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París bien vale una misa (pero no la pagues tú): cómo viajar barato a la ciudad de la luz
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TAN SOLO LA 47ª CIUDAD MÁS CARA DEL MUNDO

París bien vale una misa (pero no la pagues tú): cómo viajar barato a la ciudad de la luz

Lejos de las grandes avenidas, más allá de los restaurantes de lujo y pastelerías convertidas en productos de marketing, París ofrece un abanico de precios ciertamente más asequibles

Foto: La torre Eiffel de París. (EFE)
La torre Eiffel de París. (EFE)

Para convertirse en Enrique IV de Francia, Enrique de Borbón tuvo que abandonar su confesión protestante para convertirse al catolicismo. A él se le atribuye el tópico de "París bien vale una misa" que ahora utilizamos para conjugar la aparente contradicción entre renunciar a algo valioso para obtener algo que realmente deseamos. Pero si lo que deseas es visitar la ciudad de la luz, no tienes que arruinarte en el intento. Disfrutar de París con un presupuesto moderado es posible. Solo necesitas saber ciertas triquiñuelas.

Comencemos por lo básico. Es clave alejarse de la algarabía turística de los Campos Elíseos, la Ópera o las orillas del Sena para adentrarse en barrios menos transitados como Oberkampf, muy cerca de la céntrica plaza de la République, o en las zonas de Ménilmontant y Belleville, al noroeste de la capital. Raramente frecuentadas por los turistas, estas zonas están repletas de talleres de artistas, bares y restaurantes donde los planes “bueno, bonito y barato” son fáciles de encontrar.

Foto: Caroline Daur y Emili Sindlev. (Getty)

“Además de los precios asequibles, estos barrios ofrecen otra visión de París. Más allá de su imagen idílica, de los turistas y de los vendedores de recuerdos, están los mercadillos matinales, los cafés repletos de parroquianos, los panaderos que conocen el nombre de sus clientes… Tras varias visitas a París, uno empieza a apreciar la ciudad de otra manera”, recalca Elsa, profesora de educación primaria y turista asidua de la ciudad, quien apuesta ahora por alquilar un pequeño estudio en una callejuela del noroeste de la capital, en el distrito número 20.

“Aquí no me siento como una turista, ¡casi me siento parte del vecindario!”, afirma, satisfecha, sentada en una minúscula terraza donde el precio de la cerveza no supera los 4,0 euros.

Las trampas para turistas

Los turistas piensan que París es una de las ciudades más caras del mundo. Para corroborar tal afirmación basta con preguntar a cualquier viajero que haya desembolsado 6,5 euros por un café en el mítico Café de la Paix con vistas a la Ópera Garnier; 10 euros por una cerveza en el Café de Flore, en el lujoso barrio de Saint-Germain-des-Prés; o más de nueve euros por una copita de vino tinto en el turístico restaurante italiano Di Roma, en la avenida de los Campos Elíseos.

Sin embargo, la ciudad de la luz no es tan prohibitiva como podría parecer. De hecho, París ocupa el inesperado puesto 47 en el ranking de ciudades más caras del mundo para trabajadores desplazados o "expatriados", según la consultora Mercer, muy lejos del podio conformado por Hong Kong, Tokio o Singapur en este estudio que mide el coste del alojamiento, el transporte y los productos indispensables en la vida cotidiana.

¿Un estudio de 15 metros cuadrados por más de 700 euros mensuales? ¿Un simple expreso o un refresco por más de 6 euros? ¿Un crepe de Nutella por 8 euros? ¿Un diminuto macaron por 1,90 euros? Sí, estos precios son elevados, reales y habituales en la capital francesa. Pero lejos de las grandes avenidas, más allá de los restaurantes de lujo, de las panaderías y pastelerías convertidas en verdaderos productos de marketing Made in France, París ofrece un abanico de precios ciertamente más asequibles.

Todos los trucos, al descubierto

“Después de haber vivido en Boston, en San Francisco y ahora en Londres, te das cuenta de que París no es una ciudad tan cara", asegura Isabelle, parisina de nacimiento y abogada de profesión. "Por 1.200 euros puedes encontrar un apartamento en condiciones en París, sin tener que salir a las afueras de la ciudad. ¡En Londres o San Francisco es algo inimaginable!”.

Beber café, cerveza o agua barata en la capital francesa requiere renunciar a las terrazas y acomodarse en la barra de los tradicionales cafés parisinos, donde es posible encontrar un café expreso por 1,5 euros. Además, uno puede ahorrarse 6,0 euros en una botella de agua si se sabe el truco de las 'carafe d'eau': todos los establecimientos tienen la obligación por ley de ofrecer a sus clientes jarras de agua del grifo.

¿Y degustar la cocina tradicional francesa a un precio razonable en un auténtico bistró parisino? También es posible. Inaugurado en 1896, el Bouillon Chartier figura, desde hace años, en toda guía turística por múltiples y buenas razones: el precio de los entrantes no supera los 6,8 euros, los platos principales no sobrepasan los 13,5 euros. Y, para mayor deleite de los visitantes, el interior de esta mítica 'brasserie' es un auténtico viaje al pasado.

Foto: Rue Crémieux, una de las calles más populares del Distrito XII de París. (Reuters)

Al atravesar el número 7 de la Rue du Faubourg Montmartre, a pocos pasos de la estación de metro Grands Boulevards, olvídense de almorzar o cenar en una mesa individual, aquí compartirán mesa con desconocidos; el camarero, con pajarita negra y humor francés incluidos, anotará los platos en el mantel; la decoración de la Belle Époque -con espejos por doquier- le transportará a otra época mágica. El Bouillon Chartier es un mito de la capital y, a pesar de la aglomeración de turistas que se apilan cada día a sus puertas, los parisinos también son clientes habituales, prueba de la calidad de su cocina y la coherencia de sus precios.

