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El fracaso de Grecia por ser destino 'libre de covid-19': "El turismo está herido de muerte"
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la segunda oleada es peor que la primera

El fracaso de Grecia por ser destino 'libre de covid-19': "El turismo está herido de muerte"

El país heleno despliega test aleatorios, impone presentar PCR para entrar y aumenta restricciones. Pero los casos no dejan de aumentar y las visitas caen un 90% respecto a 2019

Foto: Representación teatral en Grecia. (Reuters)
Representación teatral en Grecia. (Reuters)

“Doy vueltas por el centro, aunque no hay nadie. Ayer estuve en el aeropuerto. Llegué a las cinco y mi primer cliente lo tuve a las nueve. En un verano normal para esa hora ya me habría tocado trabajar tres veces”. Costas es taxista en Atenas y se toma un café para llevar mientras “descansa” de la ausencia de clientes en la calle Deliglianni, cerca del Museo Arqueológico Nacional griego. “Tengo un hijo de seis meses y, la verdad, no sé cómo le voy a dar de comer”, se lamenta. Y señala con su café a los pocos turistas que pasean frente al museo. “No conozco a nadie que pueda llevar la máscara tanto tiempo”, dice, con la suya remangada en la barbilla para poder beber. “En el taxi me la quito”.

En ese momento en el Museo Arqueológico los turistas hacen cola para entrar. Son las 12:50 horas de la tarde –abre a las 13:00–. Una funcionaria les pide que guarden la distancia y se laven las manos con gel desinfectante. Si tienen que dejar la bolsa en consigna, la encargada les indica el punto exacto donde dejarla sin tocarla nunca ni permitir que los viajeros tengan contacto con el mobiliario. Para ir accediendo a la sala, los vigilantes controlan el aforo y solicitan a algún visitante remolón que continúe su camino si se eterniza en contemplar la Máscara de Agamenón o el Mecanismo de Anticitera.

“No sé las cifras, pero te diría que esto ha bajado un 60% o 70% respecto a lo habitual”, comenta Vassilis, quien atiende un quiosco de recuerdos y refrescos en una calle paralela a Plaza Syntagma, en pleno centro, bajo el bochorno del calor húmedo de Atenas en julio. “Mucha gente de Francia, alguna de España como vosotros, porque hablo un poco de los dos idiomas. Ahora mismo parece lleno porque es el centro, pero está vacío. Vas a Plaka [barrio turístico de la capital griega, bajo la Acrópolis] y es fácil encontrar mesa. Lo nunca visto. Venimos a trabajar porque algo se vende, pero el turismo está herido de muerte”.

Foto: Turistas en la Fontana de Trevi en Italia. (Reuters)

Ese cálculo a ojo del 70% resulta ser optimista. El viernes, el Banco de Grecia publicaba las cifras del desastre: la pandemia de coronavirus y las restricciones de viaje han provocado un derrumbe del 93,8% en el número de viajeros en junio respecto al mismo mes del año, apenas un total de 256.000 turistas. Los ingresos se desplomaron en un 97,5% a 64 millones de euros. Para el período del 1 de julio al 16 de agosto todavía no hay cifras económicas, pero sí un registro de 2,5 millones de viajeros, no solo turistas, propiciado por la reapertura de fronteras con la Unión Europea.

Desde el 11 de agosto, los viajeros procedentes de España –y otros países con las cifras al alza por los rebrotes, como Bélgica, Rumanía o Suecia– tienen que llevar con ellos un certificado de una prueba PCR negativa realizada al menos 72 horas antes del viaje. El documento debe estar en inglés y la prueba debe realizarla un laboratorio de referencia nacional o acreditado por la salud pública del país de origen. Era un requisito que se imponía desde el 1 de julio a cualquier viajero, cualquiera que fuese su procedencia o nacionalidad, que entrase por tierra al país. También se anunciaron pruebas aleatorias de PCR en aeropuertos y puertos con obligación de aislarse hasta conocer los resultados.

Foto: La ministra de Exteriores española, Arancha González Laya (d), y el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis a finales de julio (EFE)

El Gobierno griego reforzó los controles con oficiales del Ejército y se puso como objetivo ser el destino 'covid free' de la Unión Europea (UE). Pero este esfuerzo por "parecer" un destino seguro choca con la realidad: solo un 17% de los nuevos casos en el país son importados. Según los datos de la Secretaría General de Protección Civil, en el período del 1 de julio al 16 de agosto, 364 personas en los aeropuertos del país dieron positivo por covid-19, 17 en los puertos y 234 en las fronteras terrestres.

Y esto ilustra otra dura realidad: la segunda ola está superando a la primera. Solo en agosto se registraron 3.271 nuevos casos de coronavirus, frente a los 1.307 de marzo, cuando se registró el primer brote, y los 1.277 de abril. Este miércoles 19 de agosto se registraron 269 nuevos positivos en todo el país, casi la mitad de ellos en Ática, la región de Atenas. Desde que comenzó la pandemia hasta el cierre de esta información, Grecia, de apenas 10 millones de habitantes de los cuáles casi cuatro viven en la zona del Ática, ha registrado un total de 7.934 casos confirmados de coronavirus y 235 fallecidos.

No nos parece que en Grecia sean más precavidos que en España, pero les veo con más miedo a la crisis que al virus

Eso explica estampas atípicas, como un Partenón por el que en pleno julio apenas desfilan dos docenas de turistas, sin tropezarse, sin estropearse la foto más que cuando las funcionarias les piden que no se quiten las mascarillas. Allí una familia española comenta lo “a gusto” que se está con tan poca gente, pero el “miedo” que da. Les preguntamos si han notado diferencias en las precauciones griegas: “A nosotros no nos hicieron pruebas, pero es que somos seis. Apartaron a un chico que viajaba solo, pero no sabemos si a él le hicieron la PCR”. (El encuentro se produjo antes de que el PCR desde el país de procedencia fuese obligatorio).

“No nos parece que aquí sean más precavidos que en España, pero les veo con más miedo a la crisis que al virus”, explica Araceli, su mujer, mientras los niños se hacen coronas de 'laurel' con ramitas para un 'selfie'. “Venimos de Logroño, no sé si lo conocéis”, añade él. “Las calles Laurel y San Juan están ahora mismo desiertas. Pues un poco ese aire nos dio alguna calle de Atenas. Por nosotros mejor, más a gusto, pero te imaginas que la hostelería va a sufrir como en España y te da cosa”.

“Doy vueltas por el centro, aunque no hay nadie. Ayer estuve en el aeropuerto. Llegué a las cinco y mi primer cliente lo tuve a las nueve. En un verano normal para esa hora ya me habría tocado trabajar tres veces”. Costas es taxista en Atenas y se toma un café para llevar mientras “descansa” de la ausencia de clientes en la calle Deliglianni, cerca del Museo Arqueológico Nacional griego. “Tengo un hijo de seis meses y, la verdad, no sé cómo le voy a dar de comer”, se lamenta. Y señala con su café a los pocos turistas que pasean frente al museo. “No conozco a nadie que pueda llevar la máscara tanto tiempo”, dice, con la suya remangada en la barbilla para poder beber. “En el taxi me la quito”.

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