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Una UE dividida decide este lunes entre el reconocimiento a Guaidó y la tensa espera
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respuesta fracturada a la crisis venezolana

Una UE dividida decide este lunes entre el reconocimiento a Guaidó y la tensa espera

Este lunes, en la semana en que se inicia el Grupo de Contacto patrocinado por la UE para el diálogo entre el régimen y la oposición, los países se dividen en el reconocimiento a Juan Guaidó

Foto: Federica Mogherini, alta representante de la UE para Exteriores. (EFE)
Federica Mogherini, alta representante de la UE para Exteriores. (EFE)

La crisis venezolana está tensando los nervios europeos. Nada gusta más en la UE que la unanimidad. Hay pocas sensaciones que reconforten más en Bruselas que ese momento en que los jefes de Estado y de Gobierno se sientan a la mesa y necesitan menos de dos minutos para aprobar algo. Pero eso pocas veces ocurre. Venezuela ha hecho saltar por los aires la esperanza de que el bloque europeo pueda actuar con una sola voz en el plano exterior en una de las crisis más significadas del momento: Berlín, Madrid, París y Londres reconocerán hoy al líder opositor Juan Guaidó mientras Roma o Viena marcan distancia. Y la voz europea se diluye.

Si la unanimidad es la hija más preciada del proyecto europeo, lograrla nunca es casual. La UE es como una cebolla: aunque solo se ve el exterior, las reuniones de los líderes o ministros, debajo hay muchas capas, en las que técnicos, embajadores y diplomáticos pelean con uñas y dientes por cada coma y cada punto de los comunicados. Los acuerdos o la unanimidad no se alcanzan por generación espontánea: hay un trabajo titánico detrás.

Lo que no se ve tras un comunicado de la UE es el auténtico trabajo de orfebrería para lograr que ninguno de los 28 estados miembros, muy distintos entre ellos y con intereses muy diferentes, se desmarque del mismo. Esa es la cara positiva. La cara negativa son cumbres interminables, bloqueos por parte de un país o intentos de algún Gobierno de frenar alguna decisión con la que no se sienta cómodo. En el caso de Venezuela, ese trabajo ha fracasado.

Foto: Una bandera de la UE ondea en el exterior de la sede de la Comisión Europea, el pasado 14 de noviembre en Bruselas. (Reuters)
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La fractura de la UE en su posición sobre la crisis venezolana ha sido muy grande, y se terminó de confirmar en una reunión informal de ministros de Asuntos Exteriores celebrada este pasado jueves en Bucarest (Rumanía). Allí, los titulares acordaron que lo mejor sería que el lunes siguiente cada capital anunciara su posición por separado.

Federica Mogherini, que ostenta el cargo de alta representante de la UE para Exteriores, un puesto creado precisamente para intentar que el bloque hablara con una sola voz en asuntos internacionales, tuvo que admitir el mismo jueves que la Unión se había quedado ronca, sin voz. Incapaz de unificar posiciones, pasó la pelota a los estados miembros: es una prebenda nacional el reconocer o no los gobiernos, no es el rol de la UE.

Los que actuarán con más contundencia hoy serán Alemania, Francia, España y el Reino Unido. Estos cuatro estados miembros lanzaron el sábado pasado un ultimátum de ocho días al régimen de Nicolás Maduro para que convocara elecciones. Decidieron hacerlo porque el viernes Italia había bloqueado un comunicado en el que la UE tomaba esa misma postura. Austria parece estar girando hacia el reconocimiento a Guaidó, mientras Grecia mantiene su postura distante respecto al líder opositor.

Foto: Pedro Sánchez, con Javier Lambán (i), Frans Timmermans (c) y Pilar Alegría, este 2 de febrero de 2019 en Zaragoza. (Inma Mesa | PSOE)

Ese ultimátum termina ahora, y Berlín, París, Madrid y Londres serán las que utilicen un lenguaje más claro: reconocerán a Juan Guaidó. Mientras tanto, está previsto que un buen grupo de estados miembros muestre su apoyo al líder opositor pero evitando pillarse los dedos: no utilizarán las palabras 'reconocer' o 'reconocimiento', evitarán dentro de lo posible ser demasiado contundentes.

