Nueva derrota para Theresa May: ¿está dispuesta a salir de la UE sin acuerdo?

Se suponía que iba a ser un trámite parlamentario inofensivo, un debate más sin consecuencias legales en el tortuoso proceso del Brexit. Pero Theresa May ha acabado cosechando este jueves su enésima derrota en Westminster. El núcleo duro euroescéptico de sus propias filas le acusa de haber pactado en secreto con los diputados pro UE para que la opción de salir de la UE sin acuerdo el próximo 29 de marzo nunca se ejecute.

¿Está la premier dispuesta a correr el riesgo de un divorcio caótico o quiere evitarlo a toda costa? Esta es la pregunta que ha dominado la sesión en la Cámara de los Comunes, donde los diputados tenían que pronunciarse ante la moción del Ejecutivo, en la que explicaba los pasos a seguir en sus conversaciones con la UE.

El pasado 29 de enero, sus señorías aprobaron una enmienda, presentada por el tory de Graham Brady, que pedía eliminar del Acuerdo de Retirada la polémica salvaguarda con la que se quiere evitar frontera dura en Irlanda y sustituirla por “fórmulas alternativas”. En este contexto, este jueves May tan sólo quería informar a sus señorías que su estrategia seguía por esta línea. La moción explícitamente reiteraba “el apoyo al enfoque de dejar la UE expresado por esta Cámara el 29 de enero”. Pero, como siempre, el diablo está en los detalles.

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Al ERG -núcleo duro de los tories 'Brexiteers'- no se le ha pasado por alto que en la sesión del mes pasado, también se aprobó la enmienda presentada por Dame Caroline Spelman, donde se descartaba la opción de abandonar el bloque sin pacto. Hasta el último momento, los euroescépticos han pedido al Gobierno que cambiara la redacción para aclarar que la posibilidad de una ruptura sin convenio sigue estando encima de la mesa. Y ante la negativa de Downing Street han decidido rebelarse. La moción ha sido rechazada por 303 votos a favor frente a 258 en contra.

La derrota de este jueves para May es más simbólica que otra cosa, pero merma aún más su liderazgo de cara a la UE. En definitiva, al otro lado del Canal de la Mancha tienen razones para desconfiar cuando la premier asegura que puede conseguir, en última instancia, el respaldo de Westminster para ratificar el acuerdo sellado el pasado mes de noviembre.

Sin muchas opciones

Durante el debate también se votaron dos enmiendas, ninguna de ellas legalmente vinculantes. La presentada por el Partido Laborista -que pedía el voto definitivo del Acuerdo de Retirada para antes del 27 febrero- fue derrotada por 322 votos en contra frente a 306 a favor. Por su parte, la de los independentistas escoceses del SNP -que quería posponer el Brexit, al menos por 3 meses- tampoco salió adelante: 315 votos en contra frente a 93 a favor.

A pesar de que la tory pro UE, Anna Soubry, había presentado inicialmente otra enmienda para que el Ejecutivo publicara en un plazo de siete días las consecuencias económicas de un divorcio sin pacto, la retiró en el último momento ante la promesa del Gobierno de revelar próximamente esta información. En cualquier caso, las derrotas eran previsibles porque tanto la oposición como los tories pro UE están preparando la artillería pesada de cara a la próxima sesión que May ha prometido para el próximo 27 de febrero.

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Con todo, cada vez toman más peso los rumores que apuntan a que la votación clave y ¿definitiva? sobre el Acuerdo de Retirada se retrasará hasta, literalmente, el último momento. El 21 y 22 de marzo, tendrá lugar el último Consejo Europeo antes de que se cumpla la fecha para que los británicos abandonen el club (el 29 de marzo). Y ésta podría ser la última oportunidad para que la UE accediese a realizar cambios legalmente vinculantes sobre la salvaguarda irlandesa o modificar la redacción para asegurar a sus señorías que no se trata de una “trampa” para dejar al Reino Unido vinculado sine díe a la normativa comunitaria.

En definitiva, la incertidumbre con el Brexit parece que va a durar hasta el último momento. Y sea cual sea el resultado, dejará unas heridas difíciles de subsanar a corto plazo, tanto en la sociedad británica como en Westminster, donde se vive la peor crisis institucional de la historia.

El Partido Conservador no es el único que atraviesa una intensa guerra civil. Los laboristas están también completamente divididos ante cómo está gestionando Jeremy Corbyn la situación. Tras fracasar a la hora de intentar forzar elecciones anticipadas y que el Gobierno aceptara su propuesta de dejar al Reino Unido dentro de la unión aduanera, el líder de la oposición sigue sin respaldar la convocatoria de un segundo referéndum, tal y como había prometido a los suyos, si el resto de opciones no salían adelante. Y en este sentido, cada vez hay más rumores que apuntan a una inminente ruptura en la formación. Varios laboristas estarían en conversaciones para formar un nuevo partido de centro o presentarse como independientes.