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Cerco al petróleo y choque Roma-París: los efectos para Europa de la guerra en Libia
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"LA INDUSTRIA PIERDE DINERO TODOS LOS DÍAS"

Cerco al petróleo y choque Roma-París: los efectos para Europa de la guerra en Libia

Haftar, el hombre fuerte de Libia, podría cerrar yacimientos para presionar a la comunidad internacional. Habrá aumento de precios. Italia, preocupada por la escalada militar, mueve ficha

Foto: Combatientes de las milicias de Misrata se preparan para avanzar hacia el frente de Trípoli. (Reuters)
Combatientes de las milicias de Misrata se preparan para avanzar hacia el frente de Trípoli. (Reuters)

"He mantenido en las últimas horas contactos directos con emisarios del general (Jalifa) Haftar y Al-Sarraj”, confirmó ayer el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. "Italia está muy preocupada por la escalada militar" en el país, añadió. Después de que las milicias de los dos gobiernos libios se hayan enzarzado en violentos combates, Roma ha optado por desplegar todos sus esfuerzos diplomáticos para evitar que Libia -excolonia italiana- se hunda todavía más en la guerra civil. Una maniobra que refleja una preocupación inédita en Italia, ante la ausencia de una estrategia clara y unánime de los países de la Unión Europea y de la comunidad internacional, por las posibles consecuencias del conflicto.

Las repercusiones inmediatas, económicas y humanitarias, pueden ser mayúsculas.“Si el conflicto continúa, hay dos escenarios posibles: o que, para presionar a la comunidad internacional, Haftar cierre algunos yacimientos petroleríferos o que el otro bando opte por un enfrentamiento en la llamada ‘media luna petrolera’, en el centro del país y de donde se obtienen dos tercios de la producción libia”, dice Claudia Gazzini, analista italiana especializada en Libia del centro de estudios International Crisis Group.

“Estaríamos hablando de destrucción de infraestructuras para la extracción petrolífera”, aclara la analista. El miércoles, la petrolera estatal libia National Oil Corporation (NOC) condenó el bombardeo aéreo de una de sus empresas subsidiarias en el distrito de Qasr Bin Ghashir, en las afueras de Trípoli.

En este clima, ENI, la petrolera italiana, afincada en Libia desde 1959, evacuó el pasado fin de semana a muchos de sus trabajadores italianos. La empresa informó el sábado de la salida de sus empleados desplegados en sus oficinas de Tripoli y en los yacimientos de Al Wafa y El Feel, en el sur de Libia, en una operación realizada en colaboración con el Ministerio de Exteriores italiano.

Foto: Miembros del Grupo Wagner en el área de Starobeshevo, en Donetsk, Ucrania, en algún momento del verano de 2014.

Otro mal presagio es lo ocurrido a Repsol. Según informó la empresa española, su producción de petróleo durante el primer trimestre del año se redujo un 3%, con respecto a los 727.000 barriles obtenidos en el mismo periodo del año anterior, principalmente por el bloqueo del yacimiento de Al Sharara, en la cuenca de Murzuq, en el sur de Libia. El mencionado yacimiento, en el que Repsol opera junto con la austríaca OMV, la francesa Total, la noruega Hydro y la local NOC, estuvo inactivo hasta el pasado 4 de marzo por las amenazas de las milicias.

"Los puertos están cerrados"

La consecuencia inmediata de las dificultades para operar en los yacimientos libios sería un aumento de los precios del petróleo que repercutirá en el consumidor, según denuncia Michele Marsiglia, presidente de FederPetroli, un asociación que reúne a empresas italianas del sector petrolero. “Los puertos en Libia está cerrados. Eso significa que todos los días la industria está perdiendo dinero”, ha denunciado Marsiglia. “Además, tampoco hay que olvidar que, en caso de conflicto bélico, los costes de los seguros para los cargamentos son altísimos. Todo esto tiene consecuencias sobre los precios”, ha insistido.

“Los puertos en Libia está cerrados. Eso significa que todos los días la industria está perdiendo dinero”

En el caso de ENI y la francesa Total, la explotación de crudo libio también es “offshore”, es decir en zonas en el alta mar, que posiblemente sufrirán en menor medida los enfrentamientos armados.

