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Celebración y resaca en Reino Unido: los británicos ven vida después del Brexit
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"La guerra la hemos ganado nosostros"

Celebración y resaca en Reino Unido: los británicos ven vida después del Brexit

Un solo detalle empañó el ambiente festivo que se respiraba en la plaza: a las once de la noche, cuando Reino Unido dejaba oficialmente la UE, no sonaron las campanas del Big Ben

Foto: Fiesta en Londres por el Brexit. (Reuters)
Fiesta en Londres por el Brexit. (Reuters)

Y hubo Brexit. Por fin, 1.317 días después de que los ciudadanos británicos votaran en favor de abandonar la Unión Europea, el Reino Unido ha consumado su divorcio con Bruselas. Muy lejos queda ya aquel 23 de junio en el que David Cameron se jugó el futuro de su país en un referéndum cuyo resultado no ha traído más que dolores de cabeza a uno y otro lado del Canal de la Mancha, y que se ha dejado dos primeros ministros británicos por el camino. Al final, ha tenido que ser el excéntrico Boris Johnson el encargado de ponerle punto final a una historia cuya recta final ha sido de infarto.

A pesar de la gravedad que supone que el nacionalismo haya arrastrado por primera vez a un país a abandonar la UE, no faltaron quienes quisieron festejar el día de ayer por todo lo alto. Con especial entusiasmo lo hizo Nigel Farage, el líder del Partido del Brexit. Después de pasar los últimos veinte años haciendo ruido desde el Parlamento Europeo para que llegara este día, Farage congregó anoche a sus seguidores en la plaza del parlamento de Londres para celebrar la entrada del país en una nueva era.

Al evento acudieron miles de personas, muchas de las que fueron llegando a lo largo de la tarde en grupos organizados a través de las redes sociales y que tiraron de creatividad para aportar su granito de arena a la celebración. Hubo quienes cocinaron tartas para repartir entre los asistentes, un grupo de fotógrafos aficionados que quisieron inmortalizar el momento, e incluso una congregación de "moteros por el Brexit", que estuvieron circulando por la ciudad durante la tarde hasta que dieron comienzo las celebraciones.

placeholder Nigel Farage, del Partido del Brexit, durante su discurso. (Reuters)
Nigel Farage, del Partido del Brexit, durante su discurso. (Reuters)

''Lo que siento es alivio. Han sido tres años de incertidumbre que no nos merecíamos'', comentaba Rohan, un joven de Portsmouth que se acercó a celebrar que ''por fin podremos hacer a los políticos responsables de sus decisiones y evitar que le echen la culpa a la Unión Europea cuando no cumplen sus promesas''. James, otro de los asistentes, también aseguraba estar ''muy feliz'', aunque reconoció que el Brexit llega tres años tarde, y que ''la UE debería haber respetado el resultado del referéndum desde el primer día, y no tenernos como rehenes todo este tiempo''.

En la plaza, que estaba plagada de banderas del Reino Unido, no faltó el entretenimiento. A las nueve de la noche se proyectó un video que recogía varios momentos emblemáticos de la relación entre el Reino Unido y la Unión Europea. Los asistentes vitorearon con ganas las imágenes de Johnson, Farage, y, en especial, Margaret Thatcher, mientras que se arrancaron en abucheos cada vez que salían Tony Blair o Theresa May en la proyección. Hubo también actuaciones, con el cómico Dominic Frisby como plato principal.

A las nueve de la noche se proyectó un video que recogía varios momentos emblemáticos de la relación entre el Reino Unido y la Unión Europea

Pero el punto álgido llegó cuando, a las once menos cuarto, el propio Farage en persona salió a escena. Haciendo gala a su reputación como showman, tomó el micrófono para calentar el ambiente y celebrar que por fin su proyecto se había hecho realidad. "Este es el momento más importante de la historia moderna de nuestro país. ¡Lo hicimos!", dijo Farage entre los vítores de la gente. "La guerra ha terminado, y la hemos ganado nosotros'', añadió. Eso sí, después rebajó la retórica belicista al asegurar que ''por supuesto seguiremos cooperando con ellos (en referencia a los países de la Unión) pero ya no tendremos que obedecer sus órdenes". Antes que él, también tomaron la palabra otros miembros del Partido del Brexit, como Ann Widdecombe o Richard Tice, que aseguró que el auténtico ganador de la noche era la democracia.

