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Biden participa en la cumbre europea para inaugurar una nueva fase UE - EEUU

La participación del presidente de los Estados Unidos en la cumbre digital de líderes europeos muestra la reaproximación entre Washington y Bruselas

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden. (Reuters)
El presidente de EEUU, Joe Biden. (Reuters)

Hace meses que en Bruselas, París, Berlín y el resto de capitales europeas se espera la puesta en marcha del “deshielo” de las relaciones transatlánticas tras la era de Donald Trump. Tras la elección de Joe Biden nadie era capaz de esconder el entusiasmo ante un cambio de época, de dinámica y de fondo. Hasta ahora los líderes europeos habían esperado con cierta impaciencia algún mensaje concreto, señales de que las cosas iban a volver a funcionar. El equipo de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, explicaba una y otra vez que estaban en contacto con el equipo de Biden intentando coordinar una reunión presencial que la pandemia ha ido retrasando y haciendo imposible.

Hace semanas que empezaron a llegar las primeras pistas de la tan ansiada reactivación, pero Washington ha dado esta semana los pasos más importantes. La escenificación definitiva la hará Joe Biden entrando en la videollamada que los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete celebran este jueves para debatir un amplio abanico de temas, aunque con los ojos puestos sobre la campaña de vacunación. Biden entrará solamente unos minutos y ni siquiera hablarán todos los líderes de los Veintisiete. Únicamente hablarán Charles Michel, como presidente del Consejo Europeo, António Costa, como primer ministro de Portugal al tener Lisboa la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

Foto: Antony Blinken, secretario de Estado de EEUU, junto a la ministra de Asuntos Exteriores de España Arancha González Laya. (Reuters)

Pero lo de menos es el contenido. Lo importante para Bruselas es el mensaje que envía el hecho de que Biden vaya a participar. “No podemos profundizar en ningún tema, y además no es necesario”, explicaba esta semana una fuente diplomática, que se centraba en que por el momento hay “buenas señales”. Ha sido una semana fundamental para el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea y la participación de Biden, más allá de lo que diga el presidente de los Estados Unidos a sus homólogos europeos, es el colofón a toda la coreografía.

El 'empujón' chino

Hay ocasiones en las que solamente hace falta una gota más para que el vaso se desborde. Y esa gota cayó el lunes, cuando la Unión Europea impuso sanciones sobre cuatro oficiales chinos y una entidad por la represión contra los uigures, una minoría musulmana localizada fundamentalmente en la provincia de Xinjiang. En los días previos Estados Unidos, Reino Unido y Canadá se pusieron en contacto con Bruselas y se coordinaron para imponer también sanciones a prácticamente las mismas personas. Fuentes del Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea destacan la importancia de que fueran los socios los que siguieran la estela europea y no al revés.

El lunes, cuando los ministros de Asuntos Exteriores aprobaron las sanciones, no esperaban que la reacción china fuera a ser tan rápida y agresiva. Pekín sancionó a un grupo amplio de europeos, entre ellos a cinco eurodiputados, una acción que en Bruselas se ha considerado como el cruce de una línea roja. Ese movimiento chino ha provocado un automático acercamiento entre los Veintisiete y Estados Unidos que ha tenido la escenificación perfecta en los días siguientes.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (EFE)

La visita a Bruselas de Antony Blinken, secretario de Estado americano, para participar en la reunión ministerial de la OTAN y también para reunirse con Von der Leyen y con Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, ha servido para poner cara y voz a ese “deshielo” de las relaciones, a esa reaproximación que se produce en distintas áreas.

Por un lado, la semana muestra que la UE y EEUU se han acercado en su visión respecto al tablero global, aunque todavía siguen existiendo diferencias importantes en puntos clave, como por ejemplo es el acuerdo nuclear iraní. Por el otro, se acercan posturas respecto a asuntos comerciales, o al menos hay una tregua con la suspensión de los aranceles entre Bruselas y Washington por el caso Airbus - Boeing. Han sido días de terapia, de lamerse las heridas de cuatro años de Trump. Las diferencias en muchos asuntos permanecen, pero hay una tregua necesaria para ambos lados y las palabras agradables se agradecen en una Unión Europea que ha sufrido durante los últimos años el alejamiento de EEUU.

Los jefes de Estado y de Gobierno escucharán con atención al presidente de los Estados Unidos, pero para ellos lo importante no es lo que tenga que decir Biden, si no el mensaje que se ha enviado con su participación, el que se ha mandado con la visita de Blinken y con la coordinación de las últimas semanas. Y el mensaje es claro: las relaciones transatlánticas vuelven a carburar.

Hace meses que en Bruselas, París, Berlín y el resto de capitales europeas se espera la puesta en marcha del “deshielo” de las relaciones transatlánticas tras la era de Donald Trump. Tras la elección de Joe Biden nadie era capaz de esconder el entusiasmo ante un cambio de época, de dinámica y de fondo. Hasta ahora los líderes europeos habían esperado con cierta impaciencia algún mensaje concreto, señales de que las cosas iban a volver a funcionar. El equipo de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, explicaba una y otra vez que estaban en contacto con el equipo de Biden intentando coordinar una reunión presencial que la pandemia ha ido retrasando y haciendo imposible.

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