Cucharas compartidas y besos de despedida: así se ensaña el coronavirus con Montenegro
El coronavirus se está ensañando con Montenegro —el segundo con más infectados por millón— después de que la Iglesia ortodoxa serbia se convirtiera en un foco de contagio del covid-19
Primero fue el arzobispo Amfilohije Radović, jefe de la Iglesia ortodoxa de Montenegro y escéptico de la pandemia, quien murió en octubre por covid-19. Semanas después, el 20 de noviembre, falleció el patriarca Irineo I, el máximo líder de la Iglesia ortodoxa de Serbia y encargado de oficiar el funeral de Amfilohije en la capital montenegrina de Podgorica. Luego dieron positivo Joanikije Mićović, el arzobispo designado como sucesor de Amfilohije, y David de Krusevac, otro líder religioso serbio que se contagió tras acudir a las exequias de Irineo I.
El virus se ha infiltrado así, con alarmante fuerza, en la Iglesia ortodoxa serbia, una influyente institución con unos 12 millones de fieles esparcidos principalmente en Serbia, Bosnia y Montenegro. En este último, el virus se ha ensañado con especial intensidad. En la actualidad, el pequeño país balcánico de apenas 238.000 habitantes es el segundo del mundo con más infectados por millón de personas (58.800).
“La situación ha estado fuera de control. Se podía haber prevenido pero lamentablemente las leyes (para la contención de la pandemia) no fueron respetadas en muchos casos”, explica la epidemióloga Milena Popovic Sanardzic, médica del hospital Danilo I de Cetinje, en una conversación con El Confidencial. Para la experta, Montenegro vive una segunda ola “mucho más fuerte que la primera, cuando hubo tres meses de un confinamiento muy rígido”.
"No nos ayudó que algunos líderes de la Iglesia aseguraran que los creyentes están protegidos por Dios"
“No nos ayudó que algunos líderes de la Iglesia ortodoxa aseguraran que los científicos estamos exagerando y que los creyentes están protegidos porque creen en Dios. Ni ayudó que no se planeara con la Iglesia ortodoxa cómo gestionar de la mejor forma los funerales de los líderes religiosos más importantes”, dice la médica, quien estuvo a cargo de hacerle la prueba PCR al arzobispo Amfilohije y también de rastrear sus contactos.
Besar a un muerto infectado
En efecto, aunque los expertos han levantado la voz por la situación, las críticas no han sido bien digeridas por líderes de la comunidad ortodoxa. Así lo reflejan las palabras del cura Nikola Pejović, portavoz de la Iglesia ortodoxa en Montenegro, quien justifica estas acusaciones a las tensiones entre su institución y las autoridades civiles que manejaron la pandemia hasta la fecha.
"Nuestras actividades (presenciales) —afirma Pejović— están reducidas al mínimo desde marzo”. El problema es que “vivimos en una época de manipulación mediática”, dice a El Confidencial. “El anterior Gobierno intentó usar esta calamidad para luchar contra la Iglesia ortodoxa y la acusó en los medios de comunicación, llegando incluso a detener y encarcelar a curas”, insiste este sacerdote. Y más aún. “En este momento, no hay ni un solo sacerdote en todo el país enfermo de covid-19”.
“Qué respuesta tan extraña”, valora la doctora Popovic, evitando añadir más para no traicionar la relación médico-paciente. De hecho, una serie de desconcertantes imágenes aparecidas en medios locales no parecen respaldar la versión de la Iglesia ortodoxa. Empezando por el funeral de Amfilohije el 1 de noviembre, cuando se encontraron centenares de personas, la mayoría sin mascarillas y apretujadas entre sí, en la iglesia central de Pogdorica, sin respetar la más mínima regla de distanciamiento social.
Muchos incluso comulgaron allí de la misma cuchara, como establece la tradición, y le besaron las manos al difunto, cuyo féretro fue dejado abierto por dos días, incluyendo el día de la ceremonia. Y eso que allí también estaban el nuevo jefe de Gobierno de Montenegro, el conservador Zdravko Krivokapic, y el nuevo presidente del Parlamento del país, Aleksa Bečić, junto con el presidente serbio, Alekandar Vucic, y Milorad Dodik, presidente de turno de la adminitración triétnica bosnia.
