Cerdeña y el extraño virus que se fue en la maleta de los turistas
De ser el foco de todos los males en verano, una especie de isla maldita, pasó a ser de nuevo una de las pocas regiones que no han sufrido restricciones de movimiento en la segunda ola
La isla de Cerdeña es uno de esos casos relacionados con el covid-19 del que quizá se puede extraer alguna conclusión inesperada contrastando sus números y sus titulares. De ser el foco de todos los males en verano, una especie de isla maldita donde se conjugaban todos los errores de una sociedad de memoria débil y moral laxa que esparcía el virus en sus pistas de baile, pasó a ser de nuevo una de las pocas regiones que no han sufrido restricciones de movimiento en la segunda ola por sus mejores datos de contagios. “En verano esto estaba llenísimo, ahora en el invierno ya apenas viene nadie”, explican en la afamada 'trattoria' Da Gianni, en Porto Budello.
Aunque el vuelo de Roma del 5 de diciembre va lleno, la isla apenas tiene ahora turistas, quizá más por el invierno, al ser un destino de playa, que por el propio virus. “El coche está fuera, elija el que más le guste”, explican en la agencia SiciliabyCar en el aeropuerto de Cagliari, extendiendo un ramillete de llaves como si ofrecieran leer la mano. “Y eso que al menos estos días viene alguien”, señala el encargado de un 'parking' rebosante de coches en desuso. Esos 'alguien' son los que aprovechan que Cerdeña es, en el puente de diciembre, uno de los pocos lugares al que salir entre las regiones de semáforo amarillo como el Lazio.
Y es que el Gobierno italiano creó en octubre, cuando regresaron las prohibiciones, un semáforo regional —amarillo, naranja y rojo— que fija el nivel de riesgo. Cerdeña, como el Lazio, es una de las pocas regiones que siempre han estado en amarillo y, por tanto, de la que se podía entrar y salir a otra región del mismo color. ¿Qué pasó entonces con aquel virus que se movía desenfrenado por la isla a mediados de agosto? Que, a tenor de los datos actuales, parece que hizo las maletas con los veraneantes contagiados. ¿Lo hizo? ¿El virus regresa con el equipaje a casa porque al final los contagios se producen más entre las familias y entornos de trabajo que en las playas y restaurantes del verano? ¿Era una cuestión de carga viral?
En agosto, la isla, que se había convertido en el destino vacacional de moda de miles de italianos resignados a no ir a Formentera, Caribe o Maldivas, era el gran foco, al menos mediático, de contagios. Los casos de las infecciones del empresario Flavio Briatore, dueño del Billionaire, la discoteca más 'cool' de la isla, y del ex primer ministro Silvio Berlusconi, tras, entre otras cosas, un encuentro con su amigo Flavio en Cerdeña, pusieron el foco del riesgo allí. Y existía ese riesgo. Hubo infecciones múltiples, entre otros lugares, en el afamado club de un Briatore que se reía del virus. “Es un virus panadero, que trabaja de noche y descansa de día”, ironizó el millonario 'playboy' en un escenario de discotecas abiertas donde la fiesta no sabía nada de mascarillas y geles que no fueran gomina para el pelo.
El virus hizo entonces sus matemáticas, no falla, y cundió la alarma de un repunte de contagios que parecía extenderse por todas partes. Y, de pronto, la que hasta ese instante había sido un área 'covid-19 free' se convirtió en el epicentro del riesgo en el mapa italiano.
Dj con contratos estratosféricos
Tras el mítico festivo de Ferragosto (15 de agosto), el punto culmen del verano en Italia, se suspendían viajes en masa a Cerdeña y se empezaban a controlar hasta los barcos que llegaban a Roma cargados de jóvenes presuntamente contagiados. “Covid en Costa Esmeralda, ahora Cerdeña teme un septiembre negro”, decía la agencia italiana AGI en un reportaje sobre la avalancha de cancelaciones que sufría la isla a finales de agosto. “A causa del bullicio mediático, las reservas de turistas en Cerdeña se han despeñado”, se quejaba Paolo Manca, presidente de la asociación hotelera Fedealberghi. Manca pregonaba que las estructuras hoteleras habían “respetado los protocolos de seguridad”.
