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A Matteo Salvini se le rebelan las sardinas: "La otra Italia se ha despertado"
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UN MOVIMIENTO CÍVICO CONTRA LA LIGA

A Matteo Salvini se le rebelan las sardinas: "La otra Italia se ha despertado"

El movimiento de las sardinas, que nació espontáneamente y no quiere ser vinculado a partido alguno, está sacudiendo a Italia de norte a sur con el desafío de plantar cara Matteo Salvini

Foto: Una manifestante a favor del movimiento de las sardinas. (Reuters)
Una manifestante a favor del movimiento de las sardinas. (Reuters)

Matteo Salvini sonreía de buen grado el 27 de octubre, tras las elecciones en la pequeña región de Umbria. Pese a la alta abstención, el líder de la Liga se repartía entre mitines y saludaba a la prensa, feliz por el triunfo electoral. “Esta paliza no la olvidarán en treinta años”, decía por aquellas fechas el jefe de la ultranacionalista Liga. “Ahora les quitaremos todo, les quitaremos Emilia Romaña (feudo histórico de la izquierda, en la que se celebran elecciones regionales en enero)”, aseveraba. Pero el 14 de noviembre algo se torció.

A las ocho y media de la noche, a la altura de la basílica de San Petronio de Bolonia, la capital emiliana, mientras Salvini participaba en un acto en la ciudad, miles de jóvenes que se habían convocado a través de Facebook permanecían de pie, juntos y apretados, con carteles en las manos. Había nacido el movimiento de las ‘sardinas’, con un único objetivo: ensordecer a la ultraderecha.

Foto: Persona disfrada de soldado romano. (Reuters)

El efecto embriagador de la protesta no tardó en repetirse. Tras Bolonia, a lo largo de estas semanas, ha habido concentraciones en Módena, Rimini, Florencia, Ferrara, Perugia, Parma, Benevento, Sorrento, Taranto, Padova, Palermo, Génova, Nápoles y Milán. En esta última ciudad también participó Roberto Saviano junto a otras 25.000 ‘sardinas’ que no se dejaron desanimar por la intensa lluvia; en Turín, los organizadores dijeron haber superado las 40.000 personas y se leyó un mensaje enviado por la senadora vitalicia Liliana Segre, una sobreviviente del Holocausto que a los 13 años fue deportada a Auschwitz y hoy tiene 89 años. “Las sardinas son las nuevas centinelas de la memoria”, dijo Segre, quien recientemente tuvo que ser puesta bajo escolta tras recibir decenas de amenazas e insultos racistas.

Así este movimiento, que nació espontáneamente y no quiere ser vinculado a partido alguno (“¡fuera las banderas!”, gritaba uno de los líderes de la protesta en Florencia), está sacudiendo a Italia de norte a sur con el desafío de plantar cara a esa adaptación italiana del America first de Donald Trump.

Su portavoz es el boloñés Mattia Santori, un investigador universitario de 32 años que, para ganarse la vida, tiene hasta cuatro empleos. Santori, que también es uno de los fundadores, lo ha explicado sin tapujos: la idea es precisamente movilizar al país que no se reconoce en Salvini. “Esa Italia que no se reconoce en el populismo de derecha, que no quiere que los inmigrantes sean discriminados y por demasiado tiempo se ha quedado callada”, ha repetido Santori. “Era necesario enviar una señal, salir de nuevo a la calle, y ahora esto ha ocurrido”, ha añadido.

"Esa Italia que no se reconoce en el populismo de derecha, que no quiere que los inmigrantes sean discriminados y se ha quedado callada”

Él y tres amigos (Roberto Morotti, Giulia Trappoloni y Andrea Garreffa) se han puesto manos a la obra, a través de iniciativas algo burlonas. De ahí la referencia a esos peces, las sardinas, que siempre van juntas y apretujadas. “Bolonia no se liga”, “Módena no se liga”. El resto de ciudades tenían eslóganes parecidos.

10.000 en una noche

Stephen Ogongo es un periodista nacido en Kenia que tiene 45 años y lleva un cuarto de siglo viviendo en Italia. Estudió Ciencias de la Comunicación gracias a los jesuitas, ejerció de profesor de Periodismo y también ha estado a cargo de diversos diarios que se dirigen a la comunidad de inmigrantes que viven en Italia.

—¿Cómo se convirtió en una sardina?

—Una noche decidí intentarlo. Abrí una página en Facebook y me fui a dormir. A la mañana siguiente, había 10.000 solicitudes. Así entendí que había muchas personas con la necesidad de hacer oír su voz. La otra Italia se había despertado.

Foto: Matteo Renzi (Reuters)

Hoy, mientras escribimos este reportaje, el número de inscritos romanos supera los 130.000 y, para el próximo 14 de diciembre, el grupo ha organizado la primera manifestación masiva en la capital italiana. Detrás también están personas como Sara Nazzari y Yuri Antonozzi, dos jóvenes de 31 y 33 años que aseguran nunca haber estado vinculados a la política profesional y que son parte de un ‘núcleo duro’ de 60 personas que se han volcado activamente en la organización del gran acto de Roma. “Es un poco una locura, esto. ¿Quién se lo podía imaginar hasta hace 10 días?”, añaden.