Nadie sabe, en verdad, cuántos se contagiaron en ese lugar. “Porque no tenemos los datos”, confiesa la doctora Popovic. “No hemos podido rastrear a gran parte de los que asistieron al funeral. Nos faltan las cifras. Sobre este evento y muchas otras situaciones”, explica.
Pandemia y vacío de poder
En este contexto, las autoridades han reforzado sus llamamientos a respetar las reglas para frenar el contagio, no está claro qué ocurrirá en los próximos meses ante el actual escenario de parálisis política. El problema, como dice Vesna Radojević, fundadora del portal Volim Podgoricu, no atañe solo a la Iglesia.
“En los últimos meses también hubo grandes reuniones de carácter político, antes y después de la campaña electoral, y tanto de la oposición como del Gobierno”, enumera Radojević. La analista se refiere a las elecciones que el pasado 30 de agosto pusieron fin a tres décadas de gobiernos del Partido Democrático de los Socialistas (DPS) y abrieron un periodo de transición en el que los tres bloques opositores han tardado meses en ponerse de acuerdo para gobernar. Un periodo en el que, según los médicos y expertos en salud, hubo en el país un mayor relajamiento en las medidas de prevención y control.
“Otro problema, además, es que en estas semanas hemos vivido en una especie de limbo, con muchos altos funcionarios sanitarios a la espera de ser removidos para el nombramiento de los nuevos designados por el nuevo Gobierno”, añade Radojević. “En los últimos tres meses, las instituciones no han estado trabajando plenamente. Hemos estado en un especie de vacío político”, subraya.
Este fin de semana, Krivokapic anunció finalmente la formación de un nuevo Gobierno en Montenegro, el cual tendrá solo 12 carteras, “en simbólica referencia a los 12 apóstoles, como nos educó nuestro (fallecido) Metropolita Amfilohije”. Un claro gesto de reconocimiento de la influencia de esta confesión y a este religioso que, en más de una ocasión, suscitó polémicas por sus posturas nacionalistas y quien recientemente llegó a decir que los peregrinajes eran la mejor “vacuna de Dios”.
Foco ortodoxo
Dicho esto, no solo los montenegrinos han sido golpeados. Episodios similares también se han visto en Serbia. En este país, “en la mayoría de las Iglesias ortodoxas, la misa continúa llevándose a cabo de manera continuada aunque la epidemia haya disminuido el número de fieles”, ha explicado, en entrevista con la BBC, el analista de asuntos religiosos Zelko Injac. “La Iglesia es muy respetada en la sociedad serbia, más que el país en sí y cualquier otra institución nacional”, ha añadido Injac.
Tampoco es que el virus solo se haya infiltrado entre los ortodoxos de esta zona del mundo. En casi todos los países donde tienen presencia, las Iglesias ortodoxas no han recibido bien las limitaciones impuestas por las autoridades civiles.
En Grecia, el metropolitano de Langadas, Ioannis —que luego murió por covid-19—, llegó a tildar de “blasfemos” a los políticos que pedían clausurar los templos y prohibir las aglomeraciones de fieles. En Rumanía, el patriarca Daniel dijo que el veto al peregrinaje de San Demetrio el Nuevo de octubre se asemejaba a las medidas autoritarias de Nicolae Ceaucescu durante la guerra fría.
Muchos líderes también han acabado enfermando. El arzobispo de Atenas y jefe de la Iglesia ortodoxa griega, Jerónimo II, fue ingresado en noviembre en la terapia intensiva del hospital Evangelismos de la capital griega. Y por el mismo hospital también pasó anteriormente Anastasios, arzobispo de Tirana y líder de la Iglesia ortodoxa de Albania, quien posteriormente logró curarse. Jerónimo II, finalmente, envío un último mensaje ante de ser hospitalizado: es “obligación sagrada” respetar las medidas sanitarias.
Primero fue el arzobispo Amfilohije Radović, jefe de la Iglesia ortodoxa de Montenegro y escéptico de la pandemia, quien murió en octubre por covid-19. Semanas después, el 20 de noviembre, falleció el patriarca Irineo I, el máximo líder de la Iglesia ortodoxa de Serbia y encargado de oficiar el funeral de Amfilohije en la capital montenegrina de Podgorica. Luego dieron positivo Joanikije Mićović, el arzobispo designado como sucesor de Amfilohije, y David de Krusevac, otro líder religioso serbio que se contagió tras acudir a las exequias de Irineo I.
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