Por entonces, los presidentes de las regiones de Lazio y Cerdeña discutían quién de ambos debía imponer más controles y restricciones a los que iban o venían a la isla en los barcos, en un intento político por decir que los contagios eran importados o exportados. Todo con mucha parafernalia mediática, mucho revuelo, y en la práctica casi ningún cambio. “Se trataba de dejar abiertas las discotecas solo algunos días más, hasta Ferragosto. Sabíamos que los contagios subían, hemos arriesgado”, reconoció el pasado noviembre Angelo Cocciu, jefe del partido Forza Italia en el Consejo Regional sardo. El político admitía que le habían llamado "muchos propietarios de clubes" que le pedían "alargar la apertura algunos días más". "Billionaire y Phi Beach [dos de las más afamadas discotecas], por ejemplo, tenían contratos estratosféricos con Dj importantes”.
La solución del Gobierno regional fue primero decir que las discotecas permanecerían abiertas hasta el 31 de agosto y finalmente cerrarlas el 16, con la fiesta de Ferragosto terminada. El resto de Italia las cerró el 11. “Habéis preferido el Billionaire a nuestra salud”, fue la respuesta en forma de pintada que algún ciudadano dejó en la fachada de la presidencia regional.
Y lo cierto es que Cerdeña, como reconoce Cocciu, arriesgó mucho y pareció en un momento que podía salirle cara su apuesta. El 5 de octubre de 2020, Cerdeña triplicaba sus contagios de covid. En la isla, se pasó de 16.491 casos registrados el 31 de julio a 38.139 dos meses después. En porcentaje, se pasó del 6,6% al 11,7% del total nacional, mientras que Lombardía, por ejemplo, bajaba de un 39% a un 33,2%. En Italia, en general, la preocupación se centraba en el aumento del virus en el sur del país y en las islas, las zonas menos golpeadas en la primera ola y las más turísticas.
Menos turistas, no menos contagios
Según los primeros datos de turismo en Italia del Instituto Demoskopika, en el verano de 2020, cuatro regiones han sido las que más reducción de visitas han tenido: Lombardía, Véneto, Lazio y Toscana. O, si lo prefieren, Milán, Venecia, Roma y Florencia. Salvo Toscana, que cuenta con una costa turística, el resto de esas regiones en verano se nutre de un turismo mayoritariamente urbano y extranjero. Esa reducción de turismo, sin embargo, no ha mejorado sus datos de covid-19 hoy, siendo de nuevo Véneto y Lombardía, como en abril y marzo, las dos regiones más golpeadas por el coronavirus en Italia. Es decir, la falta de turismo no ha influido a favor de estas regiones ni les ha blindado de nada.
¿Y al contrario? Según datos del Instituto de Estadística de 2018, las regiones preferidas por los italianos en verano son Puglia, Emilia-Romaña, Calabria, Toscana y Sicilia. De hecho, el Instituto de Estadística señala que el porcentaje de turismo italiano en estas regiones en el verano es de un 88% en Basilicata, un 86% en Abruzzo, un 82% en Marche, un 77% en Calabria y un 76% en Puglia. Este año, habría que añadir a esas regiones el fuerte 'boom' de Cerdeña, algo no habitual. “Es un destino bastante elitista, especialmente en la zona norte, que con frecuencia lo demandan más los extranjeros que los italianos”, explica Marco Cortellessa, dueño de la agencia de viajes Kami Nari.
En todo caso, tras ese incremento de italianos que han viajado mayoritariamente al sur e islas a pasar las vacaciones ante el casi cierre de opciones en el extranjero, es reseñable que el virus ha llegado a la parte meridional, que en la primera ola lo hizo muy débilmente, pero ahí también hay una peculiaridad. El virus, por ejemplo, ha golpeado fortísimo en Nápoles, que al ser una ciudad no es un destino que importa sino que exporta turismo, pero no en el resto de la región de Campania. En las zonas de playa del Cilento o la Costa Amalfitana hace dos semanas, peor momento de la segunda ola, los números de contagios y ocupación hospitalaria eran aún contenidos. En Puglia, por ejemplo, la peor parte se la lleva la provincia de la capital, Bari, respecto a la playera zona del Salento.
