa guardando silencio respecto a la crisis. Más de la mitad de los migrantes que entraron irregularmente (unos 4.800) ya han sido devueltos después del acuerdo alcanzado entre Madrid y Rabat. Las unidades militares españolas ya habían comenzado el martes a aplicar las denominadas 'devoluciones en caliente' para expulsar a los indocumentados nada más llegar a suelo nacional. Los centenares de emigrantes que durante el martes se concentraron frente al Tarajal tratando de aprovechar una distracción policial o cualquier oportunidad para pasar la frontera, hoy están emprendiendo el camino inverso, hacia el sur del país, tras haber constatado que los accesos están cerrados.

Ya desde anoche la situación en Ceuta, si se compara con el frenesí vivido durante la jornada anterior, era más calmada. Alrededor de 30 personas resistían entonces encaramadas al espigón de Benzú, mientras al otro lado del territorio español, en el paso fronterizo del Tarajal, los gases lacrimógenos de la policía marroquí dispersaban a quienes aún perseveraban en su intento de cruzar. Gases que, caprichos del viento, terminaron llegando al lado español y obligando a desalojar brevemente el polígono industrial aledaño a la frontera, donde España ha ido concentrando a los menores identificados y a los adultos interceptados pendientes de su devolución a Marruecos.

Esta tensa calma se trasladó también a las calles de la ciudad, prácticamente desiertas y con solo algunos jóvenes marroquíes desperdigados, tratando de no ser vistos por las constantes patrullas policiales, tanto de Policía Nacional, como Guardia Civil o Policía Local.

Desde el inicio de la crisis, no ha habido ningún pronunciamiento del Gobierno marroquí al respecto. La única ficha movida oficialmente desde Rabat fue la llamada a consultas de su embajadora en España, Karima Benyaich, poco después de su reunión con la ministra Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya. Poco antes del encuentro, Benyaich había insinuado a Europa Press que la decisión de España de prestar atención médica al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, había sido la gota que colmó el vaso: "Hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir".

Foto: La embajadora de Marruecos, Karima Benyaich, en su recepción de carta credencial del Rey. (EFE)

Esta mañana, el ministro de Estado de Derechos Humanos y Relaciones con el Parlamento, Mustafá Ramid, ha apuntado en la misma dirección al asegurar que España sabía que el precio a pagar por subestimar a Marruecos es "muy alto". "La recepción por parte de España del líder de las milicias separatistas del Polisario, bajo una identidad falsa, sin tener en cuenta las relaciones de buena vecindad que requieren coordinación y consulta, o al menos cuidando de informar a Marruecos, es un acto irresponsable y totalmente inaceptable", ha publicado Ramid en su perfil de Facebook.

Sin embargo, analistas consultados por El Confidencial restan peso a la hospitalización de Ghali en un hospital de Logroño como posible detonante, apuntando en su lugar a la firma por parte de Donald Trump en diciembre pasado de una proclamación en la que reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. En lugar de buscar castigar un incidente aislado, Rabat está intentando tensar la cuerda todo lo posible para que España, pero también la Unión Europea en conjunto, sigan la vía abierta por Estados Unidos, en la que hasta hora no han dado ni un solo paso.

"El control o falta de control sobre las fronteras con Ceuta y Melilla ha sido una vía de presión recurrente por parte de Marruecos, tanto en tiempos de crisis en las relaciones bilaterales con España como en tiempos de negociación con la Unión Europea. En estos momentos ambas situaciones convergen", explica a este periódico Ángela Suárez, profesora de la Universidad de Salamanca y experta en Política en el Norte de África.

Marruecos ha enterrado el hacha de guerra migratoria. Al menos, por ahora. Tras 48 horas de caos, Ceuta amaneció el miércoles en calma después de que las autoridades marroquíes reactivaran la vigilancia del paso fronterizo de Tarajal. Apenas un puñado de curiosos se acercaban ahora a los miradores de Benzú o deambulaban por la carretera nacional, donde dos días antes se vivieron escenas surrealistas con más de 8.000 migrantes indocumentados —ancianos, niños, familias enteras— cruzando hacia España.

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