Liberales y socialistas se alían para arrebatar el poder a los conservadores en la UE
Los líderes de la Unión Europea se han reunido este martes en Bruselas para comenzar a discutir sobre el reparto de los principales cargos europeos. España apuesta fuerte
Cada cinco años, el poder en Bruselas se convierte en un elemento líquido, difícil de controlar. La reunión informal de jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Bruselas de este martes no ha sido una reunión cualquiera, sino una que se produce únicamente cada cinco años. Justo en este estrecho intervalo entre legislaturas donde el poder europeo se licúa y puede ser manejado, canalizado y negociado, antes de que se solidifique durante otro lustro esperando el siguiente deshielo.
En la UE solo hay tres modos de condensar poder y darle forma: ser Alemania, Francia o establecer una alianza. Y estar dispuesto a partirse la cara en las habitaciones del Consejo Europeo para, con algo de trabajo y mano izquierda, lograr influencia. Pero el diccionario de Bruselas deberá buscar una nueva definición para lo que conocíamos como gestión de poder. El recuento de las elecciones escenificó la muerte del bipartidismo europeo y esta reunión ha sido el entierro.
La ‘GroKo’ o gran coalición era la idea de que entre populares y socialistas controlan los hilos y definen las líneas de los mapas por los que navega el resto. Pero todo eso saltó por los aires el domingo 26 de mayo con las elecciones europeas. Un terremoto producido por el crecimiento de los Verdes, que quedaron segundos en Alemania y terceros en Francia cosechando 69 escaños, y de los liberales, que escalaron hasta los 113 asientos, ha movido todas las fichas del tablero de ajedrez en la Unión.
Pinza a los conservadores
En las últimas horas, liberales y socialistas han escenificado la pinza con la que pretenden acorralar al Partido Popular Europeo (PPE) y obligarlo a soltar el poder después de 15 años de dominio total de la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la Unión Europea. La cena entre Pedro Sánchez y el presidente francés, Emmanuel Macron, o el almuerzo este martes entre los líderes liberales de Países Bajos, Francia y Bélgica con los socialistas de España y Portugal resumen las nuevas recetas de poder que se cocinan en Bruselas.
La operación es delicada. Toca nombrar a toda la cúpula de la UE, cuyas tres presidencias han estado ocupadas durante el último lustro por populares. Y, como siempre, los principios nunca son sencillos. Los líderes se han encerrado este martes en el Consejo Europeo en una habitación en la que les han cortado la conexión móvil para evitar filtraciones al exterior.
Según fuentes diplomáticas, se trataba de una reunión para “tomar la temperatura”, saber quién aspira a qué, llegar a un acuerdo sobre los procedimientos, sobre cómo proceder al triple nombramiento.
Hay que controlar bien los tiempos. El objetivo original era lograr que el nombre del presidente de la Comisión Europea esté sobre la mesa del Consejo Europeo en la reunión de junio, aunque ya esta tarde fuentes diplomáticas dudaban de que se pudiera cumplir el objetivo. La canciller alemana, Angela Merkel, ha insistido en fijarse a los plazos, misma postura que sostienen fuentes diplomáticas españolas, y evitar que la Comisión Europea esté en funciones durante demasiado tiempo. Pero en los pasillos comunitarios ya se da por hecho que la actual Administración deberá prolongar su estancia, que originalmente finaliza el 1 de noviembre de 2019.
Ahora, Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, iniciará negociaciones con el Parlamento Europeo, especialmente con los líderes que cada familia política ha designado como una suerte de 'jefes negociadores': Pedro Sánchez y el portugués António Costa por los socialistas; el belga Charles Michel y el holandés Mark Rutte por los liberales, y el letón Arturs Krisjanis Karins y el croata Andrej Plenkovic por los populares.
No solo negociarán el nombre del próximo presidente de la Comisión Europea: también deben escoger al próximo jefe de la diplomacia europea, un puesto que España ambicionaba para Josep Borrell; el siguiente presidente del Consejo Europeo, y por último el sucesor de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE). Este nombramiento, más técnico y menos político, tardaría algo más en cerrarse, ya que hará falta que antes pase por las manos de los ministros de Finanzas de la Unión Europea en julio.