Otra repercusión, también grave, es la que se cierne sobre la economía libia, puesto que el petróleo le supone el 95% del total de las exportaciones del país. Aunque, en paralelo, una caída de la producción libia podría a su vez aumentar la dependencia de Europa de otros productores.

Tensión en la UE

En este contexto, el caos libio también amenaza con profundizar la tensión entre los actuales gobiernos europeos. En particular, entre Italia y Francia, la otra potencia con grandes intereses económicos en la región. El miércoles, después de que se filtrara la información de que Francia podría estar bloqueando un comunicado conjunto de la Unión Europa para repudiar la ofensiva de Haftar, el vicepresidente y ministro de Interior italiano, Matteo Salvini, cargó con todo contra París.

“Sería gravísimo si los intereses económicos y comerciales de Francia bloqueasen una iniciativa europea” para repudiar las maniobras de Haftar, dijo Salvini. “No me quedaré callado (…) Estamos intentando adquirir más información” sobre la postura de Francia, añadió Salvini, que hizo un paralelismo con la situación actual y lo ocurrido en 2011. Espero que, en esta ocasión, “no estén jugando a la guerra para hacer negocios. Es innegable que hoy (Libia) se encuentra en esta situación porque alguien, en 2011, antepuso sus intereses a los de los libios y de Europa”, señaló la ministra de Defensa italiana, Elisabetta Trenta.

En 2011, Francia lanzó una intervención militar en Libia para acelerar la caída del dictador Muamar el Gadafi, a la que posteriormente también se sumó una coalición de 16 países, amparados por la OTAN y una resolución de la ONU. Una intervención que desde entonces ha sumido el país en una situación de desgobierno y conflicto entre los numerosos clanes.

Foto: El exdictador Muammar Gadafi posa para las cámaras en el complejo de Bab al Azizia, Trípoli, el 10 de abril de 2011, en plena guerra civil (Reuters).
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Francia ha rechazado estas acusaciones. El martes, el presidente Emmanuel Macron incluso llamó por teléfono a Fayez Al-Sarraj, el primer ministro libio reconocido por la ONU, para negar que París esté ayudando a las fuerzas de Haftar, como llegó a sugerir incluso el presidente del Parlamento europeo, Antonio Tajani. “Haftar no tiene otro objetivo que el de hacerse con el poder”, le dijo Al-Sarraj a Macron, según publicó 'The Libya Observer'.

Anteriormente, la versión de que Francia habría enviado asesores militares para aconsejar a Haftar también fue difundida por la televisión Libya Ahrar TV. Algo que provocó que el domingo Al-Sarraj llamara a consultas a la embajadora de Francia en Libia, Béatrice du Hellen, para pedirle explicaciones. Con ello, Macron también rechazó la idea de cualquier intervención militar en el país.

Con todo, en realidad, la tensión entre Italia y Francia por Libia no es cosa nueva. Se remonta a 2017, cuando Macron organizó una conferencia en París entre Al-Sarraj y Haftar, sin invitar a Italia. Algo que se volvió a repetir en mayo del año pasado, cuando el Gobierno francés llevó a cabo un encuentro con el enviado de la ONU para Libia, Ghassan Salamè, y diversos líderes libios, lo que molestó al país transalpino. Roma respondió entonces con una conferencia en noviembre sobre Libia, en la que incluso Al-Sarraj y Haftar fueron fotografíados estrechándose la mano, pero que tampoco tuvo resultados relevantes.

