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Gibraltar impone multas de 4.400 euros para proteger a sus sagrados macacos del covid-19
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Medidas contra la pandemia

Gibraltar impone multas de 4.400 euros para proteger a sus sagrados macacos del covid-19

Los habitantes del Peñón tratan a los 200 monos que residen allí igual que los londinenses a los cuervos de la Torre de Londres. "Mientras permanezcan, también lo harán los británicos"

Foto: Monos en Gibraltar. (Fernando Ruso)
Monos en Gibraltar. (Fernando Ruso)
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Hay en Gibraltar una leyenda que ha sobrevivido generaciones y que tiene a los monos del Peñón como protagonistas. “As long as they remain, so will the British”, dicen los llanitos. O en su traducción al español: "Mientras permanezcan, también lo harán los británicos". Tan enraizado está este dicho en la identidad gibraltareña que el primer ministro Winston Churchill, llevado por la superstición, mandó repoblar la Roca de macacos en plena ofensiva aliada contra el ejército alemán.

Ahora, el Gobierno de Picardo hará que tocar a los monos sea delito bajo multa de 4.000 libras, en una medida desesperada para protegerlos del coronavirus. Un blindaje para sus vecinos más emblemáticos y, de paso, para asegurar que en el Peñón siga ondeando la Union Jack por muchos años más.

Foto: Un visón de tipo americano, raza que se utiliza para la cría de pelaje, cerca de la ciudad de Minsk, Bielorrusia. (Reuters)

"Y gozan de muy buena salud, eh", bromea el veterinario Mark Pizarro, del departamento de Medio Ambiente de Gibraltar, a El Confidencial. “Es una población muy estable, con grupos muy sanos y el Gobierno está haciendo importantes inversiones en el mantenimiento de los monos”, asegura.

En la Roca hay actualmente poco menos de doscientos macacos de Berbería que se reparten en seis tropas. La más numerosa, la de Apes Den, en la cara norte de la Upper Rock —la parte superior—, aglutina a 46 individuos. El resto vive disperso en la Reserva Natural del Peñón de Gibraltar, de poco más de cuatro kilómetros cuadrados de extensión situados a 420 metros sobre el nivel del mar.

Hasta ese paraje llegan anualmente cientos de miles de excursionistas. Los macacos son el principal reclamo turístico de Gibraltar y la visita a los monos mueve una importante suma de dinero en la ya boyante economía local. Taxistas, agencias de viajes, guías con grupos de cruceristas, empresas de autobuses y un largo etcétera se benefician de la presencia de estos primates en el Peñón.

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Foto: Fernando Ruso.

Pero el turismo repercute en la calidad de vida de los macacos y el Gobierno quiere acabar con las imágenes de turistas haciéndose fotos con monos sobre los hombros. Para conseguirlo, el ejecutivo de Fabian Picardo (GSLP) ha publicado un Proyecto de Ley para modificar la Ley de Animales (Animals Act) por el que tocar a los macacos o cualquier otra interferencia en el comportamiento natural de los animales será delito, excepto para aquellas personas con permiso con fines de gestión, investigación o prácticas veterinarias.

Macacos libres de coronavirus

“La interferencia en la vida de los macacos de Berbería siempre se ha considerado un acto nocivo para ellos, y la línea oficial durante muchos años ha sido aconsejar a los visitantes que no toquen o interfieran en el comportamiento natural de los animales, dado que no solo perjudica su salud y su estructura social, sino que se les expone a contraer enfermedades humanas”, explica el gobierno gibraltareño. “Esto ya ha sucedido en el pasado cuando, por ejemplo, nuestros macacos contrajeron Hepatitis A. Asimismo —sigue—, existe la posibilidad de que las personas entren en contacto con infecciones a través de estos animales”. De momento, el Gobierno asegura “con certeza” que los monos se han librado del coronavirus gracias al rápido cierre de la reserva natural a los turistas.

En el Peñón, a 20 de julio, no se han registrado fallecimientos por coronavirus entre su población. Desde el inicio de la pandemia solo se han registrado 180 casos, y actualmente no hay ningún positivo activo. El Gobierno de Gibraltar ha realizado 17.099 test a sus 33.718 habitantes (cifras de población de 2018).

El ministro principal Picardo decretó el confinamiento general de la población el pasado 24 de marzo, apenas una semana después de hacerlo el presidente Sánchez en España. Los vecinos del Peñón han estado en sus hogares hasta el 2 de mayo, fecha en la que se empezaron a relajar las medidas.

