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Teletrabajo y granjas digitales en Alemania: ¿es este el futuro del empleo?
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Teletrabajo y granjas digitales en Alemania: ¿es este el futuro del empleo?

La pandemia ha puesto de cabeza el mundo laboral, que se debate frente al dilema de las oficinas vacías. Visitamos un espacio de co-working en un pueblo de la Alemania vaciada

Foto: Una granja-coworking cerca de Berlín. (Isaac Risco)
Una granja-coworking cerca de Berlín. (Isaac Risco)
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Imagínese que el despacho de su oficina no está en un edificio del centro de la ciudad, sino en medio del campo. Y que para llegar a él no sea necesario meterse a diario en el atiborrado Metro de Madrid a hora punta o, en este caso, atravesar de cabo a rabo un agitado Berlín que parece estar permanentemente en obras. No. Para trabajar en esta oficina, uno podría salir en el coche o en un tren de cercanías hacia las zonas rurales de Brandeburgo, el estado vecino a la capital germana, e instalarse durante semanas en una comarca despoblada y bucólica del este de Alemania. O, mejor aún, mudarse a ese pueblo de forma definitiva.

La realidad suele ser siempre bastante más descafeinada pero, con un poco de optimismo, en lugares como Coconat se puede examinar lo que podría ser el futuro ideal del trabajo en un mundo pospandemia. Más teletrabajo y 'home office', menos oficinas tradicionales. Coconat es una granja-oficina ubicada más o menos a medio camino entre Berlín y Leipzig. Desde la capital se hace una hora de camino en coche, el caserío Klein Glien, en el municipio Bad Belzig, tiene menos de 100 habitantes y está rodeado por todos lados del verde intenso típico del campo alemán.

Un cartel que cuelga en vertical al lado de la vía principal del pueblo detalla lo que ofrece este espacio de retiro: puestos de trabajo, hospedaje y posibilidades de ocio al aire libre en las pausas laborales. "El 75% de nuestros clientes viene de Berlín", nos explica Julianne Becker, cofundadora de esta granja de 'co-working'. "Muchos autónomos, pero también gente que trabaja para grandes compañías. Y organizamos seminarios para oenegés o grupos internacionales, ya que una de nuestras ventajas es que estamos en el centro de Europa", dice esta estadounidense de 42 años instalada desde hace casi una década en Alemania. Algunos clientes se quedan sólo cuatro o cinco días, pero otros varios meses. Ahora mismo, cuenta Becker, hay un huésped que llegó antes del estallido de la crisis del covid-19 y lleva ya medio año en la granja.

Foto: El ex primer ministro italiano Romano Prodi, en 2016. (Reuters)

Una semana en el proyecto fundado en 2017 cuesta 371 euros en habitación individual. La tarifa va bajando mientras más días incluya la reserva. Coconat ofrece oficinas individuales y grupales, salas para reuniones y tres comidas al día, además de la posibilidad de dar paseos por la granja y los bosques aledaños, e incluso de darse un baño en una pequeña laguna propia si hay buen tiempo. La crisis los forzó a cerrar durante dos meses, pero la reapertura les ha traído nuevas perspectivas.

Becker y sus socios acaban de comprar un solar vecino, en plena pandemia, en el que esperan ampliar su negocio. Más espacio, más oferta. Y también apuestan por nuevos socios en la misma comunidad, que también podría brindar alojamiento a clientes en caso de que sus instalaciones estén llenas.

"Estamos colaborando con una iniciativa local en un proyecto para mejorar las posibilidades de hacer trabajo remoto desde zonas rurales", explica Becker. "Es el momento perfecto. La idea ya la teníamos antes de la crisis del coronavirus, pero ahora que mucha gente está teletrabajando es simplemente el momento perfecto".

La ley del trabajo, pendiente

Las granjas-oficina, desde luego, están lejos de ser la panacea para el gran desafío que representan los cambios forzados por la pandemia en el mundo laboral. De hecho, suelen ser una opción para los más privilegiados, los "nómadas digitales" que pueden permitirse el teletrabajo porque no deben ir a una fábrica a ensamblar coches o a una tienda o un restaurante a trabajar como dependientes o camareros. Pero las posibilidades del trabajo remoto desde fuera de la ciudad son parte de un amplio debate público sobre lo que podría traer el futuro, porque también en Alemania la convicción es que el teletrabajo ha llegado para quedarse.

Foto: Lugar donde se detectaron los primeros casos de coronavirus. (EFE)

Según un estudio publicado en julio por el Instituto de Investigación Económica (IFO), con sede en Múnich, un 54% de las empresas quieren apostar a largo plazo por más teletrabajo. Y los retos son enormes porque, pese a su músculo económico y sus avances tecnológicos y sociales, Alemania no era justamente uno de los países punteros en asuntos de 'home office' antes de la crisis sanitaria. En 2016, por ejemplo, el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) situaba el número de empleados que trabajaban regularmente desde casa en un 12%, una cifra que colocaba a la locomotora europea por detrás de los países escandinavos, de Francia o de Países Bajos.

En cuestiones de regulación, Alemania está incluso a la espera de su propia versión de una ley del teletrabajo como la recién aprobada en España. El ministro de Trabajo, Hubertus Heil, anunció en las primeras semanas de la pandemia una iniciativa gubernamental para otoño, sin fecha concreta. Heil, un socialdemócrata, ha señalado su intención de defender sobre todo los derechos laborales: "Tenemos que evitar que el trabajo pierda los límites, que esto conduzca a una disponibilidad de 24 horas al día", advirtió en una entrevista con la Agencia Alemana de Prensa dpa.

Territorio desconocido

Otra de las tareas pendientes para el Gobierno de Angela Merkel es cerrar la famosa brecha digital en muchas regiones, todo un reto para un país cuya infraestructura no está en gran parte a la altura de sus posibilidades. "Nuestro primer proyecto fracasó porque no teníamos buen internet", dice Becker sobre su primera granja digital, que funcionó sólo durante un mes en 2015 en otra localidad de Brandeburgo, hasta que la pobre conexión a la red los forzó a trasladarse.

El trabajo digital puede traer a urbanitas a las provincias

La dinámica puesta en marcha por la pandemia, en todo caso, abre el camino para las autoridades. La iniciativa "Neuland 21", con la que cooperan los administradores de Coconat en Bad Belzig, tiene ahora la oportunidad de oro para combatir la despoblación y el declive demográfico en las zonas rurales de 'Alemania vaciada', un fenómeno que afecta desde hace años sobre todo a las regiones de la antigua RDA como Brandeburgo. "El trabajo digital puede traer a urbanitas a las provincias", señala en un estudio del año pasado la iniciativa, cuyo nombre, "Neuland", se puede traducir en algo así como territorio desconocido o territorio nuevo. Tierra para emprendimientos.

Imagínese que el despacho de su oficina no está en un edificio del centro de la ciudad, sino en medio del campo. Y que para llegar a él no sea necesario meterse a diario en el atiborrado Metro de Madrid a hora punta o, en este caso, atravesar de cabo a rabo un agitado Berlín que parece estar permanentemente en obras. No. Para trabajar en esta oficina, uno podría salir en el coche o en un tren de cercanías hacia las zonas rurales de Brandeburgo, el estado vecino a la capital germana, e instalarse durante semanas en una comarca despoblada y bucólica del este de Alemania. O, mejor aún, mudarse a ese pueblo de forma definitiva.

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