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¿Cómo debería Europa luchar contra el extremismo islámico?
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¿Cómo debería Europa luchar contra el extremismo islámico?

¿Controlar la religión desde el Estado? El debate público sobre el terrorismo está ahora lleno de riesgos e ideas potencialmente contraproducentes

Foto: Oración del viernes en la Gran Mezquita de París. (EFE)
Oración del viernes en la Gran Mezquita de París. (EFE)

En los últimos dos meses, un furor público sobre el extremismo islámico ha cruzado toda Europa. Primero, el presidente francés Emmanuel Macron presentó su plan de cinco puntos para luchar contra el "separatismo islámico". Entonces, varios ataques terroristas golpearon París, Dresden, Conflans-Sainte-Honorine, Niza y Viena, entre ellos el particularmente brutal y terrible atentado contra Samuel Paty. Esto provocó un comunicado de los ministros de Interior de la Unión Europea (UE) sobre cómo luchar contra el terrorismo. El debate público sobre el terrorismo está ahora lleno de riesgos e ideas potencialmente contraproducentes, y evita las sanas y productivas.

Foto: Policía austriaca en la terraza donde se perpetró el atentado. (Reuters)

Controlar la religión radicaliza tanto a la gente como al Estado

Entre las iniciativas propuestas, está el establecimiento de un instituto europeo para la formación de imanes, una idea promovida por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. El proyecto es implícitamente irrespetuoso de las instituciones islámicas existentes en Europa, como ha establecido Hisham Hellyer. Igual de importante, la idea no es práctica porque la religión controlada por el estado engendra el extremismo, como se puede ver en varios países de mayoría musulmana. Por ejemplo, el estado egipcio ha tomado medidas enérgicas contra grupos religiosos (los Hermanos Musulmanes) desde la década de 1950: forma y autoriza rigurosamente a los imanes y dicta los sermones de los viernes. El resultado ha sido una lucha casi constante entre el Estado y los extremistas, que conduce a un mayor autoritarismo y, a su vez, produce una respuesta extremista más intensa como parte de un círculo vicioso.

Foto: Un hombre se manifiesta contra la prohibición en Francia del 'burkini'. (Reuters)

Esto sucede porque la religión controlada por el estado carece de credibilidad y autenticidad; empuja a los creyentes hacia lo que parecen vías más genuinas de inspiración religiosa, como las que ofrecen los tele-evangelistas. En lugar de buscar respuestas religiosas en las fatuas (edictos religiosos) oficiales controladas por el estado, muchos musulmanes buscan respuestas en Internet, ahora la 'casa de las fatuas' más grande del mundo. Esa casa es difícilmente controlable. Por lo tanto, solo líderes e instituciones religiosas locales creíbles pueden ser los influenciadores que busca la Unión Europea. Y estas instituciones no se pueden diseñar socialmente a través de fondos antiterroristas (incluso si pueden depender más de la financiación estatal europea para la educación que de la caridad).

El impacto de la religión en las políticas europeas

Los líderes europeos todavía parecen entender muy poco sobre la religión, el islam en particular. Paul Tillich, filósofo y teólogo germano-estadounidense, describió la religiosidad como una cuestión de "máxima preocupación". Lo que quiso decir es que las actitudes religiosas son extremadamente difíciles de negociar o controlar, pero influyen fuertemente en las decisiones y la política. Poco antes de dejar el cargo como alta representante para la Política exterior y de Seguridad de la UE, Federica Mogherini hizo un último intento para ayudar a la Unión a comprender las actitudes religiosas, incluidas las del islam, creando una plataforma llamada 'Global Exchange on Religion in Society', pero la iniciativa no ha terminado de despegar. Políticamente, el islam es “el más protestante de los grandes monoteísmos, es siempre propenso a la Reforma (el Islam podría ser, de hecho, descrito como Reforma Permanente)”, como dijo Ernest Gellner. Constantemente se transforma y escapa al dogma; es, en esencia, moldeable. Su plasticidad puede tener implicaciones sociales y políticas positivas: ya se ha desarrollado un islam europeo, adecuado para los sistemas democráticos que tienen total libertad de religión y creencias.

