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Radiografía de un terrorista europeo: así se radicalizó el atacante de Viena
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Radiografía de un terrorista europeo: así se radicalizó el atacante de Viena

En los últimos años, Austria se ha constituido como un país que funciona como bisagra entre los Balcanes y Alemania para difundir el salafismo originario de Bosnia

Foto: Policía austriaca en la terraza donde se perpetró el atentado. (Reuters)
Policía austriaca en la terraza donde se perpetró el atentado. (Reuters)

El autor de los atentados en Viena, Kujtim Fejzulai, se embarcó en un vuelo a Estambul para infiltrarse en Siria como recluta del Estado Islámico en septiembre de 2018. Era tarde para adentrarse en los confines del grupo terrorista, reducido a unos pocos pueblos del este de Siria totalmente cercados por las fuerzas de la Coalición Internacional. Aun así, Fejzulai se desplazó hasta una ciudad fronteriza del sureste de Turquía donde esperó dos días en un piso franco para cruzar ilegalmente la alambrada. Pero la peregrinación al califato no concluyó con éxito y el militante austríaco fue detenido en una redada de la policía turca que, cuatro meses más tarde, lo deportó en un vuelo de vuelta a Austria.

Fejzulai acababa de cumplir la mayoría de edad pero había pasado los últimos años frecuentando los círculos de yihadistas vieneses. Ese mismo verano de 2018 había preparado un viaje a Afganistán, con el propósito de reunirse con militantes de ISIS, pero finalmente no logró obtener el visado. “Quería largarme de casa”, declaró en el juicio celebrado tras el regreso a territorio austríaco. “¿Y qué esperaba usted de ISIS?”, le inquirió el juez. “Esperaba una vida mejor. Tener mi propio apartamento y mi propio salario”, respondió el acusado según el diario austríaco Der Standard. A pesar de haber nacido en Austria, Fejzulai creció en el seno de una familia inmigrante de Macedonia del Norte, de la ciudad de Celopek, de etnia albanesa y religión musulmana.

Foto: Hubertus de Hohenlohe. (EFE)

Ese mismo tribunal lo condenó a 22 meses de prisión en abril de 2019 por haber intentado desplazarse al califato del EI; en cambio, la corte juvenil decidió ponerlo en libertad ocho meses más tarde. “Para mí, era un joven que tuvo mala suerte en cruzarse con la gente equivocada”, revela su anterior abogado Nikolaus Rast al periódico Kronen Zeitung. Las autoridades austríacas optaron por ponerlo en libertad debido a su buen comportamiento en prisión tras el que se le retiró la clasificación de recluso peligroso. Así, el 5 de diciembre del año pasado regresó a las calles de Viena donde preparó el atentado de este lunes en el que disparó contra cuatro personas en un área de cafés y restaurantes del centro histórico de Viena.

Austria: bisagra entre los Balcanes y Alemania

En los últimos años, Austria se ha constituido como un país que funciona como bisagra entre los Balcanes y Alemania para difundir el salafismo originario de Bosnia. Uno de los focos más candentes del yihadismo europeo desde la década de los 90 tras la entrada de hordas de combatientes extranjeros que acudieron a asistir a los muyahidines bosnios. Una doctrina que con los años se ha propagado en los Balcanes en reacción a las pobres condiciones socioeconómicas. La frontera sur de Austria, que colinda con los Balcanes, ha filtrado este movimiento radical y ha hecho de la ciudad del Danubio un refugio yihadista desde el que lanzar propaganda y operaciones hacia Alemania.

Los servicios de inteligencia de Austria investigan las posibles conexiones que el autor del atentado pueda tener con las células de Alemania. La mano derecha del principal reclutador de ISIS en este país, Abu Walaa, fue detenido en 2016 en la frontera entre ambos países en un auto alquilado en Viena precisamente en la misma calle en la que residía Fejzulai. Es por ello que las fuerzas de seguridad ven en esto un indicio de que el tiroteo de Viena puede haberse planificado en coordinación con otros terroristas de Alemania. Los yihadistas alemanes y austríacos han combatido juntos en Siria e Irak, puesto que las unidades se dividían según el idioma. Junud al Sham fue la brigada que actuó de emulsionante en los años previos al califato (2012-2013) en la que austríacos y alemanes forjaron su relación como una misma identidad europea.