“No seguimos a ningún partido, ni nadie nos guía. Yo personalmente no me reconozco en los valores de la derecha, pero no sé si diría que soy de izquierdas”, afirma Antonozzi, quien trabaja como empleado en una fundación que otorga becas a universitarios. “El nuestro es un toque de atención a la política que había dejado un gran vacío. El racismo no puede normalizarse”, coincide Nazzari.

No todos, sin embargo, son jóvenes, aseguran. “También nos escriben muchos ancianos, que no pueden manifestarse en la calle, pero que nos apoyan”, cuenta Ogongo. "A todos nos une el deseo de vivir en un país donde todos sean respetados y nadie sea excluido, porque este país es un país multicultural. Esta es la vida real”, agrega. “La época de la política del odio ha llegado a su fin”, añade, confiado.

Desorientados

En un principio, las sardinas han sido tratadas como una broma en Italia. Sin embargo, tras un par de semanas, su popularidad ha revelado cierta confusión en la clase política.

El propio Salvini ha enviado señales ambiguas. Primero los insultó sin más, evidenciando la inesperada molestia. “Son los imbéciles de los centros sociales, los nuevos ‘squadristi’”, dijo. Pero luego cambió de estrategia y activó su experimentada máquina de comunicación. Con ironía, tuiteó en las redes un fotomontaje de un gato comiéndose una sardina y, en el fondo, los colores azul y amarillo del logotipo de la Liga. Y, después, en un plató de televisión, repitió una y otra vez que el grupo estaba vinculado al Partido Democrático (PD).

A partir de ahí, las teorías del complot (Soros incluido) se multiplicaron en las redes sociales y en los blogs cercanos a la galaxia de la Liga. Aunque tampoco desde el PD enviaron señales inequívocas. “¿Qué objetivo tienen? ¿Qué es lo que quieren conseguir?”, ha sido la pregunta entre dientes que más se ha oído lejos de los micrófonos. Sin embargo, ni las perplejidades ni las críticas de momento han resquebrajado la popularidad de las sardinas.

Foto: Manifestantes sujetan una pancarta en la que se puede leer "revoltons-nous",(lit. vamos a rebelarnos). (EFE)

Matteo Flora, experto en marketing político y autor de un reciente estudio titulado 'Cómo se crea la opinión pública', cree que una explicación está en la atracción que generan los grupos que colocan la identidad en el centro de su discurso. “Salvini es eso y las sardinas lo son. Y tienen éxito. Aunque estén en las antípodas, son reformulaciones modernas de agrupaciones con una estética común, una identidad común y enemigos bien definidos”, dice Flora. “¿Qué hay de identitario en el PD?”, cuestiona. Otro ejemplo en la misma línea es el de los partidos ‘antiestablishment’, como el Movimiento 5 Estrellas. “La casta, por ejemplo, es el enemigo perfecto. Pero, claro, si haces política, un día estás fuera de la casta, y otro, dentro. Otra cosa es compartir una identidad”.

La gran incógnita es qué alcance tendrán las sardinas y si, por ejemplo, influirán en el voto en Emilia Romaña, considerado importante por la histórica índole ‘roja’ de esta región italiana.

Vox, Berlusconi y otros movimientos similares

Muchos intelectuales, en particular los que han estado vinculados a movimientos similares en el pasado, han festejado la entrada en la escena pública de las sardinas y se auguran que sigan cosechando éxito. “¡Es como si ahora en España surgiese un movimiento ciudadano en contra de Vox! Es algo enorme”, exclama Francesco "Pacho” Pardi, un profesor universitario que en el lejano 2002 fue uno de los promotores de los Girotondi, entonces surgido para protestar contra el controvertido Silvio Berlusconi.

No obstante, todavía es pronto para hacer balances. “Está claro, si lo hacen bien, las sardinas podrán influir en la agenda política. Nosotros en su momento lo logramos. Logramos que se prohibiera (a través de referéndum) la energía nuclear y la privatización del agua en Italia”, dice Pardi. Otros, sin embargo, son más escépticos y han comparado el grupo al M5S en los inicios, aunque en este caso había detrás un cómico muy conocido como Beppe Grillo.

Matteo Salvini sonreía de buen grado el 27 de octubre, tras las elecciones en la pequeña región de Umbria. Pese a la alta abstención, el líder de la Liga se repartía entre mitines y saludaba a la prensa, feliz por el triunfo electoral. “Esta paliza no la olvidarán en treinta años”, decía por aquellas fechas el jefe de la ultranacionalista Liga. “Ahora les quitaremos todo, les quitaremos Emilia Romaña (feudo histórico de la izquierda, en la que se celebran elecciones regionales en enero)”, aseveraba. Pero el 14 de noviembre algo se torció.

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