Un solo detalle empañó el ambiente festivo que se respiraba en la plaza: a las once de la noche, cuando el Reino Unido dejaba de formar parte oficialmente de la UE, no sonaron las campanas del Big Ben. El icónico reloj, situado a orillas de plaza del parlamento, lleva en obras desde 2017, y no fue posible ponerlo a punto para la noche del viernes. Aunque ganas no faltaron: a las presiones de varios políticos conservadores —el mismo Farage había asegurado que, si no había campanadas en un momento tan histórico, el país quedaría en ridículo— se sumó una campaña de micromecenazgo lanzada por el diputado tory Marc Francois, que llegó a recaudar más de 227.000 libras en apenas dos semanas para costear una reparación in extremis.

Foto: La bandera de la UE frente al Big Ben. (EFE)

"Me parece bastante desafortunado que, con la cantidad de problemas que se merecen nuestra atención, la gente haya decidido dar su dinero para arreglar un reloj", comentaba Emma, una estudiante del King’s College de Londres. En cualquier caso, al final los esfuerzos fueron en vano y los organizadores de la fiesta tuvieron que limitarse a imitar el sonido de las campanas con un sistema de altavoces.

Boris Johnson, por su parte, quiso compensar por el fiasco del Big Ben proyectando un reloj gigantesco en Downing Street con una cuenta atrás que pudo seguirse por internet. También estuvieron iluminados varios edificios del gobierno durante la tarde, y se pusieron en circulación tres millones de monedas conmemorativas del Brexit, con un valor de cincuenta peniques cada una, y que contienen la inscripción ''Paz, prosperidad y amistad con todas las naciones''.

placeholder Británicos celebran la salida de la UE. (Reuters)
Británicos celebran la salida de la UE. (Reuters)

Tras hacérsele entrega de una de esas monedas, el primer ministro se dirigió a los ciudadanos británicos. Lo hizo a las diez de la noche, en un discurso grabado que se pudo sintonizar en todas las televisiones del país y en el que llamó a aprovechar este nuevo capítulo en la historia para "liberar el enorme potencial del pueblo británico" y a '"iniciar una nueva etapa de cooperación amistosa con la UE".

Y es que, por mucho que los partidarios del Brexit celebrasen ayer, el periodo que arranca hoy será tanto o más complicado que los últimos tres años. Por lo pronto, Londres tiene hasta el 31 de diciembre para cerrar un nuevo acuerdo comercial con Bruselas. Once meses en los que el Reino Unido seguirá formando parte de la unión aduanera y el mercado único, pero tras los cuales puede pasar cualquier cosa. No en vano, si las dos partes no llegan a un acuerdo, el país se dirigirá hacia el tan temido "Brexit duro". Ello supondría que el comercio entre los bloques quedase regulado por las normas de la Organización Mundial de Comercio, con la consecuente imposición de aranceles que ello implicaría. Además, esa situación supondría un final repentino a la libertad de movimiento de los ciudadanos comunitarios, y dejaría en el aire asuntos tan importantes como la cooperación en materia de seguridad e inteligencia.

Foto: Detractores del Brexit se manifiestan a las puertas del Parlamento británico. (Reuters)

En esta línea, el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, ya advirtió en diciembre que la UE afronta este proceso con preocupación dado que el plazo es muy corto. En el Reino Unido muchos comparten su postura. Emma, por ejemplo, se mostraba escéptica con respecto a las capacidades de ambas partes para conseguir un buen acuerdo antes de que acabe el año: "Si ha costado tres años aprobar el acuerdo de salida, que es un marco general, imagina lo que tardarán en ponerse de acuerdo en los asuntos más específicos".

Pero Johnson se ha negado en banda a aceptar una prórroga. Desde el gobierno son optimistas y confían en cerrar un acuerdo a tiempo. Para que eso ocurra, lo ideal será que Londres pase pronto la resaca de las celebraciones, Bruselas deje atrás el luto, y las dos partes se sienten con la cabeza bien fría a negociar los siguientes pasos. Al fin y al cabo hay vida después del Brexit, y las dos partes deben hacer lo posible por que sea lo más cómoda para sus ciudadanos.

Y hubo Brexit. Por fin, 1.317 días después de que los ciudadanos británicos votaran en favor de abandonar la Unión Europea, el Reino Unido ha consumado su divorcio con Bruselas. Muy lejos queda ya aquel 23 de junio en el que David Cameron se jugó el futuro de su país en un referéndum cuyo resultado no ha traído más que dolores de cabeza a uno y otro lado del Canal de la Mancha, y que se ha dejado dos primeros ministros británicos por el camino. Al final, ha tenido que ser el excéntrico Boris Johnson el encargado de ponerle punto final a una historia cuya recta final ha sido de infarto.

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