Foto: Varios musulmanes escuchan a un imán turco en una mezquita en Colonia, Alemania. (Reuters)

La necesidad de evitar el estigma

Nada conduce tanto a la radicalización como la sensación de un entorno político hostil. Aun así, la narrativa promovida por Macron, Michel y los ministros del interior de la UE crea precisamente eso. Elegir al islam como objetivo conduce a lo que Zygmunt Bauman llamó la "adiaforización" de los musulmanes: tratarlos como los extraños, que no comprenden "nuestros valores" o el secularismo, que no pueden integrarse en la sociedad y son propensos a la radicalización y la violencia. Basta leer la investigación de Vincent Geisser para ver cuán diferente es la realidad. Por ejemplo, en Francia, la mayoría de los musulmanes están bien integrados cultural y socialmente, mientras que el 70% siente que pueden practicar libremente el Islam.

Soluciones locales y descentralizadas

Macron tiene razón en gran parte de su diagnóstico de las causas de la radicalización violenta: influencia de la financiación externa, 'guetificación' y escaso apoyo estatal en las zonas pobres. Pero la solución principal radica en los tipos de iniciativas que ya están en marcha en Europa.

En Dinamarca, el modelo de antirradicalización y desradicalización de Aarhus parece funcionar bien (por ejemplo, el número de combatientes voluntarios al extranjero -como al Daesh- ha disminuido significativamente cada año desde que comenzó el programa). Sobre la base de las estructuras locales, involucra una extensa red de padres, trabajadores sociales, maestros, trabajadores de clubes de jóvenes y oficiales de policía, quienes están entrenados para responder ante una persona que puede haber sido radicalizada. El proyecto está coorganizado por el Departamento de Psicología y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Aarhus. Su objetivo es redirigir el activismo potencialmente dañino lejos de la radicalización y hacia otras vías adoptando la inclusión: participación significativa en la vida cultural, social y societaria común. El equipo de Aarhus está en contacto regular con varias comunidades, organizaciones y mezquitas musulmanas. Las iniciativas de desradicalización del modelo incluyen un programa de salidas especiales para los combatientes extranjeros que regresan.

Lo más interesante, quizás, es que el modelo Arhus se basa en la presunción académica de que todos los seres humanos, independientemente de su género, religión, antecedentes culturales, historia de vida o situación social, enfrentan exactamente las mismas tareas fundamentales en la vida. Los sentimientos de inclusión e igualdad les permiten llevar a cabo estas tareas cuando sus vidas se ven perturbadas. Lo mínimo que pueden hacer los líderes europeos es no aumentar los sentimientos de exclusión de muchos musulmanes, no sea que esto ponga en peligro la cohesión social. Lo máximo que pueden hacer es aplicar localmente soluciones inteligentes como la de Aarhus. Tales soluciones requieren tiempo, esfuerzo e investigación, pero valen la pena.

* Patrycja Sasnal es la directora de investigación sobre Oriente Medio en el Instituto Polaco de Asuntos Internacionales (PISM) y miembro del Consejo del ECFR.

En los últimos dos meses, un furor público sobre el extremismo islámico ha cruzado toda Europa. Primero, el presidente francés Emmanuel Macron presentó su plan de cinco puntos para luchar contra el "separatismo islámico". Entonces, varios ataques terroristas golpearon París, Dresden, Conflans-Sainte-Honorine, Niza y Viena, entre ellos el particularmente brutal y terrible atentado contra Samuel Paty. Esto provocó un comunicado de los ministros de Interior de la Unión Europea (UE) sobre cómo luchar contra el terrorismo. El debate público sobre el terrorismo está ahora lleno de riesgos e ideas potencialmente contraproducentes, y evita las sanas y productivas.

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