Pero si el presupuesto es limitado, uno puede encontrar un menú de dos crepes -uno dulce y otro salado- y una bebida por el módico precio de 5,0 euros en pleno corazón del Barrio Latino. La crepería Genia, en el número 7 de la Rue de la Harpe, es una dirección ineludible en la lista de planes económicos.

“No es el lugar más lujoso del mundo… Pero poco importa, ahora iremos a la orilla del Sena y disfrutaremos de las vistas mientras almorzamos. ¡Qué más podemos pedir por 5,0 euros!”, bromea Roberto, estudiante madrileño de vacaciones en la capital francesa junto a sus compañeros de promoción, mientras espera su 'crêpe complet', una de las opciones más tradicionales compuesta de jamón york, queso y huevo.

“Conocimos esta crepería gracias al boca a boca. El recepcionista de nuestro hostal nos recomendó varios lugares que solo frecuentan los locales, ¡y esta es la tercera vez que venimos!”, apostilla antes de dirigir su ávida mirada al crepe recién hecho.

placeholder Las 'playas' de París. (Reuters)
Las 'playas' de París. (Reuters)

El mito de París como ciudad más cara

Según el estudio de Mercer, el precio medio de un café expreso en la capital francesa es de 3,0 euros, el litro de agua no superaría los 0,39 céntimos, el alquiler de un apartamento de dos habitaciones, entre 80 y 100 metros cuadrados, se traduciría en unos 2.600 euros mensuales. Cifras que distan de los 6,79 euros por un café en Hong Kong, de los 2,59 euros por un litro de agua en Pekín, o de los 7.900 euros que costaría un apartamento similar en la Región Administrativa Especial de Hong Kong.

Entonces, ¿por qué París es popularmente considerada como una de las ciudades más caras del mundo? Sin duda, la prensa ha apuntalado su fama: “París integra el trío de las ciudades más caras del mundo”, “Ayuda: ¡París se convierte en la ciudad más cara del mundo!”, “Coste de la vida: París, la ciudad más cara del mundo occidental junto a Hong Kong y Singapur”. Con estos titulares del pasado mes de marzo, la prensa francesa se hacía eco del estudio realizado por el equipo de investigación del semanario británico 'The Economist'. Dicha investigación, igualmente destinada a los empleados desplazados, compara el precio de 160 productos y servicios (transporte, alimentación, vestimenta, alojamiento, servicios personales y actividades recreativas), en 133 ciudades de 93 países diferentes.

Así, según la publicación británica, vivir en París sería un lujo al alcance de muy pocos afortunados. ¿Cómo se explica la exorbitante diferencia entre ambos rankings? “Construir un índice consiste en elegir los indicadores, en ponderarlos (…) Dos índices diferentes darán a menudo resultados distintos”, explicó el pasado mes de marzo, tras la publicación del ranking de 'The Economist', Patrick Duchen, director de estudios e investigaciones en Crédoc (Centro de Investigación para el Estudio y la Observación de Condiciones de Vida), a la antena de France Info.

Foto: París cambiará los jardines que rodean a la Torre Eiffel. (EFE)

“¿París, la ciudad ‘más cara’ del mundo? Por qué es un poco más complicado que eso...”, tituló, por su parte, el diario de la metrópoli francesa 'Le Parisien'. Rebatiendo la posición de la capital gala en el ranking del periódico británico, el cotidiano parisino recalcó que los precios tenidos en cuenta para realizar dicho índice corresponden a productos de gama superior, mientras que sectores como la educación o la sanidad, cuyos costes son especialmente bajos en París, no son considerados en el estudio.

Las críticas y puntualizaciones no solo planean sobre el ranking de 'The Economist', también la clasificación realizada por Mercer merece ciertas aclaraciones. Si bien parece indiscutible que el coste de la vida cotidiana en Hong Kong, Tokio o Singapur es comparativamente más elevado vis-à-vis del resto de grandes metrópolis internacionales, la posición de ciudades como París, Lyon o Milán -todas ellas descienden considerablemente en el ranking en comparación con 2018-, se explica “principalmente por una depreciación del euro y de la mayoría de las divisas europeas frente al dólar americano que es la moneda de referencia de la investigación”, especifica en la presentación del estudio Jean-Philippe Sarra, líder de Movilidad Internacional en Mercer France.

Sea como fuere, París aparece muy por detrás de Zúrich, New York, San Francisco o Londres, poniendo en entredicho la fama que pesa desde hace años sobre la capital francesa. Es posible vivir en la ciudad de la luz sin arruinarse y, por consiguiente, también es posible disfrutar de París sin un presupuesto colosal. ¿Requisito imprescindible? Una buena dosis de ingenio y ganas de recorrer todos sus barrios y callejuelas.

Para convertirse en Enrique IV de Francia, Enrique de Borbón tuvo que abandonar su confesión protestante para convertirse al catolicismo. A él se le atribuye el tópico de "París bien vale una misa" que ahora utilizamos para conjugar la aparente contradicción entre renunciar a algo valioso para obtener algo que realmente deseamos. Pero si lo que deseas es visitar la ciudad de la luz, no tienes que arruinarte en el intento. Disfrutar de París con un presupuesto moderado es posible. Solo necesitas saber ciertas triquiñuelas.

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