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Josep Borrell señala un "síndrome Greta" y sabotea la estrategia de Bruselas
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HA CUESTIONADO A LOS JÓVENES MANIFESTANTES

Josep Borrell señala un "síndrome Greta" y sabotea la estrategia de Bruselas

El jefe de la diplomacia europea restó importancia el pasado miércoles a las manifestaciones de los jóvenes a favor del clima, uno de los pilares políticos de la nueva Comisión Europea

Foto: Josep Borrell. (EFE)
Josep Borrell. (EFE)

Si hay un diagnóstico en el que la inmensa mayoría coincide como uno de los principales problemas de la Unión Europea, ese es el de la desconexión con la gente joven. Sus líderes, siempre muy adultos y en algunas ocasiones anticuados, dificultan el proceso. Cuando los jóvenes de toda Europa comenzaron a manifestarse cada viernes en las ciudades de todo el continente, en Bruselas vieron la oportunidad de reconectar con ellos: convertir la agenda verde en una prioridad.

Literalmente se ha diseñado toda la agenda de la próxima legislatura en la base de un Pacto Verde para Europa, inversiones sostenibles, un cambio de mentalidad en las instituciones respecto al cambio climático. Y siempre haciendo referencia a que es una preocupación de los jóvenes europeos, del futuro del continente. La Comisión Europea está cuidando mucho sus mensajes al respecto.

Foto: Una joven sostiene el logo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. (EFE)

Pero este miércoles las cosas se torcieron. En el evento de presentación del libro del exministro de Exteriores y ahora eurodiputado José Manuel García Margallo, Josep Borrell, ahora Alto Representante de la UE para Exteriores y Política de Seguridad, resbaló. Y todo el mundo se dio cuenta de inmediato.

placeholder Manifestación de jóvenes por la protección del clima. (EFE)
Manifestación de jóvenes por la protección del clima. (EFE)

"Está bien salir a manifestarse hasta que te piden contribuir a pagarlo. Me gustaría saber si los jóvenes que salen a manifestarse en Berlín son conscientes de lo que valen esas medidas y si están dispuestos a rebajar su nivel de vida para subsidiar a los mineros polacos", aseguró, haciendo referencia a las manifestaciones como el "síndrome Greta".

"Me gustaría saber si los jóvenes que salen a manifestarse en Berlín son conscientes de lo que valen esas medidas"

No es que su diagnóstico no sea compartido por muchos otros en Bruselas, que creen que no hay una conciencia sobre las consecuencias y las exigencias que tendrá la transición ecológica, pero no era ni el momento ni la forma para decirlo. Y las chispas no tardaron en saltar.

La Comisión se desvincula

Este viernes la Comisión Europea se ha desmarcado oficialmente del discurso de Borrell. "Creo que el 'síndrome Greta' no ha sido definido todavía como una patología. No creemos que exista", ha asegurado durante la rueda de prensa diaria Eric Marmer, portavoz del Ejecutivo comunitario.

Bruselas ha explicado que su posición es "cristalina": "Apoyamos las aspiraciones de los jóvenes", ha zanjado Marmer, que ha señalado que la Comisión Europea conoce las reclamaciones de los más jóvenes y que el objetivo es trasladarlo a la realidad.

Foto: Fachada principal de la Real Academia de la Lengua Española. (Rae.es)

Lo cierto es que desde que Borrell llegó a la capital comunitaria se sabe que el catalán tiene algunos problemas con los mensajes en determinadas circunstancias. Sus formas, demasiado agresivas y secas, en ocasiones chocan con el lenguaje suave y diplomático que la Unión Europea necesita para mantener a todo el mundo subido al barco.

Para una UE en crisis de identidad tras la salida del Reino Unido el Pacto Verde y el compromiso con el medioambiente se ha convertido en el eje vertebrador de su mensaje exterior, no solo dentro de Europa, sino también en su discurso hacia el resto del mundo.

Si hay un diagnóstico en el que la inmensa mayoría coincide como uno de los principales problemas de la Unión Europea, ese es el de la desconexión con la gente joven. Sus líderes, siempre muy adultos y en algunas ocasiones anticuados, dificultan el proceso. Cuando los jóvenes de toda Europa comenzaron a manifestarse cada viernes en las ciudades de todo el continente, en Bruselas vieron la oportunidad de reconectar con ellos: convertir la agenda verde en una prioridad.

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