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Más resignación que enfado en la UE ante las nuevas amenazas de Johnson
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MOMENTO CLAVE DE LAS NEGOCIACIONES

Más resignación que enfado en la UE ante las nuevas amenazas de Johnson

Londres vuelve a jugar con el ‘no acuerdo’ y mina la confianza del equipo negociador en un momento clave, aunque Bruselas sigue creyendo que Johnson necesita llegar a un acuerdo

Foto: Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea para las relaciones futuras con el Reino Unido. (Reuters)
Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea para las relaciones futuras con el Reino Unido. (Reuters)

El principal reto al que se enfrentó Theresa May cuando, como primera ministra británica, trató de convencer a los socios comunitarios de que ella podría liderar el camino hacia una salida ordenada del Reino Unido del bloque europeo fue que prácticamente nadie en la sala confiaba en ella. Sí a nivel personal, pero no tenía el capital político, con un Parlamento en pie de guerra. Ahora, los socios se enfrentan a una situación contraria: tienen enfrente a un líder, Boris Johnson, que ha devuelto el Partido Conservador a una actitud servil con el líder, pero con el problema de no poder confiar en él a título personal.

Este domingo, el 'Financial Times' publicó que el Gobierno británico planeaba poner sobre la mesa una legislación que invalidaría partes del protocolo para Irlanda incluido en el acuerdo del Brexit. El Ejecutivo británico ha explicado este lunes que se trata de garantías en caso de que el Comité Conjunto, que gobierna el protocolo y que mantiene negociaciones para tratar de atar los cabos sueltos que quedan sobre la implementación del texto, no llegue a un acuerdo. Además, el primer ministro aseguró que si para el Consejo Europeo del 15 de octubre no había un pacto, su equipo negociador, liderado por el diplomático David Frost, abandonaría las conversaciones. Sin embargo, en Bruselas, más que enfado, lo que ha generado la noticia es resignación. Algo parecido a “de nuevo estamos en esto”.

En Bruselas, ya se seguía con cierta preocupación la falta de progreso en la implementación del protocolo. Para la Unión, es la pieza central del acuerdo del Brexit, un elemento fundamental que permite que el mercado interior mantenga la integridad y que garantiza que no haya una frontera física en la isla de Irlanda entre las provincias británicas y la república, cumpliendo así con los Acuerdos del Viernes Santo que pusieron fin a la violencia tras más de 3.000 muertos.

placeholder Un cartel contra una frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. (EFE)
Un cartel contra una frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. (EFE)

'Déjà vu'

Por eso la declaración de intenciones de Downing Street preocupa en Bruselas: significa que Londres apunta al elemento crucial para la Unión, lo que no puede significar otra cosa que la disposición a volar todos los puentes. Sin embargo, esa preocupación es comedida: Bruselas tiene razones para creer que Johnson quiere llegar a un acuerdo porque, consideran, no quiere dinamitar su carrera política todavía. Antes de cerrar un trato, Downing Street va a montar ruido. O al menos así se entiende, y de hecho se esperaba, en la capital comunitaria.

Sin embargo, y aunque en la capital comunitaria muchos diplomáticos, políticos y negociadores creen que este último paso forma parte de una estrategia con la que Londres busca aumentar la presión, el movimiento no ayuda a mejorar la confianza entre ambos lados. Aunque sea solo una maniobra política con intención de ablandar la postura de la Unión Europea, en la Comisión Europea se considera que la amenaza británica de anular partes de un acuerdo internacional cerrado hace menos de un año es una muestra de lo poco fiable que es el Gobierno liderado por Boris Johnson.

Foto: Boris Johnson. (Reuters)

Hay cierta sensación de ‘déjà vu’. Con las conversaciones estancadas, de nuevo Irlanda en el menú y con una creciente presión mediática, la situación se asimila a otras vividas en el pasado. Algunos medios británicos incluso mueven la idea de que los Veintisiete van a desplazar a Barnier, una idea que se ha repetido en numerosas ocasiones y cuya única respuesta por parte de los líderes ha sido reafirmar su apoyo al negociador francés.

La diferencia con otras ocasiones es que esta vez no hay mucho margen de error. Como el Gobierno británico no pidió una prórroga al periodo transitorio, el Reino Unido y la Unión Europea romperán definitivamente sus lazos económicos el próximo 1 de enero de 2021. Con muy poco tiempo restante, al equipo negociador europeo le preocupa más la falta de progreso real en las conversaciones que los juegos de luces que pueda poner en marcha el Gobierno británico.

placeholder Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea. (Reuters)
Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea. (Reuters)

Estos últimos pasos por parte de Downing Street han llegado horas antes de que se celebre una nueva ronda de negociaciones en Londres, en la que la Unión Europea y el Reino Unido buscan resolver algunos bloqueos. Uno de ellos, el referido al 'level-playing field', que se traduciría algo así como 'igualdad de condiciones', es el principal escollo. Para la UE, el Reino Unido tiene que comprometerse a una serie de estándares y de normas en ayudas de Estado que garanticen que no da pie a una competencia desleal.

Pero, precisamente, parte del argumentario británico pasa por la confianza: la UE debe confiar en Londres. Las últimas noticias harán todavía más difícil que Frost convenza a Barnier de que esa es una posibilidad, y harán que la búsqueda de soluciones sea todavía más complicada y torpe. Entre otras cosas, se hace más complicado porque Bruselas considera que el negociador británico no tiene un mandato claro por parte de un Gobierno que no termina de decidirse por una u otra postura para solucionar los distintos dilemas políticos a los que se enfrenta Johnson.

El escenario base para Bruselas sigue siendo el mismo: tanto al Reino Unido como a Johnson como líder político les interesa una salida acordada de la Unión Europea. Aunque el primer ministro asegure que una ruptura abrupta sería un buen resultado para Londres, los Veintisiete confían en que Downing Street sepa que no es así, y que de producirse habrá un daño irreversible para la economía del país y para la carrera política de Johnson, aunque el nivel de incertidumbre es alto y todo el mundo en Bruselas ha aprendido a no hacer apuestas cuando se trata del Reino Unido.

El principal reto al que se enfrentó Theresa May cuando, como primera ministra británica, trató de convencer a los socios comunitarios de que ella podría liderar el camino hacia una salida ordenada del Reino Unido del bloque europeo fue que prácticamente nadie en la sala confiaba en ella. Sí a nivel personal, pero no tenía el capital político, con un Parlamento en pie de guerra. Ahora, los socios se enfrentan a una situación contraria: tienen enfrente a un líder, Boris Johnson, que ha devuelto el Partido Conservador a una actitud servil con el líder, pero con el problema de no poder confiar en él a título personal.

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