Los chalecos amarillos cumplen tres meses con menos apoyo y poder de convocatoria
Los chalecos amarillos pierden apoyo y poder de convocatoria. Con una manifestación de unos pocos miles, conmemoraron este domingo los tres meses del inicio del movimiento
Los chalecos amarillos pierden apoyo y poder de convocatoria. Con una manifestación de unos pocos miles que se desarrolló sin incidentes, los 'chalecos' conmemoraron este domingo en París los tres meses del inicio del movimiento de protesta dirigido en particular contra las políticas de Emmanuel Macron, que ha denunciado los insultos antisemitas que recibió este sábado en la capital el mediático filósofo Alain Finkielkraut por parte de un grupo de manifestantes.
Miles de personas participaron este sábado en al menos una veintena de ciudades de toda Francia en el décimo cuarto fin de semana consecutivo de protestas. Una vez más se produjeron altercados con las fuerzas del orden, aunque de poca gravedad. Su número menguó, como viene ocurriendo desde hace semanas. Los organizadores aseguraron haber reunido a 101.379 personas en toda Francia, menos que los 118.200 que habían estimado una semana antes. Mientras, el Ministerio del Interior cifra en 41.500 personas (5.000 en París) los manifestantes, frente a las 51.400 contabilizadas el 9 de febrero.
En la primera movilización de los 'chalecos', el 17 de noviembre, Interior calculó que habían salido a la calle casi 290.000 personas. Y en paralelo con lo que ocurre en la calle, dos sondeos publicados esta semana han puesto en evidencia que son ya más los franceses que consideran que las manifestaciones tendrían que acabar. De acuerdo con el instituto Ifop en un estudio publicado el domingo por 'Le Journal du Dimanche', un 52% quiere que se ponga fin a las protestas, frente al 38 % que estiman que deben continuar.
Unas 1.500 personas, según las primeras estimaciones de la Prefectura de Policía, participaron el domingo en la marcha,que partió de los alrededores del Arco de Triunfo. Uno de los pocos hechos destacables fue la expulsión de una de las cabezas visibles del movimiento, Ingrid Levavasseur, que hace unas semanas había anunciado que encabezaría una lista a las elecciones europeas de mayo, pero que finalmente ha renunciado por las amenazas que ha recibido y por las discrepancias internas. Levavasseur fue forzada por algunos manifestantes a salir del cortejo en medio de silbidos y de descalificaciones. La trataron de "vendida", "corrompida" o "macronista" y le exigieron que se quitara el chaleco amarillo.
Por otra parte, el ataque verbal contra Finkielkraut, conocido por sus posiciones a favor de una identidad francesa conservadora, se produjo cuando un grupo de "chalecos amarillos" que se manifestaba en París lo reconoció por la calle y varias personas lo abordaron y lo trataron, entre otras cosas, de "asqueroso sionista de mierda" y le dijeron que se largara de Francia y se fuera "a Tel Aviv". En los tres meses de vida del movimiento han proliferado las declaraciones antisemitas por parte de algunos de sus miembros.
Unos setenta diputados franceses han sido víctimas de ataques en sus despachos o domicilios desde el comienzo de la crisis, según cifras del ministro del Interior, Christophe Castaner, recogidas por el diario 'Le Parisien'. Este número llega después de que el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Richard Ferrand, denunciara hace días un incendio provocado en su residencia en Finisterre, en la región de Bretaña. Estos ataques contra diputados e instituciones son "inéditos en la Vº República", según Ferrand, para quien "se han excedido los límites". "No es un signo de perfecta salud democrática", juzgó.
Los chalecos amarillos pierden apoyo y poder de convocatoria. Con una manifestación de unos pocos miles que se desarrolló sin incidentes, los 'chalecos' conmemoraron este domingo en París los tres meses del inicio del movimiento de protesta dirigido en particular contra las políticas de Emmanuel Macron, que ha denunciado los insultos antisemitas que recibió este sábado en la capital el mediático filósofo Alain Finkielkraut por parte de un grupo de manifestantes.
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