Tratando de firmar la paz
Es también el primer 'round' del combate de legitimidad entre el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo. Según los tratados europeos, los primeros deben tener en cuenta el resultado de las elecciones comunitarias a la hora de nombrar la cúpula de la UE y los segundos deben aprobarlo. Pero en 2014, la Eurocámara puso en marcha el sistema del ‘spitzenkandidaten’ o cabeza de lista, por el que, técnicamente, se niega a aceptar a ningún candidato que llegue desde el Consejo y que no haya participado en las elecciones europeas encabezando una familia política.
Los liberales se oponen frontalmente al ‘spitzenkandidaten’ y lo consideran ilegítimo después de que la bancada del PPE tumbara una propuesta surgida de París para la creación de listas paneuropeas. Por lo pronto, la reunión de este martes ha tratado de esquivar los vetos de unos y otros.
“Nadie, nadie está interesado en un conflicto institucional”, ha explicado Tusk ante la posibilidad del choque con la Eurocámara, aunque ha lanzado un dardo al hemiciclo: “Las obligaciones de los tratados son más importantes que las invenciones políticas”. Pero los líderes quieren buscar un terreno intermedio, evitar una colisión total con el Parlamento Europeo. “Nadie puede ser excluido. Ser un cabeza de lista no descalifica, sino que aumenta sus posibilidades”, ha señalado el polaco.
La voluntad de evitar un conflicto con la Eurocámara podría dar opciones a dos personas: Frans Timmermans, candidato de los socialistas, que ha vuelto a recibir este martes el apoyo cerrado del Gobierno de España, y la liberal danesa Margrethe Vestager, comisaria de Competencia y que ha participado de soslayo en el sistema del ‘spitzenkandidaten’.
La danesa también ha recibido un espaldarazo de Ska Keller, líder de los Verdes y cuyos votos podrían ser necesarios para la elección del líder del Ejecutivo comunitario. Keller ha explicado este martes que consideran que la danesa ha participado en el sistema del ‘spitzenkandidaten’, así fuera de manera soterrada, y por lo tanto no la vetarían.
El presidente galo, Emmanuel Macron —quien será clave para los nombramientos como líder del bloque de 113 escaños liberales en la Eurocámara—, ha explicado a su llegada a Bruselas que no era el día de hablar de nombres, pero ha acabado abriendo el panorama: Vestager tiene opciones, “como Barnier [negociador jefe de la Comisión Europea para el Brexit] o Timmermans”.
Fuentes diplomáticas españolas insisten en que el holandés es la persona que más consenso puede generar, pero cuenta con la oposición por el momento del grupo Visegrado, que ha estado en el ojo de atención de Timmermans por la deriva autoritaria de dos de los Estados miembros que lo conforman, Polonia y Hungría.
El nombre de Manfred Weber, siguiendo la lógica del ‘spitzenkandidaten’, debería estar encima de la mesa. Pero la realidad es que carece de apoyos en el Consejo Europeo y en el Parlamento Europeo quedaría muy aislado. El de Michel Barnier sigue sonando con fuerza, pero podría provocar un rechazo por parte de la Eurocámara.
Queda todavía mucho partido por delante y las próximas semanas todos los esfuerzos se centrarán en tratar de encauzar el poder líquido y colocar a personas en puestos clave que durante los próximos cinco años serán el núcleo de las decisiones en la capital europea. España está entre los que, al menos esta vez, aspiran a dar forma al poder europeo durante el próximo lustro. Tienen apenas unos meses para evitar que se les escape de las manos.
Cada cinco años, el poder en Bruselas se convierte en un elemento líquido, difícil de controlar. La reunión informal de jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Bruselas de este martes no ha sido una reunión cualquiera, sino una que se produce únicamente cada cinco años. Justo en este estrecho intervalo entre legislaturas donde el poder europeo se licúa y puede ser manejado, canalizado y negociado, antes de que se solidifique durante otro lustro esperando el siguiente deshielo.
- El partido del Brexit arrasa en las elecciones europeas con el populista Farage a la cabeza Celia Maza. Londres
- Los liberales europeos, en sentido contrario a Cs: los vetos son a la ultraderecha Nacho Alarcón. Bruselas
- La gran noche de liberales y Verdes: hunden al bipartidismo y contienen a los eurófobos Nacho Alarcón. Bruselas