En esas 10 semanas, los monos del Peñón se han mantenido dentro de los límites de la reserva natural. El temor de los cuidadores de que pudieran bajar a la zona de viviendas se fue disipando conforme pasaban los días. “Los macacos, al ser un virus de otra especie, se quedarían asintomáticos o con síntomas leves, pero sí pueden ser un contagio para los humanos”, defiende Pizarro.

placeholder Una mona y su bebé. (Fernando Ruso)
Una mona y su bebé. (Fernando Ruso)

“El confinamiento le ha sentado bastante bien a los macacos, se han adaptado perfectamente”, confirma el veterinario. “Hay menos turistas y menos peleas entre los monos, que entran en conflicto por hacerse con la comida de los visitantes. Además, los macacos que se han criado con el contacto con las personas han variado su comportamiento, ya no se acercan, no se suben a los hombros”, explica Pizarro.

—¿Viven bien los monos de Gibraltar?

—Míralos.

Durante la entrevista con el veterinario, varios de los monos de la tropa de la cueva de San Miguel se desparasitan unos a otros en mitad de la calzada. Dos macacos de apenas un año saltan y dan brincos rodando por las cuestas en mitad del juego. Otros jóvenes trepan a los eucaliptos. Tres madres cuidan sus pequeñas crías de la última camada, de color negro intenso y ojos abiertos. Todos buscan la sombra. También el mayor de todos, el macho alfa, que se mantiene en equilibrio en una de las barandillas que separa la zona de los humanos, hoy vacía, de la zona forestal.

Meses atrás, esos mismos veinte monos estarían saltando y chillando en torno a los turistas a los que les quitan la comida y cualquier cosa que trinquen al descuido.

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Foto: Fernando Ruso.

Un imán para los turistas

En Gibraltar apenas hay turistas desde que se desató la pandemia, aunque las rutas aéreas que comunican el Peñón con el Reino Unido llevan semanas abiertas. En junio, 121 vuelos han dejado de operar debido a las restricciones, lo que ha provocado que la actividad en el aeropuerto en este mes haya sido diez veces menos a la registrada el año pasado. En la frontera con España, el tránsito se ha reducido considerablemente: 373.000 personas cruzaron en junio frente al millón del mismo mes en 2019. Por mar, el Gobierno mantiene cerradas sus puertas a los cruceros, que solo realizan escalas técnicas en el Peñón. En 2018, 409.998 pasajeros de 254 navíos desembarcaron en Gibraltar.

De las atracciones turísticas, todas se mantienen abiertas a excepción de los túneles de la Segunda Guerra Mundial. Aunque el tránsito de visitantes por la Main Street, uno de los reclamos comerciales del Peñón, sea meramente testimonial. En las puertas de las tiendas de souvenirs aguardan colgados en los expositores cientos de monos de peluche con banderas gibraltareñas y mensajes de 'te quiero'. Es el recuerdo más vendido.

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Foto: F. R.

Hamed llegó a Gibraltar con 16 años. Tiene 45 y regenta una de esas tiendas en la Main Street, cerca de la residencia del Gobernador y junto a las oficinas de Picardo. Asegura que antes del confinamiento vendía, de media, unos 45 monos de peluche al mes a un precio de entre seis y quince euros. Este mes solo ha vendido uno, a un turista de los pocos que pasan. “Claro, los llanitos no compran monos. ¿Para qué comprarlos si viven con ellos?”, razona.

“Son uno de nuestros tradicionales reclamos, por supuesto. Basta con curiosear un poco por las redes sociales para ver que son auténticas estrellas”, confiesa el ministro de Medio Ambiente, John Cortes, a El Confidencial. “En 2019, un millón de personas visitó la reserva natural y la mayoría de los visitantes no se pierde a los macacos; es incuestionable que los monos son como un imán”.

Cortés es licenciado en Botánica y Zoología y los primates han sido objeto de varias de sus investigaciones científicas. Como experto, el ministro explica que interferir en la vida de los macacos resulta “nocivo” para ellos, “ya que podrían contagiarse de enfermedades humanas” o sufrir situaciones de estrés.

“Te pongo un ejemplo sencillo. Para un turista ver un macaco recién nacido con su madre resulta una imagen muy tierna y la tentación de hacerse una foto con el monito es fuerte, pero la madre lo interpreta como una situación de peligro que le genera estrés. Si a eso se le suma que un humano puede contagiar a un macaco de una enfermedad como la hepatitis-A, está claro que hay que protegerles. La llegada del SARS-CoV-2, el coronavirus que causa la enfermedad covid-19, aceleró un proceso que ya estaba ahí y en el que escuchamos a todo aquel que tenía algo que aportar al respecto”, asegura Cortés.

Foto: Los virus respiratorios que afectan a los humanos se transmiten fácilmente a los grandes simios (EFE/Kai Försterling)

Este cambio en la normativa ya existía en el programa electoral de la coalición de gobierno entre laboristas y liberales de 2011. La proliferación de macacos en las zonas urbanas se había convertido en un problema, tanto sanitario como de convivencia, para Gibraltar y la solución planteada pasaba por devolverlo a su entorno natural. Atrás quedaban los controles de población con programas de sacrificio implementados por la Administración del socialdemócrata Peter Caruana.