Entonces, ¿influye el turismo en los contagios? ¿Es una cuestión de bajas temperaturas y grandes ciudades? No hay quórum, ni se llega a entender bien por la comunidad científica cuáles son las vías del virus y la razón exacta de que golpee en unas regiones y no en otras.
¿Funciona el semáforo regional?
“Cualquiera que me conozca sabe que nunca he aplaudido la elección de dividir las regiones italianas en fases de riesgo, por varias razones. Primero, todo el país se encuentra en plena segunda ola pandémica y las diferencias entre las regiones están relacionadas principalmente con una sincronía imperfecta. Por ejemplo, la ola en Puglia comenzó más tarde y con toda probabilidad terminará más tarde”, explica el responsable de contención del virus en la región, el doctor Pierluigi Lopalco, que añade: “Otra limitación del semáforo pandémico es que [necesariamente] respeta las fronteras administrativas regionales. Los virus, sin embargo, ni siquiera ven fronteras. Y de todos modos no ven colores. Puglia, por ejemplo, es estrecha y larga. Desde Gargano hasta Salento, las diferencias demográficas, económicas y estructurales son realmente importantes, y muchas de ellas son determinantes e importantes para la propagación viral”, opina un responsable que apuesta por una estrategia parecida a lo que hizo en España la Comunidad de Madrid, con restricciones concretas de áreas.
“Hay esperanza para Cerdeña”, opina el virólogo Fabrizio Pregliasco al ver los últimos buenos números de la isla. ¿Hace Cerdeña socialmente algo distinto a otras regiones? No, las calles de Cagliari y los restaurantes y bares abiertos hasta las 18:00 h tienen los mismos niveles de ocupación que los que se ven en Roma o Milán. En el puerto de la capital, incluso, hay numerosos grupos de jóvenes que beben y se reúnen sin problema cuando los bares echan el cierre. No parece una mayor concienciación, por tanto, la causa de la mejora.
Las autoridades regionales, mientras, han decidido 'fichar' al controvertido virólogo italiano Andrea Crisanti, considerado por muchos el autor del 'milagro' del Véneto en la primera ola. “Voy a ofrecer mi experiencia para llevar la transmisión de casos a casi cero. Después, mantener esa cifra depende de las decisiones de los políticos”, ha prometido el científico.
Las autoridades regionales han decidido 'fichar' al controvertido virólogo italiano Andrea Crisanti, para frenar la nueva ola
El virólogo, casi una estrella del panorama covid italiano, apuesta en un primer momento por hacer miles de test rápidos entre la población y después test moleculares. “Primero hay que hacer un mapa del virus y luego vacunar. Esa es la receta para frenar el covid en Cerdeña”, ha dicho. Por ahora, el plan funciona y Cerdeña, el pasado 14 de diciembre, ha tenido solo 228 nuevos casos y cinco fallecidos.
Italia, tras un verano de cierta normalidad y con elevadas tasas de viajes internos o, al menos, de ocupación de restaurantes y playas por los vecinos, está en un escenario de contagios similar al del inicio de la pandemia: el virus golpea con mayor fuerza de nuevo en las regiones del norte, donde habría más inmunidad de rebaño y donde ha habido menos turismo.
La isla de Cerdeña es uno de esos casos relacionados con el covid-19 del que quizá se puede extraer alguna conclusión inesperada contrastando sus números y sus titulares. De ser el foco de todos los males en verano, una especie de isla maldita donde se conjugaban todos los errores de una sociedad de memoria débil y moral laxa que esparcía el virus en sus pistas de baile, pasó a ser de nuevo una de las pocas regiones que no han sufrido restricciones de movimiento en la segunda ola por sus mejores datos de contagios. “En verano esto estaba llenísimo, ahora en el invierno ya apenas viene nadie”, explican en la afamada 'trattoria' Da Gianni, en Porto Budello.
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