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¿Es una buena idea el bloqueo italiano de la exportación de vacunas a Australia?
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¿Es una buena idea el bloqueo italiano de la exportación de vacunas a Australia?

El Gobierno italiano ha decidido bloquear la exportación de 250.000 dosis de la vacuna de AstraZeneca a Australia. ¿Ha sido una buena idea?

Foto: Vacunas en Italia. (Reuters)
Vacunas en Italia. (Reuters)

Cuando la Comisión Europea puso en marcha un mecanismo de transparencia de exportaciones, en plena crisis con AstraZeneca por las demoras en la entrega de vacunas pactadas con la Unión Europea, era, en un principio, una herramienta de información. Pero, tras días de presiones por parte de algunos Estados miembros, el Ejecutivo comunitario acabó permitiendo que, a través de ese mecanismo que obliga a las farmacéuticas a informar de las dosis que exportan fuera de la UE, las capitales podrían bloquear envíos con el permiso de Bruselas.

En aquel momento la Comisión insistió una y otra vez en que no se trataba de un veto a las exportaciones. Que si se producía cualquier bloqueo sería una excepción. Esta semana ha llegado la primera excepción: el Gobierno italiano solicitó el pasado viernes al Ejecutivo comunitario prohibir que AstraZeneca exportara 250.000 dosis de su vacuna a Australia. Horas antes de hacer esa solicitud, el nuevo primer ministro Mario Draghi, había expresado en una reunión de líderes europeos su deseo de tener una mano más dura con las farmacéuticas en los requisitos de exportación, como hacen por ejemplo Reino Unido o Estados Unidos.

Es cierto que AstraZeneca no ha cumplido con su contrato en el primer trimestre y que la Comisión Europea no tiene una excesiva confianza en que la compañía lo vaya a hacer en el segundo trimestre. Y, sin embargo, en algunos sectores de la capital comunitaria se ha recibido con una cierta preocupación el movimiento del Gobierno italiano.

Foto: El primer ministro italiano, Mario Draghi. (Foto: EFE)

La caja de Pandora

El eurodiputado alemán Bernd Lange, vicepresidente de los Socialdemócratas europeos en la Eurocámara, se mostraba preocupado al conocer la noticia. “Se ha abierto la caja de pandora”, escribía, señalando que se daba “carta blanca a los imitadores” que podría tener “consecuencias fatales por ejemplo en las cadenas de producción”.

Enrique Feás, investigador del Real Instituto Elcano, responde a quienes han defendido que hay derecho a frenar esa exportación en base a que las vacunas están producidas en la Unión Europea ya que “no hay vacunas europeas cuando una vacuna como la de Pfizer requiere 280 sustancias de 19 países. Las cadenas de valor son complejas e internacionales”.

La Comisión Europea defiende su luz verde a la decisión de las autoridades italianas explicando que hay un incumplimiento del contrato por parte de la farmacéutica que explica por qué ese bloqueo tiene sentido. Para algunos se trata más de un mensaje hacia la propia AstraZeneca que de una medida con relevancia real: se trata de 250.000 dosis de una vacuna destinada a un país que no es considerado como “vulnerable”, que son los que tienen garantizada por parte de la Unión Europea el suministro de vacunas desde las plantas en territorio europeo.

Foto: Protesta en Roma contra las medidas restrictivas contra el covid-19. (Reuters)

AstraZeneca tiene ahora buenas relaciones con los técnicos comunitarios, pero sus cálculos cambian cada día respecto a cuántas dosis podrán entregar en el segundo trimestre del año tras haber fallado en el primero. A nivel europeo, algunos consideran que no hay que dar una enorme importancia al movimiento y que se trata del primer bloqueo, mientras que hasta ahora se han permitido 174 exportaciones a 30 países distintos, rechazando así las primeras acusaciones de “nacionalismo de vacunas”.

Tomar medidas similares

Pero otros, como Lange, temen una escalada y que otros países europeos puedan tomar medidas similares a Italia, algo que les es beneficioso en cuanto a imagen dentro de sus países, pero que si se generaliza puede acabar provocando daños en las cadenas de producción globales que son necesarias para la producción de estas vacunas, algo de lo que es consciente la Comisión Europea.

Por ahora el ministro de Salud francés, Olivier Veran, dice que “entiende” las medidas de las autoridades italianas y que el Gobierno galo podría tomar medidas similares de ser necesario. En el caso de Alemania, el portavoz del Ejecutivo germano señala que, “en general, la exportación de vacunas no se frenan mientras que los contratos con la Unión Europea se cumplan”, recordando que “muchas vacunas van de la Unión Europea a países terceros, mientras que nada o prácticamente nada se exporta desde Estados Unidos o el Reino Unido”.

De hecho, el principal daño al que se expone la Unión Europea con el movimiento del Gobierno italiano seguramente no sea el de poner en riesgo la cadena de producción necesaria para las vacunas, sino que sea un daño político: la apuesta de Bruselas era la de ser la potencia que compraba más vacunas de las necesarias para poder prestar asistencia a países con menos recursos y la que, mientras Londres o Washington se enrocan y se niegan a exportar, decide mantenerse abierta al mundo. A nivel narrativo esta semana ese argumento ha recibido un revés, si bien sigue siendo un solo caso de casi doscientos.

Cuando la Comisión Europea puso en marcha un mecanismo de transparencia de exportaciones, en plena crisis con AstraZeneca por las demoras en la entrega de vacunas pactadas con la Unión Europea, era, en un principio, una herramienta de información. Pero, tras días de presiones por parte de algunos Estados miembros, el Ejecutivo comunitario acabó permitiendo que, a través de ese mecanismo que obliga a las farmacéuticas a informar de las dosis que exportan fuera de la UE, las capitales podrían bloquear envíos con el permiso de Bruselas.

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