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Ha llegado el momento de crear una política común europea para Libia
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Ha llegado el momento de crear una política común europea para Libia

La guerra de Libia se está volviendo contra el general Khalifa Haftar. Italia debería aprovechar esta oportunidad para conducir a los países europeos a una política armonizada con Libia

Foto: Migrantes cruzando el desierto del Sahara en Libia. (Reuters)
Migrantes cruzando el desierto del Sahara en Libia. (Reuters)

Sin duda, Italia ha jugado un rol central en el destino de Libia desde la caída de Muammar Gaddafi. Los intereses del país en el destino de Libia son grandes comparados con cualquier otro país europeo, desde su dependencia a los hidrocaburos hasta la migración o el terrorismo. El nivel de éxito que vaya a tener Italia protegiendo sus intereses o salvaguardando la transición política de Libia parece menos claro.

Si el punto álgido de la influencia italiana fue la disolución de la formación de un Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA por sus siglas en inglés) en 2015 y ayudar a construirlo en 2016, La excesiva dependencia italiana de un nexo miliciano-GNA cada vez más disfuncional para proteger sus propias costas de la llegada de migrantes fue sin duda un punto más bajo. Hoy, Italia ha servido mal sus propios intereses al adherirse a una política de "equidistancia" entre el mariscal de campo Khalifa Haftar, quien gobierna gran parte del este de Libia, por un lado, y el GNA en el oeste. Sin embargo, las victorias del GNA sobre Haftar en los últimos meses significan que una transición política para Libia y el regreso de la diplomacia al país serían un salvavidas que Italia debe tomar si quiere volver a tener influencia.

Foto: Migrantes a bordo de la ONG Proactiva Open Arms en el Mediterráneo central (Reuters)

Este debería ser el momento de que Roma reconsidere su política hacia Libia, especialmente dado que las aventuras militares de Haftar han alcanzado su inevitable final ignominioso e Italia ha asumido la presidencia de las reuniones de altos funcionarios del Proceso de Berlín. El fracaso de Haftar también ha obligado a otros países clave como Francia a repensar su política hacia Libia, en el caso de París específicamente dejando de dar apoyo implícito a Haftar.

La única opción para Europa

Las complejidades del conflicto de aniquilación mutua en Libia se han exacerbado por los acuerdos marítimos recientes entre el GNA y Turquía. El resultado de estos acuerdos busca atar a Libia a otra crisis compleja, la del este del Mediterráneo, y necesitar una potencia más fuerte para resolverlo que solo Italia. Este contexto geopolítico cambiante también significa que Italia debe hacer uso de sus socios europeos dentro del proceso de Berlín y a través de una intervención en el marco de la Unión Europea. El Alto Representante de la UE, Josep Borrell, suele recalcar la importancia de Libia para una Comisión Europea “geopolítica”.

Italia debería aprovechar ahora la oportunidad que se presenta por la inminente presidencia alemana del Consejo europeo para construir un nuevo acercamiento que armonice las posiciones europeas respecto a Libia. Italia debería crear una plataforma desde la que, junto a sus aliados, pueda hacer cumplir el derecho internacional en el conflicto, negociar con todos los bandos y permitir una nueva conferencia de la ONU, que es el único mecanismo con el que se puede realmente conseguir que el país avance.

placeholder Josep Borrell, Alto Representante para la Unión Europea. (EFE)
Josep Borrell, Alto Representante para la Unión Europea. (EFE)

Ese nuevo acercamiento, además, rechazaría los esfuerzos de Rusia para asentarse en el conflicto prolongando la guerra e intentando rellenar el vacío que hay entre Turquía en un lado y Emiratos Árabes Unidos y Egipto en el otro. También aseguraría que una paz eventual refleja los intereses libios en vez de los intereses regionales y, por lo tanto, es más resiliente.

Todo junto, la presidencia alemana supone la confluencia de circunstancias perfectas para añadir dirección a las intenciones estabilizadoras del proceso de Berlín. Eso significa que hay una oportunidad para crear un alineamiento europeo sobre Libia por primera vez desde las conversaciones de Skhirat. Pero si Europa tiene alguna ilusión a la hora de reafirmarse en el proceso -del que está siendo cada vez más marginado- tendrá que prioritizar la cohesión. El fracaso de las iniciativas diplomáticas individuales de Francia, Italia y Alemania demuestran la futilidad del unilateralismo en una escena tan superpoblada como Libia. Un enfoque europeo claro y colectivo también podría capitalizar el reciente temor de Estados Unidos por el creciente papel de Rusia en la zona al proporcionar a Washington una plataforma para usar su considerable peso diplomático.

Foto: El portaaviones Charles de Gaulle en el Mediterráneo. (Reuters)
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Para aprovechar esta oportunidad y acabar con años de competición y división, Italia debería trabajar con Alemania para adelantar una política europea en Bruselas que se base en normas de la conferencia de Berlín -es decir, multilateralismo, desescalada y el reinicio de los procesos de la ONU en Libia-. Por ahora, eso signicaría una ayuda activa de la ONU para lograr un alto el fuego cada vez más estable. También significaría presionar a Haftar y a Aguileh Salah, quien parece ser ahora el partido más poderoso del este de Libia capaz de levantar el embargo de petróleo aplicado por Haftar en enero.

La reciente resolución del Consejo de Seguridad de la ONU apoyando la operación IRINI es un trampolín útil para impulsar la actividad europea. Los europeos deberían tratar de comunicar claramente que la operación tan solo es un primer paso y establecer una estrategia para utilizar IRINI con el objetivo de asegurar los compromisos de la Conferencia de Berlín. Las acusaciones de que la operación está sesgada contra Turquía o Rusia-UAE pueden ser resueltas al presionar a las autoridades libias para que otorguen a la misión derechos de sobrevuelo, permitiendo así un control completo de las fronteras de Libia para futuras violaciones del embargo de armas, esencialmente, armas pagadas por los EAU que lleguen por tierra a través de Egipto.

Aprovechar IRINI para mantener a Europa presente y activa en Libia como la potencia que está tratando públicamente de hacer cumplir las normas diplomáticas, y responsabilizando a los beligerantes de todo tipo, es la única forma de reinsertarse en la ecuación libia. Italia puede construir una coalición para centrarse en los grandes temas como la rendición de cuentas (incluyendo el cumplimiento del embargo de armas, investigaciones sobre violaciones de derechos humanos a gran escala o particularmente atroces y castigar a quienes buscan estropear el proceso de la ONU).

Italia puede presionar a los libios hacia un proceso de paz y poner en marcha las exportaciones de petróleo recurriendo al apoyo de otros estados miembros para obtener el poder de comprometerse con las potencias libias y regionales y ayudar en el proceso. Todas las piezas están ahí para una nueva política europea. Siendo Libia tan importante para Italia y habiendo invertido tanto en el país, lo único que tiene sentido es que el país transalpino lidere un nuevo acercamiento.

*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Arturo Varvelli y Tarek Megerisi y titulado 'Italy's chance in Libya'

Sin duda, Italia ha jugado un rol central en el destino de Libia desde la caída de Muammar Gaddafi. Los intereses del país en el destino de Libia son grandes comparados con cualquier otro país europeo, desde su dependencia a los hidrocaburos hasta la migración o el terrorismo. El nivel de éxito que vaya a tener Italia protegiendo sus intereses o salvaguardando la transición política de Libia parece menos claro.

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