De sacrificar monos a exportarlos

En 2014 se exportó una tropa de macacos a Escocia y anualmente se llevan a cabo programas de esterilización de las hembras. Ya hay castradas unas 40 monas y este año solo han nacido 29 primates, por lo que según los cálculos del equipo de veterinarios el año que viene habrá que operar a otras diez más. Un exceso de monos hace que las tropas se dividan y colonicen nuevas zonas, más próximas a los espacios residenciales dada la escasa superficie de la reserva natural.

—¿Tendrá que elegir Gibraltar entre el turismo y los monos?

— Respondo con otra pregunta. ¿Por qué elegir? El turismo y los macacos siempre se han llevado bien, lo que hacemos nosotros es intentar que estén juntos, pero no revueltos. Queremos macacos sanos y felices, y que los turistas vuelvan a casa con sus fotos, pero sin sustos innecesarios.

—¿Es compatible la explotación turística de la reserva natural con la conservación de las especies que viven en ella?

—Estudiamos con detalle cualquier intervención o actuación que pueda afectar a la reserva natural y a sus especies. Es uno de los grandes tesoros de Gibraltar. Ahí sí hablaría de un vínculo especial, casi sentimental, de los gibraltareños con la reserva natural. Es el lugar al que van personas de todas las edades a pasear, a hacer deporte, a disfrutar de las vistas… Somos conscientes de su importancia y por eso ponemos el máximo cuidado en su protección.

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Foto: Fernando Ruso.

La reserva natural ha sido durante el desconfinamiento un desahogo para los llanitos, que han vuelto a valorar este pulmón verde con vistas al Estrecho de Gibraltar. En los días de pocas nubes se divisa Marruecos con claridad, desde la costa de Tánger a las montañas del Rif. Recientemente, el Ejecutivo de Picardo ha anunciado que también tiene intención de regular por ley los senderos nacionales para fomentar “la práctica de caminar” y para atraer turistas al Peñón.

Stephen Warr, un joven gibraltareño de 37 años, presume de las vistas que tiene desde su espacio de trabajo. Se crio con unos prismáticos en las manos viendo pasar las aves que cruzan el Estrecho y estudió Ciencias del Medioambiente. Ahora está haciendo el doctorado en ecología marina y es oficial de Medioambiente en Gibraltar. Se ocupa de la gestión de la reserva natural, tanto terrestre como marina. También de la calidad medioambiental. “Y de los monos, claro”, apunta. Un trabajo para el que el Gobierno tiene contratados a diez empleados.

"Estos macacos están muy fuertes"

Durante el confinamiento, Stephen ha estado controlando el comportamiento de los monos, que reciben comida varias veces al día y disfrutan de manantiales artificiales con agua filtrada y fresca. Durante su jornada laboral ha visto cómo los gibraltareños han vuelto “al monte” para recuperar la costumbre de ver los monos en familia.

“La gente se ha dado caminatas durante el desconfinamiento, y se ha recuperado la visión de la reserva como un espacio en el que te puedes alejar de la ciudad. Es un respiro, porque estás en la naturaleza”, confirma. “De chico, era difícil no subir al monte con los amigos a ver los monos. Está metido en nuestra cultura, hay una relación familiar con ellos”, defiende Warr, que visita los colegios del Peñón para fomentar el cariño de los escolares a sus vecinos primates.

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Foto: Fernando Ruso.

Los periodistas de El Confidencial recorren con él los senderos que se adentran en la reserva natural en busca de las tropas de macacos. Durante la caminata, repleta de cuestas y escaleras que ayudan a ascender por la abrupta roca, apenas hay turistas. Ni siquiera en las atracciones más visitadas: el Puente colgante de Windsor, que transita sobre un barranco de 50 metros de profundidad y ofrece unas espectaculares vistas a Algeciras, o el Skywalk, un imponente mirador de paneles de vidrio suspendidos en una plataforma antiaérea de la Segunda Guerra Mundial que corona la roca y que fue inaugurado por el actor Mark Hamill, Luke Skywalker, en 2018.

Allí sí hay monos, que desafían la altura con gracilidad y posan ante los escasos turistas con desparpajo. “A veces los llanitos nos olvidamos de la suerte que tenemos de que los monos estén en Gibraltar —apunta Stephen—; es el único sitio en Europa donde viven macacos en libertad”.

Y, sobre la superstición que llevó a Churchill a repoblar el Peñón con monos durante la Segunda Guerra Mundial, advierte: “Estos macacos están muy fuertes”. Ríe. “Van a durar muchos años en Gibraltar”.

Hay en Gibraltar una leyenda que ha sobrevivido generaciones y que tiene a los monos del Peñón como protagonistas. “As long as they remain, so will the British”, dicen los llanitos. O en su traducción al español: "Mientras permanezcan, también lo harán los británicos". Tan enraizado está este dicho en la identidad gibraltareña que el primer ministro Winston Churchill, llevado por la superstición, mandó repoblar la Roca de macacos en plena ofensiva aliada contra el ejército alemán.

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