Perdóname señor porque he pecado: cuarentena sin mascarilla en Reino Unido
Desde el pasado 27 de julio, todos aquellos pasajeros que lleguen procedentes de España deben estar 14 días aislados. Aquí se narra cómo es regresar al Reino Unido y pasar la cuarentena
Viajar a España procedente del Reino Unido y luego regresar a suelo británico es una experiencia estos días que produce doble shock. Primero el que sufres al ir, viendo a todo el mundo con mascarillas por la calle y evitando ese abrazo tan nuestro. Porque en España, culturalmente, no se conocía hasta ahora la llamada “distancia interpersonal”, lo cerca que una persona puede llegar a estar de otra sin que se sienta incómoda.
En cuestión de minutos asumes que no llevar mascarilla es pecado en la nueva religión. Pero justo cuando te has convertido, llega el momento de regresar. Y al aterrizar, llega el segundo shock. Perdóname señor porque he pecado. Al salir del aeropuerto, fui a cara descubierta. Así, sin esconderme porque en Inglaterra no es obligatorio. Y, sin embargo, aquí estoy: sin mascarilla pero en cuarentena.
Desde el pasado 27 de julio, todos aquellos pasajeros que lleguen procedentes de España deben estar 14 días aislados. Cuando se anunció la medida, las islas españolas tenían una media de ocho casos por 100.000 habitantes comparado con los 14,1 del Reino Unido. La mejor prueba de que la decisión pilló a todos por sorpresa fue que el propio ministro de Transporte, Grant Shapps, y el secretario de Estado para Vivienda y Consumo, Paul Scully, estaban de vacaciones en Canarias.
Todo tan caótico, como la melena de Boris Johnson, un político que apenas hace siete meses entraba en Downing Street cual “emperador César” y ahora, hundido en las encuestas y sacando tan sólo tres puntos de ventaja a la renovada oposición laborista de Keir Starmer, va dando bandazos.
Cuando Europa empezaba a abrir sus fronteras, el excéntrico líder conservador decidió imponer el 8 de junio una polémica cuarentena a todos aquellos que llegaran al país. Durante semanas, el Gobierno intentó negociar “corredores aéreos limitados” con acuerdos bilaterales. Pero los planes no fructificaron y, tras varios aplazamientos, finalmente, el Ejecutivo publicó una larga lista de países cuyos pasajeros estaban exentos de cuarentena desde el 10 de julio, donde se incluía a España.
Y, sin embargo, horas después de que Noruega activase la cuarentena obligatoria de 10 días y de que Francia y Bélgica recomendaran no viajar a zonas de España, Johnson dio otro volantazo incrementado aún más las críticas a una gestión ante la pandemia ya bastante cuestionada.
De un confinamiento 'light' a cuarentenas
En Reino Unido, el confinamiento fue más que light. Es más, muchos periodistas al analizarlo desde el punto de vista más global se negaban incluso a llamarlo confinamiento. Desde el principio se pudo salir a la calle a realizar una vez al día deporte al aire libre. Quien dice deporte, dice andar. Los primeros días se intentaba justificar la vuelta por el barrio con deportivas e incluso chándal. Luego se comprobó que con tacones tenía el mismo efecto. Ningún agente te pedía algún tipo de justificante. Por lo que, en la práctica, se podía salir de casa cuantas veces se quisiera sin perro acompañante.
Cuando llegó la desescalada, francamente, llamaba poderosamente la atención lo que habían crecido los “núcleos familiares”, con más libertades para reuniones. Es cierto que en Londres hay casas enormes para compartir. Pero lo que las reuniones de 12 personas como que chirriaban un poco.
Por lo tanto, cuando uno pone el pie en España, se topa con una nueva realidad. Porque la desescalada en cada país se interioriza según ha sido el proceso de confinamiento. No se valora de igual manera la libertad de salir a la calle. No es lo mismo ver imágenes en televisión que vivirlo. Y, entre otras cosas, ver a todo el mundo ahora por la calle con mascarilla, de verdad, que impacta.
En Inglaterra (Gales, Escocia e Irlanda del Norte tienen sus propias competencias), de momento sólo es obligatoria en casos muy específicos, como transporte público y tiendas. Aunque a partir del 8 de agosto se ampliará a, entre otros, cines, teatros o museos y salones de belleza.
Aeropuertos en la era del covid
El pasado 22 de julio, el avión Londres-Madrid iba lleno. No hubo ningún control de temperatura u otro tipo. Al aterrizar, había que enseñar el formulario dando fe de que ni tenías síntomas, ni habías estado en contacto con infectados. Punto y final. Uno recoge luego las maletas y disfruta de las vacaciones en familia a la que no ha visto en siete meses.
La vuelta tocó el 2 de agosto. El escenario que se respira en el aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid–Barajas es auténtica película de terror. Pasillos vacíos, tiendas cerradas, bancos de espera con cintas precintadas. Difícil ejercicio el de asumir que es el fin de la humanidad para luego afrontar la gran masa de gente que se aglutina en el estrecho pasillo de un avión completamente lleno, por mucho que el desembarque se haga por grupos. Eso sí, la amable tripulación de British Airways te da una toallita desinfectante.
