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Portugal pide más 'geringonça': el pacto histórico de la izquierda lusa
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La abstención ha marcado un nuevo récord

Portugal pide más 'geringonça': el pacto histórico de la izquierda lusa

Los socialistas han conseguido fortalecerse tras los comicios, en los que hay que destacar la alta abstención y la entrada de la ultraderecha en el Parlamento por primera vez en democracia

Foto: António Costa, primer ministro en funciones y líder del Partido Socialista, celebra su victoria en las elecciones. (Reuters)
António Costa, primer ministro en funciones y líder del Partido Socialista, celebra su victoria en las elecciones. (Reuters)

Los portugueses han decidido que quieren más 'geringonça'. El pacto histórico de la izquierda lusa, que hace cuatro años se puso de acuerdo por primera vez en democracia para apoyar que los socialistas gobernasen en minoría se ha revalidado en las elecciones de este domingo, con la victoria con amplio margen de António Costa, primer ministro y flamante ganador. Este es, al menos, el primer mensaje de los comicios, que dejan otras claves que cambiarán la política portuguesa para siempre.

Foto: Imagen de archivo de una boda en la catedral de San Antonio, en Lisboa, Portugal. (EFE)

La más llamativa es la entrada por primera vez en democracia de la ultraderecha al Parlamento, donde ocuparán un escaño en medio de una formidable crisis de los dos partidos de la derecha tradicional, que hasta han anunciado dimisiones, sin esperar a que pase la resaca electoral. La abstención alcanza nuevo récord, con el 45,5%, y Portugal deja de ser una de las últimas excepciones en lo que a ultraderecha se refiere, y abre además la puerta a una diversidad nunca vista en el hemiciclo con tres partidos nuevos. Sería un error pensar que solo porque hayan ganado los socialistas, como estaba cantado, las cosas no van a cambiar demasiado.

placeholder Andre Ventura (c), líder del partido ultraderechista Chega. (EFE)
Andre Ventura (c), líder del partido ultraderechista Chega. (EFE)

Costa o el fracaso de la estrategia

Dice que no lo pidió explícitamente, y es cierto, pero fue un mantra soterrado de campaña. Costa quería la mayoría absoluta, y no escatimó en recursos para advertir de los presuntos desastres que tendría repetir un gobierno que tuviera que depender de pactos. Primero empezaron las referencias a que era mejor “una buena amistad antes que un mal matrimonio” con los socios de izquierda, el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Portugués, que le respaldan desde hace cuatro años en el Parlamento, donde les han aprobado todos los Presupuestos; después endureció el tono y empezó a agitar el miedo a que Portugal acabase con un "bloqueo a la española". El temor del primer ministro era que alguno de los socios –especialmente el Bloco– mejorara resultados y exigiera un Gobierno de coalición, algo a lo que Costa se negaba. Ésta iba a ser su primera victoria en unas legislativas, ya que en 2015 quedó segundo y formó gobierno gracias al pacto de izquierda, que sumó mayoría, y quería hacerlo por la puerta grande.

Costa tenía sondeos que le prometían más diputados –los más optimistas decían que solo le faltarían dos– pero en las últimas horas se desinfló

Pero sus argumentos han caído en saco roto. Los ciudadanos le han permitido subir veinte escaños, hasta los 106, lo que le deja a 10 asientos de la mayoría absoluta. Costa tenía sondeos que le prometían más diputados –los más optimistas decían que solo le faltarían dos– pero en las últimas horas se ha desinflado. Es imposible saber hasta qué punto ha jugado en su contra la campaña de los rivales o su propio carácter, que le jugó una malísima pasada el viernes, último día de campaña, cuando se enfrentó a un anciano que le acusó estar de vacaciones cuando murieron en 2017 más de 60 personas en el incendio de Pedrógão Grande. El señalamiento, falso, hizo que Costa perdiese los papeles y se encarase con el anciano, hasta que sus propios escoltas se lo llevaron para evitar que la cosa fuera a mayores. Las imágenes abrieron todos los informativos de ese día.

Así pues, este domingo, cuando supo que no tendría eso que tanto ansió, salió a reconocer lo evidente. "A los portugueses les ha gustado la 'geringonça' y desean la continuidad de la solución política, ahora con un PS más fuerte”, sostuvo, en un tono que no parecía ser el de un hombre que gana por primera vez las elecciones legislativas.

Sus socios, entre la alegría y el traspiés

A quienes apoyaron a Costa les ha ido de forma dispareja. El Bloco se mantiene en 19 diputados, en tanto que los comunistas y verdes, que forman la CDU, tropiezan y pierden cinco escaños. Ambos tienden la mano de nuevo a Costa, aunque prometen ser más exigentes y ofrecen incluso pactos que se revisen actualmente. Tienen mirando de reojo al animalista PAN, que cumple los pronósticos y se confirma como la revelación de estos comicios al pasar de uno a cuatro diputados. No bastan al primer ministro para garantizar la mayoría, pero Costa ya se ha referido explícitamente a ellos en su discurso.

No les perderá de vista como socios preferentes.

La derecha mutante

La otra gran lección. La derecha ha dejado de ser lo que era, al menos la tradicional. Caída del segundo partido de Portugal, el PSD, de centroderecha, que pierde 12 diputados, hasta los 77 y obtiene su registro de votos más bajo desde 1983. Los democristianos del CDS-PP, el partido más a la derecha del arco parlamentario, se estrellan y pasan de 18 a 5 escaños.

Es una derrota histórica sin paliativos. La suma de ambos partidos, que gobernaron juntos entre 2011 y 2015 –en los años duros del rescate de la troika– suman ahora solo 82 diputados, registro nunca antes visto. La líder del CDS, Assunção Cristas, ni siquiera esperó a que acabasen de contar los votos para anunciar su dimisión y marcharse en silencio de una sede de partido congelada de incredulidad. Pero la sorpresa no acaba ahí.

placeholder La líder del CDS, Assunção Cristas. (EFE)
La líder del CDS, Assunção Cristas. (EFE)

La derecha sufre una metamorfosis al pasar de dos a cuatro partidos en el Parlamento: se suman ahora el ultraderechista Chega ('Basta', en portugués) e Iniciativa Liberal, un partido encuadrado en el ataque a Costa más que en el propio liberalismo clásico. Ambos consiguen un escaño cada uno, acabando así con la excepción portuguesa, esa inmunidad a la extrema derecha a la que han puesto fin más de 66.400 votos.

El izquierdista Livre es la última novedad, también con una diputada que hace historia: primera mujer negra cabeza de lista, que supo lograr una enorme popularidad en la campaña por el desparpajo con el que aborda su tartamudez.

"Yo tartamudeo cuando hablo, no tartamudeo cuando pienso. Lo que es un riesgo enorme en el Parlamento son los individuos que están allí y tartamudean cuando piensan", sostuvo en un popular programa de humor, una respuesta que se hizo viral y que da idea de cuánto van a cambiar los debates en Portugal.

Los portugueses han decidido que quieren más 'geringonça'. El pacto histórico de la izquierda lusa, que hace cuatro años se puso de acuerdo por primera vez en democracia para apoyar que los socialistas gobernasen en minoría se ha revalidado en las elecciones de este domingo, con la victoria con amplio margen de António Costa, primer ministro y flamante ganador. Este es, al menos, el primer mensaje de los comicios, que dejan otras claves que cambiarán la política portuguesa para siempre.

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