Borrell y el independentismo ya chocan en la UE: lo que puede aprender de Cañete
Borrell ya sabe que mirarán con lupa cada palabra que diga sobre Cataluña. A España le interesa más el trabajo que pueda hacer de "fontanería" que las grandes declaraciones
Cuando Josep Borrell cambió su puesto de ministro de Asuntos Exteriores por uno de los principales cargos de la Unión Europea, el de Alto Representante de la UE para Exteriores y Política de Seguridad, con rango de vicepresidente de la Comisión Europea, muchos temieron dos cosas: la primera, que el político catalán estuviera demasiado mayor para un ritmo de muchos viajes, y la segunda, que Borrell tiende a no morderse la lengua.
Nada que en Bruselas no supieran ya. A la Comisión Europea nunca le gusta lidiar con los problemas relacionados con el ‘procés’, pero en sus primeros días en el cargo, Borrell ya está dando algún dolor de cabeza en los despachos del Ejecutivo comunitario tras chocar con el tema catalán.
El pasado lunes 16 de diciembre en Madrid, Borrell entraba a valorar la situación de las euroordenes contra Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat, y contra dos de los exconsellers huidos, Toni Comín y Lluís Puig. Ese mismo día el juez belga que tramita la orden de arresto y entrega contra los líderes independentistas volvía a retrasar su decisión hasta el 3 de febrero.
“Si las autoridades judiciales de Flandes aún no han tenido a bien hacer caso a la orden europea de una conocida etarra a la que se reclaman delitos de sangre (en referencia a Natividad Jáuregui) y sigue en Bélgica tranquilamente porque los jueces no lo han considerado oportuno que sea juzgada en España, no nos debe extrañar que ocurran otras cosas”, aseguró el exministro.
Puigdemont contraataca
La reacción de Puigdemont y su defensa fue inmediata. Pusieron las declaraciones de Borrell en conocimiento del juez que tiene que decidir sobre su euroorden para “que se tenga en consideración a efectos de la presunción de inocencia y de la falta absoluta de garantías” que tendrían “en caso de ser entregados a una justicia más dócil a los deseos del señor Borrell”, señalaba el expresidente de la Generalitat en un comunicado hecho público poco después.
Además, los líderes independentistas presentaron una queja ante la Comisión Europea, y por su parte la eurodiputada de ERC, Diana Riba, ha enviado una pregunta escrita al Ejecutivo comunitario preguntando por la opinión de la presidenta de la institución, Ursula von der Leyen, sobre las declaraciones de Borrell.
Por su parte, la Comisión Europea quiere evitar meterse en líos entre tanto fuego cruzado y se ha limitado a expresar que las euroordenes son “un asunto de las autoridades belgas” y que el Ejecutivo comunitario respeta “su independencia”. “La euroorden es un procedimiento puramente judicial en el que la Comisión Europea no juega ningún papel”.
“No comentamos en casos individuales”, ha señalado un portavoz del Ejecutivo comunitario, quien ha explicado que Borrell simplemente “ha expresado su opinión” pero que “la posición de la Comisión Europea es conocida”. El portavoz también ha evitado explicar si Von der Leyen ha hablado con el catalán sobre el asunto, y se ha limitado a señalar que todos los comisarios estuvieron el martes en Estrasburgo y que seguramente se trataron muchos asuntos de interés, pero que “no hay nada más” que puedan confirmar “sobre ninguna discusión bilateral”.
Este miércoles, Borrell ha corregido sus declaraciones del pasado lunes, asegurando que no ha cuestionado "para nada" la independencia judicial belga. “Tienen mi respeto y cualquiera que sean las resoluciones que dicten habrá que aceptarlas y abstenerse de comentarlas, desde luego, desde mi función de vicepresidente de la Comisión”, ha asegurado.
Trabajo en la fontanería
Miguel Arias Cañete, comisario de Energía y Acción Climática entre 2014 y 2019, no se prodigaba mucho por los medios de comunicación, ni tampoco acostumbraba a hacer demasiadas declaraciones. Sin embargo, fue una pieza importante en los días más duros del ‘procés’ en 2017 para contrarrestar el intento independentista de internacionalizar su causa.
Los estilos de Borrell y Cañete en este tema son muy diferentes, pero quizás el político catalán puede tomar un par de ideas del antiguo comisario. Es mejor hacer trabajo de fontanería entre colegas y pares en los pasillos de la Comisión Europea y del Consejo -explicando a fondo la situación, desmintiendo ciertos mitos y evitando confusiones-, antes que realizar discursos o mensajes públicos que no suelen ser demasiado efectivos.
Cuando Borrell fue elegido Alto Representante muchos celebraron que eso anclaría el alineamiento de posiciones entre Bruselas y España en el tema catalán. Una voz fuerte y contundente, además de catalana, que defendería el sistema constitucional frente al independentismo y su campaña de internacionalización.
Pero la realidad es que el cargo de Alto Representante es uno de los más delicados para esta labor. Los ministros de Exteriores se entretienen periódicamente sacándole los colores a su “superior” en la escala europea, se molestan con cualquier comentario que pueda hacer saliéndose de la senda marcada en el Consejo de Asuntos Exteriores y tienden a mirar con malos ojos que siga un rol autónomo.
Combustible para el 'procés'
Posiblemente ningún ministro de Exteriores se queje de las declaraciones de Borrell. Pero su visibilidad, el alto cargo que ostenta y su rol como vicepresidente de la Comisión Europea le ponen en la mirilla del independentismo, que está encantado con cada palabra del nuevo Alto Representante, que le sirve de combustible para redoblar los esfuerzos de su internacionalización del ‘procés’.
En sus primeros días en el cargo Borrell ha recibido más palmadas en la espalda que críticas. Es un político con conocimiento y capacidades para ser un buen Alto Representante, por mucho que tenga ciertos hándicap. Pero si quiere evitar problemas en el largo plazo debe intentar no desgastarse públicamente con el tema catalán, que, además, no forma parte de sus competencias como jefe de la diplomacia europea.
Si Borrell se deja parte de su capital político europeo en pelear públicamente con el independentismo dinamitará su principal ventaja a la hora de la verdad: explicar a sus colegas en la Comisión Europea y en el Consejo de la UE la realidad del problema catalán, defender el rol de España y de la Constitución entre sus colegas. Si se quema en el debate público su credibilidad a la hora de hacer el trabajo de fontanería se verá dañado, y el trabajo de Cañete demuestra que muchas veces eso puede ser la clave.
Cuando Josep Borrell cambió su puesto de ministro de Asuntos Exteriores por uno de los principales cargos de la Unión Europea, el de Alto Representante de la UE para Exteriores y Política de Seguridad, con rango de vicepresidente de la Comisión Europea, muchos temieron dos cosas: la primera, que el político catalán estuviera demasiado mayor para un ritmo de muchos viajes, y la segunda, que Borrell tiende a no morderse la lengua.
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