Otros, como Italia, que ha bloqueado que la UE vaya más allá en su postura común, está previsto que directamente no muestren su reconocimiento a Guaidó, señalando que lo hacen para evitar una injerencia en los asuntos internos venezolanos, algo que hace a muchos en París levantar las cejas: desde hace semanas, Luigi di Maio, viceprimer ministro del país transalpino, muestra su apoyo por los chalecos amarillos contra el Gobierno de Emmanuel Macron, algo que el Ejecutivo galo ha denunciado como una injerencia inaceptable en sus asuntos internos.

placeholder Josep Borrell, ministro español de Exteriores. (EFE)
Josep Borrell, ministro español de Exteriores. (EFE)

Diferentes visiones

Algunos países creen que el reconocimiento a Guaidó no va a solucionar el problema y puede poner en una situación incómoda a la UE: Bruselas lidia con muchas crisis en que los opositores denuncian el régimen de turno, ocasiones en las que el bloque comunitario se sitúa en un delicado equilibrio, en el que las cosas no son negras o blancas. La UE evita, siempre que puede, convertirse en un agente de desequilibrio para los asuntos internos de ningún país del mundo. Prefiere tener un rol de diálogo y diplomacia antes que ser precursora de cambios en ningún lugar del globo.

Puede que en un país haya fraude electoral, pero si vivir con ello evita un derramamiento de sangre y es un pequeño paso hacia delante para que en algún momento se celebren realmente elecciones libres, la UE prefiere esa opción a declaraciones contundentes y posicionamientos agresivos. En política exterior, Bruselas vive en los grises.

Por eso, algunas capitales no se sienten cómodas con el posicionamiento directo de Alemania, Francia, España y el Reino Unido, al que seguramente se unan otros estados miembros cuya línea en política exterior consiste en seguir las pautas marcadas por Estados Unidos, como es el caso de Polonia. Sin embargo, la UE ya dio un paso adelante cuando decidió no reconocer las elecciones de mayo, y para muchos en otras capitales no reconocer a Guaidó es dar un paso hacia atrás.

placeholder Protesta de Venezolanos en Guatemala. (EFE)
Protesta de Venezolanos en Guatemala. (EFE)

La tercera vía

Mientras las capitales se dividen en su decisión, este lunes se calienta ya la primera reunión del Grupo de Contacto ideado por un puñado de estados miembros de la UE. España fue el gran precursor de esta iniciativa, con la que se busca sentar a una mesa al régimen y a la oposición.

La primera reunión se celebrará el próximo 7 de febrero en Montevideo, con representantes de ocho países europeos (Alemania, España, Francia, Italia, Portugal, Países Bajos, Reino Unido y Suecia), además de un representante de la propia UE, y con México, Bolivia, Costa Rica, Ecuador y Uruguay como países latinoamericanos.

Mogherini espera que esta iniciativa ofrezca resultados en los primeros 90 días, porque aunque buena parte de la UE está evitando posicionarse sobre la crisis venezolana, la jefa de la diplomacia europea sabe que la situación es urgente y no puede aplazarse en el tiempo.

La crisis venezolana está tensando los nervios europeos. Nada gusta más en la UE que la unanimidad. Hay pocas sensaciones que reconforten más en Bruselas que ese momento en que los jefes de Estado y de Gobierno se sientan a la mesa y necesitan menos de dos minutos para aprobar algo. Pero eso pocas veces ocurre. Venezuela ha hecho saltar por los aires la esperanza de que el bloque europeo pueda actuar con una sola voz en el plano exterior en una de las crisis más significadas del momento: Berlín, Madrid, París y Londres reconocerán hoy al líder opositor Juan Guaidó mientras Roma o Viena marcan distancia. Y la voz europea se diluye.

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