placeholder Manchas de sangre en la escena del crimen, donde se perpetró el atentado. (Reuters)
Manchas de sangre en la escena del crimen, donde se perpetró el atentado. (Reuters)

La influencia balcánica en las mezquitas de Viena ha ejercido un importante peso en la radicalización de los jóvenes austríacos. El conocido como Ebu Tejma, el serbio Mirsad Omerovic, ha sido quien ha personificado la balcanización del yihadismo austríaco. Este extremista de 39 años fue uno de los responsables de la radicalización de cientos de jóvenes que partieron definitivamente a Siria e Irak. En los años previos a su arresto en 2015, los sermones que recitaba en mezquitas y vídeos de youtube hipnotizaron a al menos 160 personas, algunas de ellas eran adolescentes menores de edad, que acabaron muriendo en los frentes bélicos del califato. “Las autoridades lo observaron durante 2 o 3 años”, revela Myassa Kraitt, del departamento de Desradicalización del Ministerio de Familia, Trabajo y Juventud. “Los jóvenes iban a los rezos de los viernes y ahí conocían a más gente. El elemento socializador jugó un papel muy importante. Pero Ebu Tejma difundía postulados salafistas o políticos de extrema dureza”.

Viena, capital de inmigración y mala convivencia

Durante décadas la capital austríaca ha atraído a refugiados y migrantes que huían de los conflictos de los Balcanes, las guerras en Oriente Próximo, los atentados en el Cáucaso o dictaduras militares como la de Chile. En el siglo XXI la ciudad ha pasado a ser una de las capitales con mayor inmigración del mundo, donde las comunidades extranjeras suman el 20% de la población total según Naciones Unidas. Pero la brecha entre la población nativa y los descendientes de inmigrantes es una de las más profundas de la UE, según un estudio de 'Euronews', donde discurren dos sociedades paralelas que apenas interactúan. Esta división ha dejado a los austríacos de ascendencia chechena, afgana, siria o de los Balcanes especialmente sensibles al discurso yihadista.

Vemos este fenómeno en familias de Chechenia, por ejemplo, que abandonaron la guerra (en los 90)

“Yo no quiero vivir en Austria, no quiero estar aquí cinco años más, no me quiero morir aquí. No siento que este sea mi país, me siento triste aquí”, dice Vanessa, una joven vienesa de padre turco y madre chilena cuya hermana partió a Siria y ahora permanece detenida en el campamento de Al Roj con el hijo que alumbró de un militante austríaco-afgano. Vanessa, que también se convirtió al islam y ahora profesa el salafismo, cree que el poco entendimiento entre las distintas culturas de Austria es el principal motor del radicalismo islámico.

Los técnicos en programas de desradicalización también observan el elemento de la guerra y la migración como una explicación a la afiliación terrorista de las nuevas generaciones. “Vemos este fenómeno en familias de Chechenia, por ejemplo, que abandonaron la guerra (en los 90)”, explica Kraitt que trata a individuos que han adoptado conductas extremistas. “Esta gente está traumatizada; son madres que huyeron con sus hijos atravesando los bosques. Pero estos parientes evitan hablar de la guerra en casa, sin embargo, la guerra vuelve y se expresa de esta manera. No creo que sea una coincidencia que las siguientes generaciones vayan y repitan esta experiencia”.

El autor de los atentados en Viena, Kujtim Fejzulai, se embarcó en un vuelo a Estambul para infiltrarse en Siria como recluta del Estado Islámico en septiembre de 2018. Era tarde para adentrarse en los confines del grupo terrorista, reducido a unos pocos pueblos del este de Siria totalmente cercados por las fuerzas de la Coalición Internacional. Aun así, Fejzulai se desplazó hasta una ciudad fronteriza del sureste de Turquía donde esperó dos días en un piso franco para cruzar ilegalmente la alambrada. Pero la peregrinación al califato no concluyó con éxito y el militante austríaco fue detenido en una redada de la policía turca que, cuatro meses más tarde, lo deportó en un vuelo de vuelta a Austria.

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