En teoría, un agente puede visitarte de manera aleatoria para comprobar que realizas la cuarentena
Al aterrizar en Heathrow, una máquina te controla la temperatura antes de pasar al control de pasaportes, donde la distancia de seguridad brilla por su ausencia. Al enseñar la documentación, se debe presentar también el cuestionario que has de rellenar antes de coger el avión donde especificas la dirección en la que vas a estar. En teoría, un agente puede visitarte de manera aleatoria para comprobar que realizas la cuarentena. Las multas por incumplir las reglas son de 1.000 libras (alrededor de 1.200 euros). Pero, según The Sunday Times, hasta la fecha sólo una persona ha recibido la penalización.
El problema es que, aquellos que no puedan trabajar desde casa, quedan suspendidos ahora del sueldo por parte de la empresa durante las dos semanas, aunque la medida no estuviera vigente en el momento en que se marcharon a España. Y los que tienen niños, no los pueden llevar a la guardería.
Golpe a la economía española... y de UK
El sector turístico español representa alrededor del 12% del PIB. El año pasado 83,7 millones de turistas viajaron a España, de los cuales 18,08 millones eran británicos, según la Oficina Nacional de Estadística. Por lo que el veto de Johnson supone un gran mazazo para la economía española, que se ha desplomado un 18,5% en el segundo trimestre del 2020.
Aunque el escenario británico no se queda atrás. El Reino Unido se enfrenta a su peor recesión en 300 años debido a la pandemia. El PIB cayó un 19,1% de marzo a mayo respecto al período de diciembre a febrero por el impacto del coronavirus, con un repunte de sólo 1,8% en mayo, según las últimas cifras de la Oficina Nacional de Estadística (ONS).
Sus propias filas urgen ahora a Johnson que se replantee el veto. En concreto, un grupo de 20 parlamentarios liderados por Sir Graham Brady, responsable del poderoso “Comité 1922” que agrupa a los 'tories' sin cartera, han firmado una carta donde advierten que la industria de la aviación se enfrenta a pérdidas de empleo de “seis cifras” a menos que el primer ministro adopte una respuesta “más matizada”.
En este sentido, los diputados instan al inquilino de Downing Street a introducir el modelo alemán, donde los pasajeros se someten a su llegada al aeropuerto a test gratuitos para que, si están sanos, puedan evitar la cuarentena domiciliaria, que se ha comprobado es difícil de comprobar por las autoridades.
El aeropuerto de Heathrow ya se ha ofrecido a realizar una prueba a los pasajeros a su llegada y luego otra reevaluación a los cinco u ocho días, después de lo cual podrían ser liberados de la cuarentena si dan negativo.
Asimismo, los parlamentarios piden al Gobierno que considere “avanzar hacia corredores de viaje regionales, reconociendo que no todas las partes de un país pueden verse afectadas de manera similar”. Esto podría abrir las puertas a los viajes a las islas, una medida por la que el Gobierno español está luchando. No obstante, este lunes Downing Street ha negado que haya planes inminentes para cambiar la cuarentena a los pasajeros procedentes de Canarias o Baleares.
Rebrotes en Reino Unido
El Ejecutivo va ahora con pies de plomo, sobre todo después de verse obligado a imponer de nuevo restricciones en algunas partes del país, en concreto en el noroeste de Inglaterra, por la zona de Manchester, donde sus habitantes no pueden reunirse ni en casas ni en pubs a menos que sean del mismo núcleo familiar, después de que los casos se hayan duplicado.
Según las últimas cifras oficiales del lunes, el Reino Unido ha registrado 771 contagios por covid-19 en las últimas 24 horas, aumentando el número total de casos a los casi 306.000. Son ya más de 46.210 personas las que han perdido la vida por el virus por lo que el país se mantiene como el primero de Europa y el cuatro del mundo más afectado por la pandemia.
En este sentido, el Gobierno ha cancelado la nueva fase del plan de desescalada que debía haber entrado en vigor el pasado sábado en Inglaterra con la reapertura de casinos, boleras y pistas de patinaje y la reanudación de los espectáculos en lugares cerrados, los eventos deportivos con público y las bodas de más de 30 personas. De momento, los planes se posponen hasta el 15 de agosto.
Según la prensa local, Downing Street evalúa también la posibilidad de que los mayores y personas de riesgo vuelvan a aislarse para evitar una segunda ola. No obstante, las autoridades han recalcado que la apertura de colegios para el mes de septiembre es una absoluta prioridad.
Viajar a España procedente del Reino Unido y luego regresar a suelo británico es una experiencia estos días que produce doble shock. Primero el que sufres al ir, viendo a todo el mundo con mascarillas por la calle y evitando ese abrazo tan nuestro. Porque en España, culturalmente, no se conocía hasta ahora la llamada “distancia interpersonal”, lo cerca que una persona puede llegar a estar de otra sin que se sienta incómoda.
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