Bruselas aplaude la mano dura de Grecia: “Es el escudo europeo” contra la inmigración

Primero fue el silencio y ahora es el respaldo. Los servicios legales de la Comisión Europea estudian si la decisión de Grecia de suspender las solicitudes de asilo durante un mes está en línea con las normas europeas y la Convención de Ginebra, pero mientras tanto su presidenta, Ursula von der Leyen, aplaude y anima las duras medidas del Gobierno heleno: “Agradezco a Grecia por convertirse en el escudo europeo en estos momentos”.

Lo ha hecho durante una comparecencia de prensa sin preguntas en la zona fronteriza entre Turquía y Grecia, donde la presidenta de la Comisión Europea, acompañada del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, del Parlamento Europeo, David Sassoli, así como por los primeros ministros de Grecia. Kyriakos Mitsotakis, y de Croacia, Andrej Plenkovic, que ostenta la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, han cerrado filas con Atenas.

ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados, ya ha criticado que las medidas adoptadas por el ejecutivo de Mitsotakis incumplen el derecho internacional y que tampoco entran en el alcance del artículo 78.3 invocado por el primer ministro heleno el domingo por la noche. Por el momento, la Comisión Europea no ha opinado al respecto, y los líderes de la UE han aplaudido las duras medidas griegas, con solo vagas peticiones por parte de Michel, que ha rogado que las acciones de las autoridades helenas contra los inmigrantes y refugiados sean “proporcionadas”.

Este miércoles se reunirán en Bruselas los ministros del Interior en un encuentro extraordinario destinado a abordar la situación en la frontera de Grecia y Bulgaria con Turquía, y el viernes los ministros de Exteriores mantendrán una sesión específica sobre la situación en el norte de Siria, un nuevo escenario en el que la UE no logra dar una respuesta coordinada y rápida. La sensación es de cierta parálisis y de que la situación puede descontrolarse en un momento muy malo para los europeos.

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Mientras tanto, y con Von der Leyen aplaudiendo las medidas adoptadas por las autoridades griegas, la Comisión Europea, que la presidenta bautizó como “la Comisión geopolítica”, es incapaz de avanzar en una dirección o en otra. En la rueda de prensa diaria celebrada en Bruselas los portavoces solo han podido confirmar que el Ejecutivo comunitario apoya a Grecia, pero no se han atrevido a opinar sobre la legalidad de la suspensión de las solicitudes de asilo, sobre si Ankara ha roto el acuerdo migratorio o sobre si las medidas de las autoridades helenas están siendo proporcionadas.

Un pulso turco

Turquía abrió el grifo de migrante y refugiados hacia Europa a finales de la semana pasada, cuando efectivos militares turcos fueron atacados por fuerzas del régimen sirio con apoyo ruso en el norte de Siria, provocando decenas de muertos, una escalada militar en la región y una situación insostenibles para los cientos de miles de desplazados que quedaban arrinconados en la zona. A raíz de una nueva oleada de refugiados sirios en territorio turco, Ankara procedió a liberar presión migratoria señalando la puerta europea a refugiados e inmigrantes.

El movimiento de Recept Tayyip Erdogan tiene dos objetivos: el primero es renegociar el acuerdo migratorio de 2016 que puso fin a la crisis de 2015, y el segundo es intentar empujar a Europa a respaldar a Ankara ante Moscú en sus intereses en el norte de Siria. Bruselas y las capitales confían en que la amenaza migratoria turca sea solo un farol que no cristalice. Están dispuestos a escuchar las necesidades de Erdogan, pero preferirían no hacerlo con un cuchillo en el cuello. La cuestión ahora es quién parpadea primero.

La mayoría de referencias que se han hecho a los refugiados e inmigrantes es que han sido utilizados por Turquía para sus intereses geoestratégicos. Y los mensajes en las últimas horas se centran en acusar a Ankara de violar el acuerdo de inmigración de 2016 e intentar sembrar la discordia entre socios europeos.

“Turquía está violando el acuerdo que tiene con la UE mandado a miles de personas en situación irregular a Grecia. Pero ha fracasado”, ha asegurado el primer ministro griego, utilizando también los términos “invasión ilegal” para referirse a la llegada de inmigrantes y refugiados, quienes, ha asegurado Mitsotakis, son “peones” en los propósitos del Gobierno turco.

“Si alguien piensa que puede dividirnos, se equivoca”, ha defendido por su parte Von der Leyen, que junto a Michel se ha encargado de agradecer una y otra vez el trabajo que están haciendo las autoridades griegas, y ha recordado que Frontex, la agencia europea para la gestión de las fronteras exteriores, ha puesto en marcha una misión de intervención rápida para poyar a los guardacostas y guardas fronterizos helenos. Además, Atenas tiene a su disposición 700 millones de asistencia financiera, 350 millones de manera inmediata para ayudar en la gestión migratoria.

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“Mantendremos firme la línea y la unidad prevalecerá. Actuaremos con la cabeza fría y según nuestros valores. Turquía no es enemigo y las personas no son medios para un fin", ha asegurado Von der Leyen.

Los líderes de la UE han llegado en una situación crítica, pidiendo que Turquía no intente “chantajear” a los socios europeos, haciendo un llamamiento a la unidad de los Veintisiete, asegurando, una y otra vez, que las fronteras griegas son fronteras europeas. El mensaje es rígido, sin profundidad y sin pegada sencillamente porque no hay nada que decir, no hay alternativas mejores por la incapacidad europea en materia migratoria.

Parálisis migratoria

En Bruselas no gustan las imágenes que se están viendo estos días en el Egeo, incluso si se entiende que Ankara está usando la situación para tratar de forzar a la UE a adoptar medidas que le beneficien. Pero la realidad es que tragan con la situación porque durante el último lustro los Veintisiete han sido incapaces de poner en marcha un sistema común para la gestión migratoria que funcione.

Sassoli ha aprovechado para hacer un llamamiento a poner en marcha la reforma del sistema común de asilo, y Mitsotakis ha criticado que se haya perdido el tiempo desde la crisis migratoria de 2015 y se haya sido incapaz de establecer un sistema común para la gestión de los flujos migratorios, señalando directamente a aquellos países, como Hungría o Polonia, que se oponen a mostrar solidaridad en materia de inmigración con los países que están en primera fila.

“La UE ha fracasado en encontrar una solución común para este problema, dejando solos a los países” de primera línea, ha explicado Mitsotakis, que también ha hecho referencia a otros Estados miembros como España, Italia y Malta. “Necesitamos ayuda, hay que reaccionar, nuestras fronteras no son negociables”, ha asegurado el griego. Además, para Atenas esto es mucho más que una crisis migratoria: las relaciones con Turquía estaban en un momento muy delicado, con Ankara siendo cada vez más intrusiva en el Egeo, incluso redibujando las fronteras marítimas, e intentando sacar músculo ante Grecia.