La razón de esta serie de fracasos es también que lo que ha predominado hasta la fecha es la ambigüedad de las potencias internacionales. “Otro es el caso de Estados Unidos. En marzo intentó frenar la ofensiva de Haftar, pero no ha sido claros sobre qué hará si la guerra no para. Y también los rusos se han mantenido en buenas relaciones con ambas partes, probablemente porque consideran que el Gobierno de Al-Sarraj es incapaz de mantener la paz”, reflexiona la experta Gazzini.

placeholder Un soldado libio camina junto a una explotación petrolífera dañada en Ras Lanuf, Libia. (Reuters)
Un soldado libio camina junto a una explotación petrolífera dañada en Ras Lanuf, Libia. (Reuters)

Rebrote del ISIS

Según los analistas, mientras las potencias europeas discuten otros países están ampliando su influencia en el país y la región, entre ellos Egipto, Emiratos Árabes, Arabia Saudí e incluso Rusia. “Los rusos han armado a Haftar y no gratuitamente”, ha opinado el profesor Lucio Caracciolo, director y fundador de la revista de geopolítica Limes. Según él, la ausencia de una estrategia europea común en Libia y el desintéres manifestado por Estados Unidos, han permitido incluso la infiltración de China. “Podríamos incluso ver aparecer bases chinas en el Mediterráneo”, ha llegado a pronosticar Caracciolo.

"Aumentan las posibilidades de un nuevo éxodo hacia Europa, en particular hacia Italia y otros países del sur del continente"

“Hay potencias mundiales, no solo regionales” que se han involucrado en Libia, insiste el experto. “Egipto, gracias a Haftar, tiene la esperanza de finalmente hacerse con (la región oriental libia de) Cirenaica”, ha continuado. Y otro es el caso de Arabia Saudí. Tanto que allí viajó, ocho días antes de lanzar su ofensiva -era el 27 de marzo-, Haftar, en un viaje en el que también se reunió con el príncipe saudí Mohamed bin Salmán.

Una situación que, sumada a las tensiones sociales en Algeria y Marruecos, amenaza con convertirse en un grave problema de seguridad para el Viejo Continente, según Caracciolo. Más aún que un resultado nefasto del conflicto libio también podría ser que, en el medio de los enfrentamientos armados, organizaciones como el Estado Islámico encuentren un espacio para resurgir. Ya el martes, según la agencia Reuters, milicianos del Estado Islámico atacaron la ciudad libia de Fuqaha, en el sur de Libia, anteriormente en manos de milicias afines a Haftar. Una señal de que el grupo estaría aprovechándose de la salida de las tropas del general de la zona.

Migrantes atrapados

Otro asunto es la crisis humanitaria. “Los primeros que van a padecer el conflicto son los libios y los migrantes que siguen atrapados en ese país. Eso significa que aumentan las posibilidades de un nuevo éxodo hacia Europa, en particular hacia Italia y otros países del sur del continente”, afirma la analista Gazzini. Según informes indirectos recibidos por ACNUR y Médicos Sin Fronteras (MSF), algunos migrantes incluso estarían siendo obligados a trabajar para los milicianos involucrados en el conflicto, bajo la promesa de ser luego liberados. En la actualidad, según estimaciones, en el país vivirían alrededor de 800.000 migrantes, centenares de los cuales fueron devueltos en los últimos meses al país por los barcos de la Guardia Costera libia (financiada también por Italia).

En juego está la retórica de que Libia sería un “puerto seguro” para devolver a los migrantes que intentan cruzar el Mediterráneo, un argumento que rechazan organismos como la OIM y la ACNUR, pero que apoya el actual Gobierno italiano. Tanto que, este mismo miércoles, Salvini volvió a festejar la devolución de unos 20 migrantes que pedían socorro en el Mediterráneo central. “Los famosos veinte que ‘se estaban hundiendo’ han sido rápidamente salvados por la Guardia Costera libia y devueltos a tierra. ¡Muy bien!”, celebró el ultraderechista italiano, cuyas políticas han inspirado a varios partidos europeos de su misma ideología.

"He mantenido en las últimas horas contactos directos con emisarios del general (Jalifa) Haftar y Al-Sarraj”, confirmó ayer el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. "Italia está muy preocupada por la escalada militar" en el país, añadió. Después de que las milicias de los dos gobiernos libios se hayan enzarzado en violentos combates, Roma ha optado por desplegar todos sus esfuerzos diplomáticos para evitar que Libia -excolonia italiana- se hunda todavía más en la guerra civil. Una maniobra que refleja una preocupación inédita en Italia, ante la ausencia de una estrategia clara y unánime de los países de la Unión Europea y de la comunidad internacional, por las posibles consecuencias del conflicto.

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